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RAMÓN MUÑIZ
GIJÓN.
Domingo, 14 de noviembre 2021, 01:38
Katia B. está citada mañana a las diez en los juzgados de Durango para sentarse delante de una cámara, conectarse por videoconferencia con el juicio del asesinato de Francisco Javier Ardines y terminar de tomar partido. De un lado, es la esposa de Pedro ... Luis Nieva, el acusado de haber orquestado el crimen. Por otra parte, también es la prima de la viuda que dejó aquel suceso. Hasta ahora ha colaborado con la Guardia Civil, ayudándoles a componer el puzzle que concluyó con el arresto de su marido y una petición de condena de 25 años de cárcel. Mañana, antes de abrir la boca, el magistrado-juez Francisco Iriarte le recordará que dado su vínculo conyugal no tiene obligación de declarar contra Nieva. Eso sí, si decide hablar, deberá contar la verdad o exponerse a una acusación de falso testimonio.
Cuando no tenía esa cortapisa, cuando se manifestaba con libertad ante los agentes, les explicó su versión. La fatídica noche del 15 al 16 de agosto de 2018 estaba en Belmonte de Pría, en su vivienda próxima a la de Ardines. Se quedó «medio dormida hasta la una o las dos de la madrugada». Escuchó llegar a su hijo, que venía de tomar algo en Garaña y con él dentro concilió el sueño.
Nada supo del crimen que durante la madrugada se cometió en las inmediaciones. Recuerda que estaba despierta en la cama a las 10.15 cuando le llamó el hijo de Ardines para contarle que su padre estaba muerto. «Rápidamente se vistió y bajó corriendo al lugar en el que había aparecido el cadáver», refleja su declaración.
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«Estuvo todo momento con su prima Nuria, los hijos de esta y demás familiares». Entre las 13.30 y las 14 la hija de Ardines le reveló que el cuerpo «tenía la cara destrozada». Comprenden que fue asesinado y se disparan las sospechas. Un agente pregunta a Katia B., que en un aparte escribe por whatsapp a su esposo:
-«Pedro. Que as hecho» (sic)
-«Yo no hecho nada. Te lo juro. Estado en casa sin casi poder dormir toda la noche Como todas las noches».
-«Tienes que venir te va a llamar la guardia civil».
-«Pues iré Pero no he hecho nada. Lo peor es que tu no me crees».
-«Lo peor que me miran ami» (sic).
La relación entre las dos familias se había truncado semanas atrás, al aflorar un secreto largamente guardado. Según admitió Katia a los agentes, llevaba 29 años acostándose con Ardines, a espaldas de sus respectivos cónyuges. Nieva había confirmado sus sospechas en diciembre de 2017 al grabar una conversación entre los amantes y durante medio año sometió a Katia a reproches, revisaba su teléfono móvil, discutían, en una ocasión ella cree que le meó una camisa.
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Aquel drama quedaba en el domicilio conyugal de Amorebieta (Vizvaya), sin salpicar a la familia de Ardines. Al llegar el verano la cosa se torció. Katia decidió que volvería a la casa de Llanes y Nieva no aguantó. El 5 de agosto se plantó por sorpresa en Asturias y tienen la gran bronca. Hablan de divorciarse. Ella le escribe luego que le ha dado «miedo. Tenías una cara que parecía que me querías hasta matar».
Dolido, Nieva rompe la baraja. Manda el audio de los amantes a la mujer y a la hija de Ardines. «Voy a terminar mal y lo sé, pero ya no me importa nada», llega a escribir. «Me habéis destrozado la vida entre los dos», reprocha a su mujer. La grabación sienta como un jarro de agua fría en casa del concejal. Ardines asegura a su esposa que la conversación no es lo que parece. Le quita hierro.
Cinco días después Katia y Ardines se cruzan en Cuevas del Mar. Será la última vez. Van en coche y «simplemente se saludaron pero no mantuvieron ninguna conversación», evoca ella. Al día siguiente Nieva vuelve por sorpresa a Llanes y consigue hacer las paces con su mujer. Ardines les bloquea a los dos en su teléfono móvil. Dos noches después, cae asesinado.
En su declaración, Katia recordó que en las horas posteriores al crimen su marido «estaba bastante nervioso», que en un primer momento se negó a ir a Llanes porque «no estaba para conducir y que por eso no quería venir solo, todo ello a pesar de que él habitualmente es una persona muy tranquila».
Ante los agentes, la mujer relató que en las semanas siguientes «en alguna ocasión han hablando» del crimen «si ven en los informativos alguna noticia relacionada». Con todo, «Pedro nunca le ha dicho nada relacionado con quién creyera él que pudiera ser el autor de los hechos». Habían pasado tres meses desde que Ardines fuera asesinado y en el puesto de Llanes, ante la Guardia Civil, Katia no quiso cerrar su declaración sin puntualizar algo: «En la actualidad no cree que su marido Pedro pudiera haber matado a Francisco Javier».
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