«Lo cogerán, pero va a dar guerra», dicen los vecinos de Arboleya

Crespo se trasladó a Cabranes de niño, después de que su madre -de origen belga- decidiese abandonar a su familia. Su padre se quedó a cargo de él y de sus dos hermanas, aunque finalmente él acabó yéndose a vivir con su tía a la localidad de Arboleya, mientras que ellas se fueron con sus abuelos. En el concejo cabranés realizó gran parte de sus estudios, pero pronto comenzó a cometer pequeños delitos. «Con 13 y 14 años ya estaba por ahí causando problemas», recuerdan los vecinos.

Crespo, como era conocido en el interior de la prisión leonesa, entró por primera vez en la cárcel en 2003 siempre y lo hizo por delitos considerados menores': robos y agresiones. Desde entonces su trayectoria delictiva ha sido larga y ha estado vinculada al menudeo con droga, que le ha llevado hasta su fuga el pasado martes cuando participaba en las labores de limpieza del cementerio de Mansilla de las Mulas.

«Es verdad que puede parecer una persona violenta por su presencia y su aspecto físico, pero el comportamiento en la prisión solo se podía destacar en positivo», aseguraron los funcionarios de prisiones que le trataban en su día a día a Leonoticias.com. Al parecer, participaba en todas las actividades del centro, acudía a las clases y a los talleres. En especial, destaca las mismas fuentes su afición por la cerámica, en cuyo taller mostraba sus habilidades. Fue esa razón por la que participó en salida la cementerio.

A la espera de nuevas novedades la certeza en las fuerzas de seguridad es que «antes o después caerán». La Guardia Civil continúa atenta a cualquier nuevo detalle que pueda producirse en las próximas horas y que permitan devolver a Crespo a la cárcel.