Otero y Renedo optan por la cárcel de Álava, una de las más modernas

Marta Renedo tiene la mayor condena del caso, nueve años que empezó ayer a cumplir con un pequeño gesto de rebeldía. Como al resto, la Audiencia Provincial la tenía citada entre las nueve y las doce de la mañana, para entregarle el mandamiento de prisión, pero no fue. Sabedora de que basta acudir a una cárcel con la condena impresa y que tiene derecho a elegir prisión, optó por desplazarse a la de Zaballa (Álava), eso sí, con una cautela. Llegó poco antes de las once, para que el centro penitenciario notificara la situación a la Audiencia antes de que los magistrados asturianos la dieran por fugada.

El proceder calca al que siguió el expresidente balear Jaume Matas hace un año. Estaba citado en la Audiencia de Palma para recoger un mandamiento pero a esa hora se presentó en la cárcel de Aranjuez. Que cumplir con los magistrados asturianos y llegar a Zaballa era posible lo demostró luego María Jesús Otero. A las 10.25 salió de la Audiencia con el documento de ingreso, y a media tarde fuentes penitenciarias confirmaban su ingreso también en el centro alavés.

No hubo plan común, pero sí el mismo razonamiento. La prisión asturiana dispone de un solo módulo para mujeres. Eso provoca que las reas que no logran acceder a los pabellones libres de droga (UTE 1 y UTE 2) terminen en el mismo recinto, lleven delitos de cuello alto o de sangre. Por contra, Zaballa es uno de los centros más modernos y amplios del sistema penitenciario y dispone de un módulo de respeto para mujeres, lo que facilitará su día a día.

Inaugurada en 2011 para relevar a la cercana cárcel de Nanclares de Oca, consta de doce pabellones, 720 celdas, servicios sanitarios, deportivos y piscina. Hace un año su ocupación era reducida, menos de 600 reclusos.

Cada uno eligió así su forma de entrar en prisión. El exconsejero José Luis Iglesias Riopedre, acompañado de familiares. Alfonso Carlos Sánchez, auxiliado por su letrado, Javier Díaz Dapena. Y el último en ingresar, Víctor Muñiz, ayudado por un amigo dos horas antes de que acabara la medianoche, el plazo a partir del cual se dictaría orden de busca y captura contra quien no hubiera entrado en prisión.