Conciliar sin colegio, a 2.500 euros por hijo

La familia García Sierra lleva desde hace meses buscando acomodo a su hija Carolina para este verano con once semanas sin clase. Doce días de campamento con el colegio, 595 euros. Tres turnos consecutivos en una colonia de verano, 245 euros, a los que hay que sumar un suplemento de 7,5 euros por día, porque necesitan que la niña, que tiene 10 años, se quede a comer. Así que la actividad sale, al final, por 360 euros. Suma y sigue: «Necesitamos niñera cuatro horas de lunes a viernes, porque salimos de trabajar a las siete». Son otros 800 euros, más o menos. En total, el desembolso supera los 1.700 euros; sólo en julio.

En el mejor de los casos –cuando los padres pueden disfrutar de un mes de vacaciones– quedarían por cuadrar, y costear, tres semanas más, lo que eleva la factura del verano por encima de los 2.500 euros. Este es el rompedero de cabeza de muchas de las familias de los 60.000 escolares de Infantil y Primaria que despedían el curso académico 2022-23 el pasado 24 de junio. Desde ese momento, conciliar es un verbo muy recurrente en los discursos políticos, pero muy difícil de conjugar en la vida real.

El caso de los García Sierra es el de miles de parejas asturianas que tienen que hacer auténticas filigranas para compaginar en verano el trabajo con el cuidado de sus hijos y que llevan meses tratando de cuadrar horarios y actividades: «Es como un sudoku». En ese rompecabezas estival hay mucho campus de fútbol, con precios que oscilan desde los 45 euros por semana a los más de 400 que pueden llegar a costar aquellos que incluyen comida y otras actividades de ocio. Clases de baile a 90 euros. Cursillos de surf por 140 euros, –dos horas al día, de lunes a viernes–, que en las zonas más turísticas del oriente y del occidente asturianos pueden superar los 500 euros cuando entran dentro de una oferta multiaventura. Incluso campamentos de inmersión lingüística en plena naturaleza, tan de moda actualmente, que superan ampliamente los 700 euros por dos semanas.

Si la conciliación «sale por un ojo de la cara» con un solo niño, con dos «es terrible, una locura», coinciden quienes se ven en la situación. Aún así, la demanda de alternativas que permiten conciliar la vida laboral con las vacaciones escolares es tan alta que, en muchas de ellas, ya no quedan plazas libres. Iván Seoane, director deportivo de la Escuela Costa Gijón, cuenta que este año la demanda «ha sido tan grande», que «estamos pensando en habilitar turnos de tarde para el verano que viene».

Su campus de fútbol se creó hace doce años precisamente «para ayudar a las familias a conciliar» y que «los niños no se pasen las vacaciones pegados a las pantallas». De once semanas, ya sólo le quedan plazas en la primera de septiembre, a razón de 80 niños por turno de lunes a viernes. «Tenemos lista de espera. No nos gusta dejar niños fuera, pero tampoco queremos masificar la actividad», explica Iván Seoane, que plantea su campus sin afán competitivo, sino como una oportunidad de aprender a jugar al fútbol y practicar deporte. En cuanto a los precios, «la vida está muy complicada para las familias y no queremos que ningún niño deje de venir por razones económicas», así que ofrecen bonificaciones a quienes pueden verse en una situación más apretada.   

Hay actividades, como las colonias de verano que organiza Huber Obeso en Gijón, Nava y Pola de Lena, que «ya abrimos el plazo de inscripción en abril, nada más terminar la Semana Santa», para que los padres puedan organizarse con tiempo. «Recibimos solicitudes desde el primer día», señala.    Por la colonia de vacaciones de la Quinta San Eutiquio, en Gijón, pasaron a lo largo del verano pasado un total de 400 niños. En Nava y Pola de Lena trabaja con sus respectivos ayuntamientos, en actividades infantiles de esparcimiento y socialización orientadas a favorecer la conciliación fuera del calendario escolar. En Nava, concretamente, ya no quedan plazas libres.

«Ofrecemos horario de 8.30 a 14.30 horas. Pero también damos la opción 'madrugadores', a partir de las 7.30 de la mañana, y la de quedarse a comer», detalla Obeso. El objetivo: «Que los padres puedan arreglarse lo mejor posible».   

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