Cuenta atrás para la apertura de juicio oral a los presuntos asesinos de Javier Ardines

Durante la vista, el trámite que pone fin a las actuaciones llevadas a cabo hasta ahora bajo la tutela de la magistrada llanisca, la Fiscalía y la acusación particular, que ejerce la familia de Ardines, solicitaron la continuidad del proceso. Ambas solicitan condenas de 25 años de prisión para cada uno de los supuestos implicados en el crimen: Pedro Nieva, considerado el inductor; Jesús Muguruza, cooperador necesario, y Maamar Kelii y Djillali Benatia, coautores materiales de la muerte. Las defensas, por su parte, volvieron a pedir, como ya hicieran en sus respectivos escritos, el sobreseimiento de la causa y la libre absolución de sus clientes.

Ahora será la jueza quien dicte, probablemente esta misma semana o a lo largo de la próxima, la apertura de juicio oral. De esta forma el caso pasaría a la Audiencia Provincial de Oviedo, donde se celebraría el juicio bajo la modalidad de jurado popular. Fuentes cercanas al caso calculan que este podría tener lugar en la primavera de 2021.

Javier Ardines fue asesinado en la madrugada del 16 de agosto de 2018 en el camino que conduce a su casa, en Belmonte de Pría (Llanes). Fue un vecino que paseaba a su perro quien se encontró con el cadáver y entonces se abrió una compleja investigación llevada a cabo por agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Llanes y de la Unidad Central Operativa. Tras seis meses de escuchas, declaraciones y pesquisas, los investigadores concluyeron que el concejal llanisco fue presuntamente asesinado por los argelinos Kelii y Benatia, a quienes había contratado Pedro Nieva, con la ayuda de Muguruza, tras enterarse de que Ardines mantenía una relación sentimental con su mujer, Katia Blanco.

Tanto en el atestado de la Guardia Civil como en los escritos de acusación se explica cómo Nieva planificó, supuestamente, el asesinato, viajando con uno de los presuntos sicarios hasta Belmonte de Pría para enseñarle la zona y darle indicaciones sobre cómo abordar al concejal y marinero. Se indica también cómo los dos supuestos asesinos aprovecharon la oscuridad de la noche para pillar por sorpresa a Ardines, quien se dirigía al puerto de Llanes a las seis de la mañana y, ante el brutal ataque, «no pudo defenderse, tan solo colocar de forma intuitiva su brazo derecho como escudo».