Caso Ardines: una sentencia contundente

A lo largo del mes de noviembre pasaron por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial hasta sesenta testigos y peritos para intentar recomponer el puzzle del crimen perpetrado en agosto de 2017, que se ha demostrado planeado y bajo pago de 25.000 euros a dos sicarios que ejecutaron lo ideado por Pedro Nieva: quitarse del medio al hombre con quien su esposa le fue infiel durante treinta años. Los celos. Una de las motivaciones criminales más antiguas que si embargo, en esa ocasión, llevó al inductor a contratar a dos sicarios para materializar su plan, con la ayuda de un amigo que le hizo de mediador. Creyó que no matando a la víctima con sus propias manos, y teniendo una supuesta coartada a 200 kilómetros, no acabaría sentado ante el juez. La Unidad Central Operativa (UCO) y la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia aguaron los planes de Pedro Nieva.

Lo que no se ha aguado es su matrimonio. Aunque exista una distancia física entre él y su esposa, Katia Blanco, continúan casados y «por mucho tiempo», según ella misma declaró en otro juicio celebrado el pasado verano en Vizcaya por una agresión a su excuñado. En la vista oral por el asesinato del que había sido su amante (el marido de su prima carnal), le exculpó totalmente y manifestó que estaba convencida de que su esposo no había ordenado matar a Javier Ardines. Lo mostró como una persona tolerante y dialogante, lejos del perfil que se plasma en la sentencia del juez Francisco Ruiz Iriarte tras el categórico veredicto de culpabilidad dictaminado por el jurado popular: «Tenía un rencor que iba en aumento, por razón de esa relación extramatrimonial que le obsesionaba», dice el fallo.

Fue por ese motivo por el que «encargó a Jesús Muguruza que buscase a alguien que pudiera ejecutar esta muerte. Jesús aceptó el encargo y, ejerciendo un papel de intermediario, planteó a Djillali Benatia» que asumiera el trabajo. Aceptó y buscó a un compinche, a Maamar Kelii, y «repartirse el dinero». Hubo un primer viaje a Belmonte de Pría, el 27 de julio de 2018: «Hicieron un reconocimiento de la zona y hablaron del modo de llevar a cabo los hechos», señala el fallo judicial. En ese desplazamiento preparatorio estaban el propio Pedro Nieva, su amigo Muguruza y Djillali Benatia. «Acordaron hacer una emboscada para asegurarse el resultado», añade.

Viajaron a principios de agosto, pero la víctima no cayó en la trampa. Habían colocado en mitad del camino una valla de obra para obligar a detener el vehículo cuando salía de casa hacia el puerto de madrugada. Ardines rodeó esa valla con su furgoneta y siguió su camino.

Los dos sicarios regresaron la madrugada del 16 de agosto y perfeccionaron el plan: le colocaron en mitad del camino tres vallas de obra. Djillali y Maamar salieron de su escondite y «le rociaron con sprays de pimienta». La víctima trató de huir pero «fue perseguido y recibió un golpe en la cabeza, bien propinado con un bate de béisbol por Maamar, bien con un palo por Djillali, pero en cualquier caso puestos ambos de común acuerdo y en ejecución del plan concebido para acabar con su vida». Finalmente «fue estrangulado desde detrás». El cadáver del pescador y concejal llanisco fue hallado por un vecino, lo que puso en marcha la investigación policial y judicial que llega hasta la sentencia.