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RAMÓN MUÑIZ
OVIEDO.
Jueves, 16 de diciembre 2021, 00:47
Movido por los celos y el odio Pedro Nieva diseñó el asesinato de Javier Ardines en 2018 y pagó a tres hombres para que lo ejecutaran. Jesús Muguruza se encargó de localizar a los sicarios y aportó ideas al plan criminal, Djillali Benatia y Maamar ... Kelii asumieron el trabajo sucio y se ensañaron con una víctima a la que aturdieron con sprays de pimienta, golpearon con un bate o un palo, y remataron practicándole una llave que lo asfixió.
Este relato es el que planteaba la Guardia Civil tras los indicios recabados durante la investigación y el que asumió como cierto el jurado popular que por unanimidad consideró culpables a los cuatro. El veredicto fue leído el pasado día 1 y quedaba que el magistrado-juez Francisco Javier Iriarte lo trasladara a una sentencia. Establecidos así los hechos probados y admitidos los agravantes de ensañamiento y crimen perpetrado a cambio de dinero, su margen era estrecho. La fiscal y el abogado de la familia de Ardines pedían 25 años de prisión para cada uno, los letrados de la defensa dejarlo en 20. Al final la sentencia comunicada ayer opta por ir a la baja en la privación de libertad, al alza en la indemnización y gradúa la responsabilidad de cada condenado.
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La Audiencia Provincial impone 22 años de cárcel a Nieva, Benatia y Kelii y 20 a Muguruza. Todos están entre rejas y seguirán un largo tiempo. Deberán abonar una indemnización de 200.000 euros a la viuda y 100.000 a cada uno de los dos hijos a los que dejaron sin padre. Cuando salgan en libertad no podrán acercarse a menos de 100 metros de ellos.
Para modular las penas, el magistrado-juez repasa la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que distingue entre inductores, cooperadores y autores materiales. Según esta doctrina quien termina matando debe llevarse el castigo mayor, motivo por el cual Benatia y Kelii quedan con 22 años. Muguruza fue un cooperador necesario y su implicación está un paso por detrás, razón por la que le baja a 20 años. Nieva une a su posición de inductor la de cooperador y es el que empuja al resto a cometer el crimen, rol por el cual Iriarte le deja con la misma gravedad que los dos sicarios.
En los 36 folios de la sentencia el magistrado aprovecha para subrayar el trabajo que se tomó el jurado popular en su deliberación («loable por su inusual extensión y generosa motivación») y los agentes al cargo de la investigación. Reunieron «un abrumador conjunto de datos objetivos» a lo largo de una «exhaustiva investigación». Puestos uno detrás de otro, la consistencia de las coartadas queda en cuestión.
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El origen de la historia se fecha el 9 de diciembre de 2017. Aquel día Nieva come con su esposa (Katia) y Ardines. Son amigos de toda la vida. En un momento dado el acusado se ausenta, dejando su teléfono grabando. Es así como confirma que Katia y el concejal de IU mantienen una relación secreta. En el juicio aseguró que grabó por error, jugueteando con el teléfono, «hipótesis» que el juez no se cree. El audio comienza justo al levantarse de la mesa y termina al volver. Meses después la hija de Ardines preguntó a Nieva si grabó porque tenía sospechas. «Sí, sospechaba», admitió.
Benatia relató a los agentes una escena a la que la sentencia da crédito. Según le trasladó Muguruza, «al día siguiente o el mismo día» de la grabación Nieva cogió una pistola y le dijo a su amigo: «Venga, vamos a cargarle». El conseguidor le pidió margen para que no fuera tan obvio: «Deja que pase el tiempo. Luego ya le podemos hacer cualquier cosa».
La sentencia tira de jurisprudencia para defender la validez de la confesión que hizo Benatia. En el juicio se retractó de ella, argumentando que mintió y que estaba presionado por la Guardia Civil. Rescatar lo dicho en fase de instrucción es legal si hay una contradicción entre lo afirmado entonces y lo defendido ante el jurado, argumenta el juez.
- Pedro Luis Nieva Abáigar , como inductor de un delito de asesinato, condenado a una pena de prisión de 22 años e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Tendrá libertad vigilada con prohibición de aproximarse a menos de cien metros de Nuria Blanco del Río, Iván Ardines Blanco y Alba Ardines Blanco y de comunicarse con ellos durante un plazo máximo de cinco años.
- Jesús Muguruza Butrón , como cooperador necesario de un delito de asesinato, condenado a una pena de prisión de 20 años y un día, e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Tendrá libertad vigilada con prohibición de aproximarse a menos de cien metros de Nuria Blanco del Río, Iván Ardines Blanco y Alba Ardines Blanco y de comunicarse con ellos durante un plazo máximo de cinco años.
- Djillali Benatia , como coautor de un delito de asesinato, condenado a una pena de prisión de 22 años e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Tendrá libertad vigilada con prohibición de aproximarse a menos de cien metros de Nuria Blanco del Río, Iván Ardines Blanco y Alba Ardines Blanco y de comunicarse con ellos durante un plazo máximo de cinco años.
- Maamar Kelii , como coautor de un delito de asesinato, condenado a una pena de prisión de 22 años e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Tendrá libertad vigilada con prohibición de aproximarse a menos de cien metros de Nuria Blanco del Río, Iván Ardines Blanco y Alba Ardines Blanco y de comunicarse con ellos durante un plazo máximo de cinco años.
- Los cuatro condenados tendrán que pagar, conjunta y solidariamente, 200.000 euros a Nuria Blanco del Río, viuda de Javier Ardines, y 100.000 euros para cada uno de los hijos, Alba e Iván. En total, 400.000 euros.
Esa primera versión de Benatia y los mensajes de whatsapp que Nieva fue enviando evidencian «un rencor que iba en aumento, por razón de esa relación extramatrimonial que le obsesionaba». «Ninguna verosimilitud» se le da al autor intelectual cuando, delante del jurado, aseguró que no, que tenía asumido el divorcio y no culpaba del fracaso del matrimonio a Ardines.
Lo mismo ocurre con el «tal Julián». Muguruza y Nieva admitieron un viaje a Llanes antes del crimen, pero negaron que fuera con Benatia para enseñarle el lugar en el que tender la emboscada. Adujeron que iban con un obrero, llamado Julián, que iba a repasar el tejado. Es «ilógico» que no dieran ese nombre antes y «ninguna prueba» apunta a que exista el susodicho Julián.
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El asesinato por encargo se ejecuta el 16 de agosto de 2018. La sentencia se apoya en las cámaras de tráfico y la posición de los teléfonos móviles para concluir que Benatia y Kelii viajaron desde Bilbao a Belmonte de Pría y se aseguraron de cumplir su parte del trato. «El empleo de la emboscada, el carácter inesperado y repentino del ataque, el efecto debilitador que necesariamente tuvo que causar» el uso de los sprays de pimienta «y la superioridad física que deriva del hecho de que fueran dos los atacantes, redujeron (por no decir que anularon) cualquier posibilidad de defensa».
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