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J. L. RUIZ / I. GARCÍA
GIJÓN / OVIEDO.
Lunes, 12 de agosto 2019, 02:12
El Fontán en Oviedo y el Mercado del Sur en Gijón son dos espacios asturianos en los que día tras día se suceden las ventas de productos cárnicos al por menor. En ambos, profesionales y clientes coinciden en que las recomendaciones de la ONU les ... parecen «exageradas».
«Es un despropósito», subraya Enedina Solís, que trabaja en una de las carnicerías del céntrico mercado ovetense. Su colega de profesión, José Arbesú, le respalda: «Para mí es un poco absurdo». La nota discordante, entre los carniceros, la pone Joaquín Santurio, quien se muestra «a favor» de todo aquello que sea «en beneficio del planeta». Para este profesional no supondría un gran cambio en el modelo alimenticio, pues precisa que «el consumo de carne ha bajado bastante en los últimos tiempos».
Entre los consumidores, opiniones enfrentadas. A Jesús Chivite le parece «una chorrada» que se limite el consumo de carne. «Al final pasa como con los antitaurinos, parece que la moda ahora es prohibir y prohibir», expone y defiende que, aplicando la misma lógica, se podría criticar por igual a quien «tarda media hora en ducharse». Por su parte, Lourdes Salomón considera que lo que propone la ONU sería «bueno para todos», pues entiende que se abusa del consumo de carne; «si con esta normativa se consiguiese «regular y que se coma menos (carne), me parece genial».
En Gijón, Liliana Suárez, que trabaja en la carnicería desde hace años, no cree que la forma en que se compra y se produce la carne en Asturias suponga ningún problema. «Nosotros vamos en persona a las explotaciones a elegir los terneros que luego vendemos, y todos son de Asturias y Galicia», explica. Cristina Menéndez, carnicera, señala otros focos de contaminación: «Podían mirar lo que contaminan las industrias pesadas como Arcelor en vez de ocuparse de estas tonterías». Por su parte, Luis Monteserín, profesional del sector, sospecha que detrás de esto hay otras intenciones. «Aquí hay intereses políticos. La carne se consume mucho porque es muy aprovechable y la gente mira por su economía, es normal».
Entre los clientes las opiniones van en la misma dirección. Yolanda Pérez considera que se desvía el foco de atención: «La ONU debería ocuparse de cosas más importantes que esto. El consumo de carne tendrá influencia en el cambio climático, pero es mínima si lo comparamos con las grandes industrias que todos tenemos a la vista».
Y recuerda que «habría que garantizar» que la carne de los grandes fabricantes llega al consumidor «sin aditivos». El contrapunto lo pone Yolanda Sánchez: «Creo que sí deberíamos reducir el consumo, yo como muy poca carne, ni siquiera todas las semanas».
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