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Lunes, 4 de marzo 2019, 03:51
Pese a su carácter extrovertido, quienes conocieron a Javier Ardines coinciden en que no le gustaba presumir. La única excepción la conformaban sus dos principales debilidades: su nieto y los coches clásicos. «El crío se parece mucho a él y cada vez que alguien se lo decía, a Javi se le caía la baba», rememora uno de sus allegados. Para el concejal pocas cosas había más placenteras que pasar el tiempo con el pequeño. Gran amante de los coches clásicos, tras años de trabajo y esfuerzo, logró hacerse con dos 'joyas' que no dudaba en pasear siempre que podía. Ardines poseía un Simca 1.200 y un Simca Matra que cuidaba con esmero y, dicen quienes le trataron, que era incapaz de ocultar el regocijo cada vez que alguien les lanzaba un piropo. El resto del escaso tiempo libre que tenía, lo pasaba cuidando de las gallinas y ovejas, así como de la finca que rodea su vivienda en Belmonte de Pría, o dando largos paseos por el monte, dejando que la tranquilidad de la naturaleza le rodease.
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