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OLGA ESTEBAN
OVIEDO.
Viernes, 26 de noviembre 2021, 03:40
Pedía la fiscal la condena sin fisuras de los cuatro acusados. Y, unas horas después, tras tratar de desmontar lo que «no son indicios, sino conjeturas», el abogado de Pedro Nieva solicitaba al jurado todo lo contrario. Porque «hacer justicia no es dar satisfacción ... a la viuda del fallecido». Para Beramendi, justicia en este caso sería un veredicto de no culpabilidad porque, lo contrario, «estoy íntimamente convencido, sería condenar a un inocente». Y añadió: «Les piden que con mimbres escasos y de mala calidad hagan un cesto por el que se condene a 25 años de cárcel a los acusados».
Jugó Beramendi nada más empezar su exposición una de las bazas de la mañana: traer a colación el «error estrepitoso» de la investigación de la UCO en el caso de Rocío Wanninkhof, otra vez de actualidad a cuenta de un nuevo documental. A Rocío y a Dolores Vázquez, acusada y condenada que luego se demostró inocente. Porque entonces, como cree Beramendi que ha sucedido en el 'caso Ardines', existió «celo en la investigación» y tal convicción de que Vázquez era la culpable que los investigadores «olvidaron» el ADN de la colilla que finalmente resultó clave para dar con el verdadero autor de aquel crimen, Tony King.
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Pese a todo, dijo Beramendi no estar cargando contra la Guardia Civil, sino poniendo en duda una investigación porque «se hicieron cosas mal y hay que decirlo». El principal problema fue que «dicen que las pruebas llevaron a Nieva, pero no. Primero fijaron la hipótesis. Pedro fue el único objetivo de la investigación».
Ha insistido en esa idea una y otra vez, asegurando que ya desde los primeros momentos tras el crimen la Guardia Civil puso su atención en Nieva. «Ya el 17 de agosto se pidieron los datos de siete líneas telefónicas relacionadas con su entorno, ha puesto como ejemplo.
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La atención se centró en Nieva por aquella grabación realizada el diciembre anterior, que confirmaba la infidelidad, y que él envió a la mujer y la hija de Ardines unos días antes del crimen. Y este es precisamente uno de los hechos que cuestiona. «Quien supuestamente organiza el plan detallado, el 5 de agosto decide poner en luz fluorescente un cartel de 'el culpable soy yo, si buscan un sospechoso, soy yo'».
Mucho ha hablado el abogado sobre los otros conflictos que Ardines mantenía, así como del papel de A., la mujer cuyo ADN apareció en el lugar del crimen. Beramendi ha cuestionado las pruebas que existen sobre la relación sexual que habían mantenido, la falta de investigación sobre toda esa relación y las dudas que existen sobre la transferencia que pudo llevar su ADN al escenario.
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