SUSANA D. TEJEDOR / M. RIVERO / J. C. ABAD
GIJÓN / OVIEDO.
Miércoles, 28 de octubre 2020, 02:49
Tras la confusión inicial, las zonas afectadas en Gijón y Oviedo por el cierre perimetral decretado por el Principado asumen con tranquilidad una situación que, aunque «no es la deseada, sí es posiblemente la necesaria». No hay quejas, aseguran los presidentes vecinales gijoneses, más ... bien se han aceptado unas medidas «en unos momentos difíciles y distintos, aunque se espera que haya un cambio y se llegue a una situación como la de Avilés».
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En Cabueñes, las empresas están emitiendo certificados de movilidad. Lo dice Alexandra de la Fuente, que está al frente de la asociación de vecinos. «La gente quiere saber qué es lo que puede hacer y qué es lo que no está permitido». Las primeras dudas surgidas nada más dar a conocer el Principado las limitaciones fueron «sobre el comportamiento correcto a la hora de acudir a un centro de salud». Los desplazamientos a causa del trabajo han sido otra de las dudas más extendidas.
No obstante, asegura que «no hay quejas, simplemente lo que hay es una gran incertidumbre sobre lo que va a pasar, ya que los cambios se producen con mucha rapidez». Los vecinos de Somió «están resignados, pero lo que más les preocupa es la posibilidad de quedar sin servicio de autobús. «Aquí tenemos muchos recursos, pero faltan cosas y el transporte, para nosotros, es esencial».
Soledad Lafuente preside la asociación de vecinos San Julián y asegura que nada más conocer el cierre consultó al concejal sobre estas dudas de sus paisanos, que fueron muchas desde el inicio. En un principio, parecía que Somió iba a quedar fuera del cierre. Finalmente, se incluyó como 'núcleo urbano'. Por eso, dice, «nosotros no somos de los peores, porque estamos cerca de la zona urbana y eso hace que lo llevemos mejor que otros, pero la gente mayor de otras parroquias no lo entiende porque dicen que cómo es posible que puedan ir a Villaviciosa y no a Gijón».
Una de sus preocupaciones es que desde la pandemia no han podido celebrar reuniones de la Federación de Vecinos y «hay muchas cosas que hacer».
En Oviedo, las afecciones varían según donde se viva, pero hay dos parroquias especialmente afectadas: Colloto, casi imposible de distinguir del núcleo urbano, y San Claudio, alejada unos kilómetros y apenas unida por una carretera al 'Oviedín' cual cordón umbilical. En Colloto, término que comparten sierenses y ovetenses, los servicios caen del lado capitalino. Daniel Vega Aboite es jubilado y su bar habitual está a escasos veinte metros de su casa, que se encuentra en la parte ovetense. Él vive en el término de Siero. «Dependiendo de si vamos al bar de un lado u otro de la calle decimos que vamos a tomar algo a Oviedo o Siero», bromea. De momento, pese a las dudas, no ha visto controles ni restricciones en el casco urbano. Pelayo Fernández, productor audiovisual, define a la perfección los quebraderos de cabeza de los vecinos de Colloto. «He quedado con mi hermana en 'la frontera' para llevar a su pareja a Silvota a trabajar», explica. «Él no tiene carné y ella no puede salir de Oviedo, así que me encargo yo de cogerle aquí», relata divertido. «Es un poco ridículo», admite.
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En San Claudio, el sentir es opuesto. Alejados del centro, aislados, si cabe, de las decisiones que toma el Consistorio, los vecinos se resignan. María José y María del Rosario Costa hacen cola en la floristería: «Tiene que servir para algo, estamos muy mal y que cierren la ciudad es normal. Pediríamos responsabilidad, sobre todo a los jóvenes», coinciden.
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