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El crimen del concejal de Llanes Javier Ardines | La Guardia Civil logró resolver un complicado puzle de celos y pagos por el crimen

Tomaron decenas de declaraciones al entorno del concejal y revisaron cientos de horas de las cámaras de tráfico de la autovía del Cantábrico

OLAYA SUÁREZ / LUCÍA RAMOS

Viernes, 22 de febrero 2019, 04:12

Consiguieron resolver en tan solo 188 días uno de los casos más complejos a los que se han enfrentado. La Policía Judicial de la Comandancia de Gijón y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil invirtieron cientos de horas para, de forma minuciosa y callada, ir desentrañando la compleja trama que había tras la muerte de Javier Ardines.

Las miradas estaban sobre ellos, sobre quienes trataban de esclarecer un suceso que tenía todos los ingredientes para despertar la curiosidad de la gente: un concejal asesinado en una emboscada nocturna, representante de un Ayuntamiento de Llanes convulso en el que uno de cada tres funcionarios se encuentra de baja (la mayoría psicológica) y en una zona en la que la mayor parte de los vecinos se conoce, caldo de cultivo propicio para que se disparasen los rumores y las teorías conspiratorias.

Los investigadores trabajaron ajenos al ruido. Su primer cometido fue posicionar a la víctima, conocer su entorno, quiénes eran sus amigos, sus posibles enemigos, sus compañeros del Ayuntamiento, sus colegas de su profesión de pescador... Mientras, los laboratorios trabajaban con los restos recogidos en el lugar del crimen y en el propio cuerpo de la víctima.

Se revisaron cientos de horas de grabaciones de las cámaras de la autovía del Cantábrico entre Llanes y Bilbao. Se peinaron las empresas de renting de vehículos por si los sicarios se pudieran haber desplazado en un coche de alquiler. Se tomaron decenas de declaraciones y, finalmente, tras muchos esfuerzos, se pudo posicionar en Pría el coche de uno de los ciudadanos argelinos. El Citroën que ahora se ha convertido en pieza clave del puzle por la aparición de restos del gas pimienta con el que supuestamente intentaron aturdir a Ardines en el sorpresivo ataque de aquella madrugada del 16 de agosto. Fue a principios de noviembre cuando Pedro Nieva se convirtió en el principal sospechoso. Habían encontrado un móvil concreto: los celos por una supuesta relación íntima de su mujer con el marido de su prima carnal. A los trabajos ya arduos de por sí se sumaba que uno de los sospechosos estaba en Suiza, había sido arrestado semanas antes por drogas. Resultó un alivio porque sabían que no podría fugarse.

Demostrar las sospechas

Lo más complicado fue poder demostrar sus sospechas. Hubo que esperar otros casi tres meses para recopilar todas las pruebas e indicios con los que sustentar las detenciones y conseguir que una vez fueran presentados ante la jueza, se les pudiesen imputar los cargos que ellos sospechaban. El martes, de madrugada, se materializaba el operativo con la asistencia de los grupos de intervención rápida. Finalmente: cuatro detenidos, un móvil de un marido celoso y un nuevo éxito de la UCO y de la Policía Judicial de Gijón.

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