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OLGA ESTEBAN / R. MUÑIZ
OVIEDO.
Viernes, 19 de noviembre 2021, 03:47
«No se puede avisar, advertir o influir en una persona de la que ha aparecido su ADN para que preste declaración». No se puede pero, según los abogados de las defensas, eso es lo que podría haber sucedido en el caso de A., la ... mujer cuyo ADN apareció en el cuerpo de Javier Ardines. Era la suya la declaración más esperada de la sesión de ayer.
Una declaración que se produjo, como había solicitado, a puerta cerrada. Ni público ni medios de comunicación. No se podía ver ni siquiera oír a la mujer cuya vida sentimental y sexual se ha convertido en protagonista del juicio por el crimen del edil de Llanes. Infinitas son las preguntas que sobre ella y su relación con Ardines se han formulado a lo largo de las sesiones celebradas. Y en las respuestas, infinidad de detalles que, en condiciones normales, jamás habrían salido de su más estricta intimidad.
De ahí la privacidad exigida ayer para los casi 45 minutos que duró su declaración. A. contestó a preguntas de todas las defensas, que incidieron en el tema que realmente les interesaba y que «no era su vida sexual, que no nos interesa en absoluto», dijeron después. Pero sí querían aclarar si la Guardia Civil había informado a la mujer sobre el hallazgo de su ADN en el cuerpo de Ardines y el lugar del crimen.
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Los agentes que han testificado hasta ahora lo han negado. A., ayer, confirmó «sin duda» que sí había sido informada. Exactamente antes de su segunda declaración ante la Guardia Civil. Aunque el momento no es lo más importante, según los abogados. «Antes, o después, no estaría ajustado a derecho. El sentido común dice, aunque el sentido común está alejado de este procedimiento, que cuando aparece ADN de una persona, lo razonable es citarla como investigada para que preste declaración», explicó Fernando de Barutell, abogado de Maamar Kelii.
De Barutell fue sin duda el más crítico, aunque también Luis Mendiguren, letrado de Jesús Muguruza, se expresó sobre estos hechos. No solo insistió en que A. había sido informada, sino que también «le dijeron que convenía que explicara ciertas cosas sobre eso. De alguna forma, se le dirigió un poquitín sobre lo que tenía que decir en ese aspecto».
Las defensas decían confirmar, con esta declaración, lo que pensaban: que «la Guardia Civil no se había ajustado a la realidad». Ahora, aseguran, hay que «depurar» quién tiene la razón, «si bien miente la Guardia Civil o la testigo». Barutell abogó incluso por «abrir unas diligencias previas para depurar estos hechos». Lo que sí está claro es que las defensas han puesto en duda la labor de los agentes que participaron en la investigación. «Es una más», insistía Barutell, que llegó a asegurar que su cliente, Kelii, está «escuchando con paciencia frasciscana una irregularidad detrás de otra». Además, los abogados aseguraron que en aquella segunda declaración A. había contestado a «ocho, diez o quince preguntas», mientras que en el informe de la Guardia Civil «solo hay consignadas dos».
Se había hablado mucho de él también durante las sesiones previas. Es el propietario del restaurante ubicado en las inmediaciones de la playa de Guadamía, que resultó perjudicado por una decisión del Ayuntamiento de Llanes. «Estaba enfadado con él», admitió nada más empezar su declaración. Un testigo anterior, primo de Javier Ardines, había asegurado escucharle decir: «A ese hijo de puta lo voy a matar». Pero el hostelero lo negó. «Igual dije algunas cosas, porque tengo mucho pronto. Soy muy de decir que quiero que alguien se muera sufriendo por las putadas que me hacen a mí. Pero nunca dije que iba a matar a alguien». El abogado Fernando de Barutell optó por preguntarlo directamente: «¿Mató usted a Javier Ardines?» «No, señor».
El primo de la víctima también fue interrogado por la relación de Ardines con A. «Conocía el rumor y yo lo sospechaba, porque ella siempre estaba muy pendiente de Javier. Pero nunca vi ninguna escena que confirmara las sospechas. Me chocó que después de la muerte ella no apareció más», explicó.
Hubo también oportunidad de escuchar el testimonio del médico que estaba de guardia el día del crimen en Nueva de Llanes y que fue requerido como sanitario al lugar de los hechos. Aunque en realidad no llegó a intervenir porque «un guardia civil ya nos dijo que estaba muerto» y se requirió la presencia del forense. Se da la circunstancias de que el médico es esposo de la mujer que aquella mañana había quedado con Ardines para ir a hacer fotografías, por lo que la llamó para contárselo.
El juicio continúa hoy, a las 10 horas, con cuatro testigos más. Entre ellos, un guardia civil y un policía de Extranjería.
No obstante, otros de los presentes en la sala durante su declaración aseguraron después que las explicaciones de la mujer no fueron tan rotundas y que no se puede deducir claramente que fuera informada por los investigadores. Lo que nadie puso en duda ayer es que A. no estuvo en el lugar del crimen. Ella misma justificó la presencia de su ADN en el cuerpo de la víctima por las relaciones que habían mantenido horas antes. Sea como fuere, su declaración finalizó de forma contundente. «¿Mató usted a Javier Ardines?», le preguntó la fiscal, Belén Rico. «No», respondió A.
Si los posibles fallos de forma son una de las bazas que están jugando los abogados de los cuatro acusados, la otra es sembrar las dudas sobre los conflictos que Javier Ardines pudiera tener en relación con su actividad municipal. Dos policías locales interinos de Llanes y el que fuera letrado del Ayuntamiento (ahora ya jubilado) estaban citados ayer. La Oferta de Empleo Público que promovió Ardines como concejal de Personal había levantado muchas ampollas y las defensas llevan todo el juicio dando vueltas a ese asunto. Los policías negaron cualquier enfrentamiento personal ni mala relación y aseguraron que las desavenencias se habían dirimido en los juzgados.
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