Tráfico denso en la AP-8, en el límite entre Vizcaya y Cantabria. EFE

«Bustio y Unquera somos un pueblo y nos partieron en dos»

Quienes residen a ambos lados de la frontera de Asturias y Cantabria aguardan «con ganas» su reapertura para poder recuperar la normalidad

L. RAMOS

BUSTIO / UNQUERA.

Sábado, 20 de junio 2020, 00:57

Apenas les separan unos metros, pero la pandemia hizo que parecieran kilómetros. Los vecinos de las localidades de Bustio (Ribadedeva) y Unquera (Cantabria) llevan siglos conviviendo como si de un único pueblo se tratase, pero la existencia de una frontera marcada ... por el río Deva entre ambos núcleos hizo que durante los últimos meses no pudieran acudir a sus tiendas o bares habituales, ni tampoco reunirse con esos familiares y amigos a los que veían a diario. Esta medianoche la apertura de fronteras entre las comunidades pondrá fin a esta anómala separación, una situación que ayer ya se adelantó entre las comunidades de Cantabria y País Vasco, generando intenso tráfico.

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«Bustio y Unquera somos como un solo pueblo, pero nos partieron en dos», apuntaba ayer Begoña Gestera, quien reside en la segunda localidad pero trabaja en la primera, en el supermercado Viuda de Anastasio Noriega. «Tenemos muchos clientes habituales de todo Val de San Vicente que durante estas semanas no podían venir aquí a comprar», lamentó. Al otro lado del Deva, los cántabros José y Noemí Gutiérrez señalaban que «se podría haber tenido en cuenta la situación que tenemos aquí y haber sido un poco más flexibles». Y es que, aseveraron, «se hace rarísimo no poder simplemente cruzar el puente para estar con nuestros vecinos, con quienes incluso compartimos la comisión de fiestas».

Para los residentes en Bustio, Colombres y otras localidades ribadedenses próximas a la frontera, el acudir a hacer sus compras y otros trámites al vecino municipio cántabro es cuestión no solo de costumbre, agregaron los Gutiérrez, también de «comodidad». «No tienen pescadería, por ejemplo, y les quedan mucho más a mano las de aquí que las de Llanes», indicaron. Lo mismo sucede con otros bienes, como los libros, la ropa o la lotería. «Cuando abrieron las librerías me moría de ganas de poder ir a Unquera a por nuevos ejemplares, pues para mi la lectura es muy importante y más tras tanto tiempo encerrada, pero no podía, pues incluso cuando tenía que cruzar al otro lado por necesidad me sentía casi como una delincuente», relataba la ribadedense Gloria Bustamante. Y celebraba que apenas unas horas la separasen de sus costumbres de siempre.

También en los negocios aguardan «con muchas ganas» a que llegue la libre circulación, tras tres meses «muy duros». «La nuestra es una zona de paso y el cierre se nota mucho, además de que alguna gente que si puede venir tiene miedo y no sale mucho y otros no lo están pasando bien económicamente», explicaba Carlos Sánchez, desde su administración de loterías. Propietario también de la empresa de repostería Sanbar, aseveró que la venta se resintió mucho en este tiempo. «Por un lado se notó el cierre de las cafeterías y por otro la falta de turistas, pues es muy habitual que quienes pasen por aquí en dirección a Potes u otros lugares paren y se lleven unas corbatas», explicó.

Desde los apartamentos rurales La Fonda, José Ramón Gestera indicaba que, con la inminente apertura de fronteras ya comienza a haber reservas. «Necesitamos que la gente vea que la libre movilidad es algo real y se vayan acostumbrando, pues aún hay inseguridad y también bastantes cancelaciones», indicó.

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