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Quiso declarar y lo hizo durante más de una hora de forma contundente e incluso desafiante. Katia Blanco, esposa del presunto inductor del crimen de Javier Ardines, negó hoy en el juicio que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial por la ... muerte violenta del concejal llanisco Javier Ardines, que su marido, Pedro Nieva, fuese una persona «celosa o controladora». «No creo que mi marido haya matado a Javier», dijo en dos ocasiones, aunque sí reconoció que le envío a su marido el mensaje «Pedro, ¿qué has hecho?» tras saber que a su amante lo habían asesinado.
A preguntas de la fiscalía sobre si creyó que lo podía haber matado su esposo, Katia contesta: «Sí, pensé entonces que lo había matado, pero bueno, matarlo así... No sé, pero sí le pregunté por eso». Eso sí, se escudó en que supuestamente el capitán de la Guardia Civil de Gijón le acababa de preguntar si su marido era celoso, eso dos horas después de que apareciese el cadáver y sin que los agentes hubiesen empezado a tomar declaración a los testigos y además desconociesen en esos momentos que Katia mantenía una relación oculta con la víctima. Esa misma postura mantuvo para relatar cómo habían sido sus encuentros con la Guardia Civil durante la investigación. Fue llamada en dos ocasiones a declarar al cuartel y aseguró que esos encuentros fueron «super desagradables». «Todo el rato me estuvieron diciendo que mi marido era celoso, dieron incluso un puñetazo en la mesa y me dijeron que si me estaba riendo, les contesté que no era cosa de risa, no, me llegué a sentir muy, muy incómoda», añadió. Relató que llegó a decirle a los agentes: «Si lo queréis detener, bajad, está abajo que me ha traído en coche, pero mi marido ni es vengativo ni agresivo».
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Durante el interrogatorio la fiscal Belén Rico mantuvo los embistes de Katia con expresiones desafiantes (al menos en veintena ocasiones le espetó: ¿Y? ¿Y qué? ¿Y? cuando le plateaba conversaciones y mensajes en los que aseguraba sentirse agobiada y controlada) y le mostró e hizo referencia a conversaciones que la propia Katia había mantenido con su hermana y personas de su entorno sobre «la situación insostenible que vivía»: «En esos momentos no estábamos bien, nos íbamos a separar, y esos mensajes son de una persona dolida y mal, pero en ningún momento Pedro me ha controlado, ni ha hecho nada malo, sobre lo de que orinó encima de una camisa, supongo que me la salpicaría de pis porque estaba justo al lado del retrete», dijo. A su hermana le comentó por teléfono que se la había tirado al suelo y la había orinado. «Lo de que tenía celos del perro también es mentira», aseguró durante su relato en el que defendió a su marido, del que asegura que aún no se ha separado «porque no hemos podido firmar». Han pasado tres años y medio desde el crimen el de su amante y más de cuatro desde que según ella empezasen los problemas de su matrimonio.
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Katia ha declarado por videoconferencia desde el juzgado de Durango. Durante su testimonio su esposo, presente en la sala del juicio, apenas ha mirado de soslayo a la pantalla en la que se le veía a ella y ha permanecido muy serio y con los ojos vidriosos escuchando decir que «le negué a mi marido que tuviera una relación con Javier» o «eran unas relaciones de hacía unos cuatro años, había mantenido algo con él de cría, pero no se prolongó durante treinta años», dijo, contradiciendo su declaración ante la Guardia Civil en la que sí explicó que esos encuentros sexuales se habían prolongado durante tres décadas.
Durante la mañana del juicio también han declarado dos agentes de la guardia civil que participaron en las investigaciones y que han explicado brevemente lo que encontraron en el registro domiciliario de Maamar Kellii, uno de los presuntos sicarios. «Dos spray de pimienta y diez teléfonos móviles».
Antes de que concluyese el juicio, los miembros del jurado popular autorizaron que A., la mujer que mantuvo con Ardines una relación íntima pocas horas antes del crimen, pueda declarar el jueves como testigo a puerta cerrada y sin que se emita en directo la señal del juicio, como viene ocurriendo desde el principio. Así lo pidió ella misma para preservar su intimidad.
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