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Hoy se cumple una semana de la desaparición de Concepción Barbeira. Siete días en los que no se ha dejado de buscar a esta vecina de San Adriano (Castrillón) de 46 años. «Han estado todos los efectivos posibles. En eso no ... tenemos queja. Pero parece que se la haya tragado la tierra», lamenta su hermana menor, Soraya. La familia no pierde la esperanza de dar con su paradero y para ello, en colaboración con la asociación SOS Desaparecidos, han organizado una batida ciudadana tanto hoy como el fin de semana. Se espera que participen en esta búsqueda decenas de voluntarios que se encargarán de peinar la costa partiendo de la playa de Santa María del Mar, en cuyas proximidades apareció aparcado su vehículo, con las llaves puestas y las puertas cerradas pero sin seguro y con su bolso en el interior.
Acudirá gente hasta de fuera de Asturias. Sobre todo amistades que Concepción y su marido han ido cosechando debido a su afición a las motos. Pero la familia hace un llamamiento para que se sume a la búsqueda el mayor número posible de voluntarios. «Ojalá que venga cuanta más gente mejor», pide Soraya Barbeira.
El punto de encuentro será el hotel Román, a las 9.30 horas. Desde ahí, en grupos organizados y dirigidos por un especialista, peinarán la costa. La idea, cuenta la hermana de la desaparecida, es ampliar el radio de búsqueda, alcanzando los montes próximos a la playa de Santa María del Mar. Por eso se recomienda a quienes quieran participar que lleven ropa cómoda y calzado adecuado para un terreno que no será de fácil acceso. La familia confía en que esta minuciosa búsqueda dé resultados. «Algo tiene que aparecer. Algún rastro, por mínimo que sea. Alguna pista...».
Ayer fueron cuarenta personas, entre personal de servicios públicos y voluntarios, los que participaron en el dispositivo de búsqueda de Concepción Barbeira -morena, de 1,60 de altura y complexión delgada- por tierra, mar y aire. Casada y con una hija de 21 años, el pasado viernes se le perdió la pista durante el trayecto desde su domicilio hasta su puesto de trabajo como cocinera en el Hospital de San Agustín, en Avilés. Sus compañeros fueron los primeros en dar la voz de alarma, extrañados de su ausencia.
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