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r. muñiz
Viernes, 7 de agosto 2020, 01:07
Hay varias formas de medir la siniestralidad en las carreteras y las mejores exigen paciencia. A principios de año la Dirección General de Tráfico (DGT)lanza un primer avance, provisional, contando los fallecidos el curso anterior en cada comunidad; la suma se hace ... solo con los decesos en vías interurbanas y dentro de las 24 horas siguientes a cada accidente. Es por tanto insuficiente; indica la tendencia pero no completa la fotografía. En el verano, cuando ya ha recabado partes hospitalarios y otros informes, cierra el balance del curso anterior, ya con los fallecimientos hasta pasados 30 días desde el siniestro.
En enero el balance situaba en 21 las víctimas mortales de las carreteras interurbanas asturianas. Ahora, el nuevo reajuste eleva la cifra a 31 decesos. Con todo, es el dato más bajo en la región desde que se hacen estadísticas de fallecidos hasta 30 días después del accidente de tráfico. El nuevo mínimo histórico supone que en los últimos 20 años la mortalidad en carretera así medida ha descendido un 78%.
La progresión va en la buena dirección, si bien no oculta que el grueso de la mejoría se experimentó entre 2003 y 2011. Es el periodo que se asocia al carné por puntos y, en Asturias, también a un avance importante en la red de autovías. Las mejoras, en la comunidad como en el resto del país, parecen haber tocado techo o, al menos, haber entrado en un ritmo de mejora más lento.
Lo sabe bien la DGT, que lleva tiempo poniendo la lupa en lo que se conoce como usuarios más vulnerables de la vía. El balance final de 2019 le da la razón. Por primera vez en todo el país los ciclistas, peatones y motoristas suponen más de la mitad de las víctimas mortales, concretamente el 53%. Los mayores también son los que están más expuestos. El 19% de la población del país pasa de los 65 años, y sin embargo esta franja de edad supone el 28% de las víctimas mortales. El director general de tráfico Pere Navarro asumió que «estos datos nos indican que vamos a tener que concentrar los esfuerzos en las ciudades y, en especial, en la protección de los usuarios vulnerables».
La batería de medidas que prepara su departamento pasan por ir a una reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora de máximo en los cascos urbanos. También se estudia cómo incentivar el uso de los chalecos de motoristas que llevan incorporados el sistema airbag, un tipo de precaución ahora con poco mercado y cara para el usuario. Por último la DGT sigue valorando incrementar la sanción a los conductores que circulan usando el teléfono móvil.
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