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Uno de los dos helicópteros de extinción de incendios del SEPA se acerca a descargar en la zona del Chao de la Estaca. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA

Cinco helicópteros impiden que el gran incendio de Ibias entre en Muniellos

El fuego, casi con total seguridad intencionado, quemó 147 hectáreas de monte bajo y roble alpino en «una zona no apta para la ganadería»

O. VILLA / D. ARIENZA

VILLARDECENDIAS (IBIAS).

Jueves, 3 de febrero 2022, 00:47

Eran las nueve de la mañana y una impresionante columna de humo se veía «desde Tineo», a más de cincuenta kilómetros de distancia de Villardecendias. La primera llamada de alerta llegó desde Rengos, en Cangas del Narcea, lo que hacía temer que el incendio afectase a la Reserva Natural del Bosque de Muniellos.

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La fortuna quiso que, por una parte, no hubiera otras urgencias para los bomberos asturianos y, por otra, que dos helicópteros de doble hélice (con mayor capacidad de carga de agua en los bambis) dependientes del Ministerio de Transición Ecológica se encontrasen en la base de Tabuyo, en León, relativamente cerca. De inmediato se pusieron en marcha los dos helicópteros del SEPA, los dos ya mencionados del ministerio y otro más, del Gobierno. Cinco helicópteros y m ás de una veintena de efectivos en tierra atacaron los tres frentes principales del incendio, que llegó a tocar el bosque de Muniellos pero que, al cierre de esta edición, parece no haberlo afectado de gravedad.

El fuego fue, a falta de confirmación por el proceso de investigación que se desarrollará durante la próxima semana, «evidentemente no de origen natural», según se comentaba entre vecinos de Villarmeirín, donde el helicóptero de coordinación se iba posando en la zona alta del pueblo para recoger bomberos y moverlos hacia los diversos frentes del incendio.

«No tiene sentido quemar un monte que no va a tener ganado», clama el vecino Miguel Suárez «Hoy se está gastando aquí un dinero que mejor se empleaba en carreteras y desbroces»

La alta disposición de medios, la buena coordinación entre Bomberos, cooperativas, brigadas y los guardas forestales, así como el hecho de que el tiempo era bueno y sin viento, permitió que la actuación tuviese la máxima eficiencia y que el fuego se pudiera dar por controlado hacia las seis y media de la tarde, sin que hubiera que lamentar ningún daño personal. Cuatro de los cinco helicópteros estuvieron soltando cargas de agua, que recargaban constantemente en la cercana balsa de la antigua mina de Tormaleo, sin interrupción, mientras los operarios de extinción iban controlando en tierra el avance de las llamas.

El frente derecho fue el primero en controlarse, minimizando así el riesgo para el monte de Muniellos, especialmente cercano por esa vertiente. Mientras tanto, en la zona de la antigua braña ganadera de Villardeciendas, hoy en desuso, proseguían las llamas, al igual que en la cercana cumbre del pico del Portillín, justo sobre la localidad de Villardecendias.

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Desde ese pueblo, el más cercano a las llamas, el fuego no se veía, porque quedaba oculto por el bosque inmediatamente superior a la localidad. El vecino Miguel Ángel Suárez relata que «mi mujer y yo nos dimos cuenta cuando empezamos a ver helicópteros. Luego fui a Villarmeirín -en la ladera opuesta del valle, desde donde se coordinaban las operaciones- y lo vi todo. No entiendo nada, no tiene sentido quemar un monte que no va a tener ganado», porque «apenas queda y aquí lo tenemos en los prados del pueblo y en otras fincas en Villarmeirín», lamentaba, dando por supuesto que el incendio era provocado. Se queja, además, de que «hoy se está gastando aquí un dinero en la extinción del fuego que sin nadie hubiera prendido el monte mejor se usaba en carreteras y desbroces, que mire usted cómo estamos». Otro vecino, Celestino Cotarelo, recordaba que «hace unos años lo pasamos fatal por otro incendio aquí al lado, en Omente. Pudo morir gente y ganado».

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