El vigente campeón del Carnaval de Gijón deja atrás los cuentos de hadas

Después de un año «mágico e inolvidable», toca reinventarse para seguir dando guerra sobre el asfalto gijonés y las tablas del Teatro Jovellanos de Gijón. Los componentes de la charanga Folixa pa Toos todavía saborean el Antroxu del pasado año, cuando se alzaron con la victoria del concurso local por primera vez en sus ocho años de vida. Todo un privilegio que, sin embargo, ha quedado ya atrás con los preparativos de este año. «Con lo de 2017 cumplimos un objetivo que nos habíamos marcado desde nuestra creación. Después del 'subidón', ahora toca disfrutar a tope sin mirar ni clasificaciones ni nada», explica Vanesa Agulla, vicepresidenta del grupo.

Si el año pasado el triunfo vino de la mano de una animada recreación del universo de Peter Pan -con gran barco pirata que impresionó tanto al público como al jurado-, en esta ocasión la charanga prepara algo diferente.

«Queremos cambiar un poco nuestro estilo. Esperemos que el público lo note porque vamos a dar un giro respecto a los últimos años», apunta. Para este Antroxu, la agrupación contará con una nutrida representación de diversos barrios de la ciudad. En total 47 personas de todas las edades que ya ultiman su espectáculo «muy, muy pillados de tiempo».

La actuación, que lleva fraguándose desde noviembre, promete también cambios en la puesta en escena y en la coreografía. Se alejarán, siguiendo su anuncio, de su condición de 'charanga de los niños', un apelativo que se ganaron por sus referencias a los cuentos infantiles y a las historias fantásticas. «En septiembre ya nos decantamos por una de las ideas que barajábamos, aunque con todo el tinglado empezamos en noviembre. Al final son muchas horas de ensayos para diez minutos en un escenario y un espectáculo largo en el desfile». «Es mucha organización y sacrificio, pero a todos los que estamos aquí nos merece la pena», subraya Agulla.

Con el Antroxu ya a la vuelta de la esquina, los integrantes de Folixa pa Toos piden a los gijoneses que salgan a la calle y disfruten de la animación de las charangas, «todo un lujo» del que muchas veces no se es consciente. «Aquí hay charangas muy buenas que trabajan muchísimo. El nivel está muy alto», defiende este colectivo que vive por todo lo alto una pasión que solo se llega a entender al 100% cuando se vive desde dentro. «El charanguismo hay que vivirlo... No hay otra».