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PABLO SUÁREZ
AVILÉS.
Viernes, 14 de junio 2019, 03:06
Omar López tenía epilepsia y había sido informado de ello, pero se negaba a aceptarlo. El chofer del autobús de la compañía ALSA accidentado en Avilés el pasado mes de septiembre -siniestro en el que fallecieron cinco pasajeros y otros quince resultaron heridos ... - fue diagnosticado de epilepsia previamente e informado de las circunstancias que rodean a la patología. Así lo aseguró ayer el facultativo que lo trató en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), quien acudió a los juzgados de Avilés en calidad de testigo para aportar un testimonio que se presume clave a la hora de estructurar el caso.
Según el neurólogo, una vez se le realizaron al chófer las pruebas pertinentes y se estableció un diagnóstico, este fue informado de que padecía de epilepsia (motivo por el que estuvo de baja desde febrero de 2015 a febrero de 2016) y de las circunstancias que rodean a un ataque de este tipo. Sin embargo, y pese a que el médico aseguró ante el juez haber dedicado «bastante tiempo» a explicarle los resultados, López se negaba a aceptarlos. Esa es, al menos, la sensación que tuvo el neurólogo y que ayer transmitió a la magistrada Virginia Fernández, quien está a cargo de la fase de instrucción.
De hecho, durante su declaración el pasado 25 de abril, el conductor reconoció estar medicado para la epilepsia y confesó tomar de forma regular un medicamento que, según las acusaciones, provoca somnolencia. Un extremo que la defensa niega de forma tajante.
El facultativo que lo trató en el HUCA no descartó ayer que el siniestro tuviese origen en un ataque de epilepsia sufrido por parte del conductor, si bien no fue algo que el neurólogo pudiera confirmar de forma rotunda. Concretamente, el médico reconoció que, «pese a que hay muchos tipos de crisis epilépticas», algunas de ellas son compatibles con mareos o desmayos. La posibilidad de que el chófer hubiese sufrido un ataque epiléptico segundos antes del impacto -lo que explicaría la ausencia de indicios de frenada o cambios bruscos de dirección- es una de las que primero barajaron los investigadores de la Guardia Civil, tras conocer los resultados de un estudio etiológico que reflejaba una tendencia a este tipo de ataques por parte del conductor.
López, en silla de ruedas a consecuencia de las lesiones derivadas del siniestro, en el que perdió una pierna, declaró en su momento que continúa sin recordar nada de lo sucedido aquel día. Tampoco se espera que lo haga. Mientras tanto, las acusaciones no descartan que fuese el propio López quien ocultara, de forma premeditada, el tratamiento que estaba siguiendo ya que, según afirman, este no figuraría en ninguno de los historiales médicos aportados a la investigación. Un extremo que convertiría al chófer en responsable directo y que su abogado niega de forma tajante. «El accidente es mucho más complejo que un problema de somnolencia causada por un medicamento. Además, éste no es incompatible con la conducción», aseguró al término de la declaración de su cliente el abogado Víctor Tartiere.
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