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Domingo, 3 de marzo 2019, 05:28
Desde que ingresó en el centro penitenciario de Asturias, apenas dos horas después de conocer que la relación de su mujer y Ardines había durado 30 años, Pedro «está hundido». No le pesa tanto estar en prisión como el hecho de saberse engañado toda una vida. La dirección del penal le ha aplicado el protocolo antisuicidio y está acompañado de un preso de confianza que le vigila de cerca. Tres días después de llegar a la cárcel recibió la visita de sus dos hijos. Le apoyan y creen la inocencia que él mantiene. En una semana pasó por tres abogados: el de guardia, que lo asistió al pasar a disposición judicial, otro letrado de Bilbao que llegó a recoger el sumario en el juzgado de Llanes y un tercero que previsiblemente llevará la fase de instrucción. Se trata del penalista vasco Jesús Urraza, quien en su día ejerció como abogado de la familia de Sheila Barrero. Pedro sigue obsesionado con Katia y su único pensamiento ahora es que le vaya a ver a la cárcel.
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