O. VILLA / J. M. PUGA
OVIEDO.
Viernes, 9 de septiembre 2022, 03:55
Bien pensado, el acto de entrega de las Medallas de Asturias en el día oficial de la comunidad autónoma tiene la obligación no solo de reconocer los especiales méritos de algunos asturianos de nacimiento o de vida, sino también de ser una inspiración para ... toda la comunidad. De que la propia región muestre su orgullo por las cosas bien hechas y marque el camino hacia un horizonte mejor.
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Y ayer quedó bien claro que las seis distinciones estuvieron muy bien calibradas por parte del Gobierno regional. Posiblemente hay decenas o centenares de posibles candidatos con méritos similares a los de los galardonados de ayer, pero si algo quedó claro en la ceremonia que se celebró a media tarde en el Auditorio de Oviedo, sobriamente engalanado para la ocasión con un escenario en el que los colores de la bandera estuvieron presentes sin saturar, es que las Medallas de Asturias distinguen a un proyecto común. A esa Asturias que somos todos, oriundos, asimilados y hasta los refugiados que llegaron a la región este último año de forma ajena a su voluntad. Todos.
El presidente del Principado así lo dejó traslucir en un discurso en el que ligó los méritos de todos los galardonados con una liviana pero robusta red de interconexiones que se concretan en un proyecto común bajo el nombre de Asturias. Una región de la que Barbón volvió a hablar en castellano, asturiano y eonaviego y de la que aseguró que, en particular en la fiesta del 8 de septiembre, «lo secundario son las diferencias interesadas a beneficio de parte, los enfrentamientos inútiles, la fragmentación en banderías. Hoy es una festividad para la confraternización y la unión, para reconocernos en la identidad de Asturias».
Resultaba llamativo, sí, que las medallas de Asturias se concediesen en dos categorías, oro y plata, hasta que este año el Gobierno del Principado unificase en una sola categoría. Barbón quiso dejar claro que unificarlas no es un desdoro, antes al contrario: «Pensamos que los merecimientos para recibir estas distinciones son de tal relevancia y consideración que resultaba absurdo distinguir entre oro y plata», dijo, para justo a continuación añadir que los galardonados de este año «son todos oros».
Así, dio paso a las glosas, que comenzó, como no, con el multimedallista de oro, plata y bronce Raúl Entrerríos, al que pidió disculpas por no haberle entregado antes el reconocimiento. De Las Pelayas dijo lo mismo, pero con un retraso «de un milenio si nos remontamos a la basílica primigenia». De ellas dijo que son, en su clausura, «una comunidad abierta, permeable al mundo» y custodias «del mejor archivo medieval de Asturias».
Se deshizo en elogios también el presidente hacia Alfredo Martínez Serrano, que «allí donde ha estado ha alentado la promoción económica, empresarial y turística de Asturias». Del Banco de alimentos los datos dejan claro los merecimientos: «Miles de conciudadanos que sufren dificultades la convierten en una entidad insustuíble», mientras que a la quesera Isaura Souza, tanto por su labor al frente de su propia quesería como «durante los 17 años que presidió la Asociación de Queseros Asturianos, contribuyendo a generar riqueza y actividad en nuestro medio rural, donde el dinamismo económico es un bien especialmente preciado».
Por ello quiso huir de manifestaciones de «credos, ideologías, orientaciones sexuales o capacidad económica» (esas fueron las únicas categorías de diferenciación a las que aludió)
Y, en cambio, y empleando para ello el asturiano, indicó que «equí nun hay símbolu, llende o frontera nenguna que no estreme, nun siendo'l respetu a la llibertá, la democracia, la Constitución y l'Estáu autonómicu. Esi ye l'edificiu de convivencia que nos atecha y qu'hemos preservar. La polarización escesiva, el recurso de contino a la descalificación y la negación sistemática al entendimientu van escomiendo los los cimientos d'esti llar común», indicó. En consecuencia, y recordando que el propio Gobierno del Principado defendió en la Junta General este mismo verano el papel de Asturias como «refugio climático» para los próximos veranos ante los efectos del cambio climático, en un esfuerzo por fomentar el incremento de visitantes nacionales a la región, Barbón, que debió considerar un éxito esa locución, habló ayer de «reivindicar tamién al Principáu como un abellugu (refugio) para la política útil, un espaciu pa la collaboración y l'alcuerdu onde no pueda metese l'atmósfera tóxico y viciao que yá apodera otres partes d'España».
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Los galardonados con las Medallas de Asturias 2022
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Lo dijo ante una buena representación de los grupos parlamentarios de la Junta General, del empresariado, de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y también de la Iglesia (el arzobispo asistió al acto de entrega, visíblemente feliz por la distinción de Las Pelayas), y esa petición de un escenario político menos agresivo vino a conjugarse con su apelación al diálogo y al acuerdo que efectuó desde Covadonga en el mensaje oficial del Día de Asturias, en particular de cara a la inminente negociación de los presupuestos de su último año de mandato de su primera legislatura como presidente del Principado.
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Ayer insistió: «Quiero reivindicar la democracia. Atacada desde diversos frentes, significa aceptar la decisión de las mayorías y el respeto a las minorías», dijo, y añadió que «nada pervierte más la democracia que aquellos que, desde sus posiciones intolerantes, intenta imponer sus ideas a los demás no mediante la convicción, presentándose a elecciones y ganándose la confianza de la ciudadanía, sino desde la imposición, la crispación y la tensión».
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J. PUGA / O. VILLA
Más aún, apostó Barbón por la figura de un presidente del Principado «preocupado día a día por el bienestar de nuestro pueblo, por el empleo, la pujanza de la economía, el desafío demográfico, las necesidades de la juventud, la consolidación del Estado de bienestar, el desarrollo del medio rural, la mejora de las comunicaciones... quien no sienta como propios esos retos no merecería liderar el Gobierno», afirmó, y concluyó el examen sobre el papel de los dirigentes públicos afirmando que «no podría levantarme cada mañana si fuera ajeno a los problemas de quienes no tienen trabajo, apenas llegan a fin de mes, sufren la violencia machista o se ven obligados a seguir viviendo con sus familias porque no pueden emanciparse».
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