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SUSANA D. TEJEDOR
Jueves, 4 de febrero 2021, 01:42
Lo imposible no existe sino en la mente de los cómodos». Esa fue la primera frase que pronunció Marcelo Chorny cuando volvió a recuperar la voz y aprendió a unir palabras. «La escuché cuando era pequeño en mi tierra y me quedé con ella. Nunca pensé que llegaría a utilizarla en las condiciones en las que lo hice».
Este vital boanaerense, deportista y triunfador llegó a España hace cinco años. Quería un futuro mejor para sus dos hijos y vino para ir abriéndoles camino. Entrenador de rugby, le ofrecieron trabajo primero en Burgos y luego en Oviedo y Gijón, ciudad en la que dice que si puede se quedará para siempre. Cuando todo parecía encarrilarse tras tener que dejar atrás Buenos Aires, unas molestias que tardaron en ser diagnosticadas derivaron en un cáncer de laringe «muy complicado, con operaciones y radioterapia», que cambió toda su vida. Hoy, Día Mundial de lucha contra el Cáncer, remomora su historia para EL COMERCIO.
«Es un alumno muy aplicado, de lo mejor que he tenido». Quien habla es Carmen Rico, su logopeda, que se ha convertido también en su su confesora. Marcelo habla sin parar. Ha aprendido a convivir con limitaciones, pero quiere «ser el número uno tras esto». En la Asociación de Lucha Contra el Cáncer algunos encuentran su refugio, la ayuda definitiva que necesitan para afrontar un camino distinto, difícil y desconocido. «Muchos no quieren el alta», asegura Rico, que lleva vinculada a la entidad desde hace varios años. Aquí hay un intenso aprendizaje para todos los que acuden. «Gratuito, la gente no lo sabe».
Pese a los malos momentos, Marcelo aún tiene ánimos para bromear: «Necesito la voz para trabajar, un argentino sin voz es imposible». No olvida el momento en que «te dicen 'es cáncer'. Se me cayeron las lágrimas, pedí sinceridad y fui asumiendo el duelo, sabía que era un cambio para toda la vida». Ahí Carmen Rico desempeñó un papel esencial. Y Marina, la psicóloga de la asociación, también. «El creía que no necesitaría ayuda psicológica, pero no era así».
A Marcelo le detectaron el cáncer en plena pandemia, durante el confinamiento. Unos meses muy dolorosos, en los que falleció su padre y él mismo fue un dudoso covid.
Afrontar la terapia contra el cáncer es complicado siempre. Mucho más, con las restricciones actuales por el coronavirus. Carmen y Marcelo alternan su terapia entre presencial y telemática, con videollamada.
«Llorona, muy llorona», también se confiesa Elena Cases, con cáncer de ovario. Vive en Noreña, pero nació en Bruselas, a donde emirgraron sus padres y adonde espera volver a reunirse con sus amigas y «comerse una gofre».
Administrativa en una empresa internacional de ascensores durante 25 años sufrió un auténtico calvario. Hace tan solo cuatro días que salió del hospital. Unas molestias que fueron intensificándose se convirtieron en un cáncer. «Primero fueron gases y terminaron por abrirme de parte a parte del abdomen», detalla.
Su día a día se convirtió en un sinfín de interrogantes: «¿Qué va a ser de mí?, ¿qué ayudas voy a tener?, ¿cómo voy a vivir a partir de ahora?». Su contacto con la asociación no solo le despejó muchas de sus dudas sino que le ayudó en trámites burocrátios, atenciones psicológicas, apoyos profesionales.
Marta García, trabajadora social, es un bastón esencial en estos momentos tan duros para los afectados. «Es una enfermedad que nos toca a todos de cerca, pero es un trabajo muy gratificante porque recibes mucho de familiares y de los propios pacientes». No es fácil para ninguno de los que se enfrentan a la palabra cáncer de una forma u otra. «Carmen es fundamental en mi vida. Me dio ánimo para hablar. Fue mi doctora, mi psicóloga, mi amiga, todo. Me enseñó hasta cómo debía limpiarme», dice Marcelo, que tiene una filosofía muy clara: «Todo es por algo en la vida. Hay que dar sin esperar, pero siempre vuelve».
Carmen y Marta sufren con cada nuevo paciente oncológico pero dicen que ellos son los que les «impulsan a seguir, a luchar por unas vidas que un buen día se cruzan en su camino. «Y quieres seguir sabiendo que todo les va bien».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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