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GIJÓN.
Lunes, 26 de julio 2021, 00:59
La decisión estaba tomada hace tiempo. Solo faltaba saber cuándo y lo cierto es que este fin de semana estaba marcado en algunos calendarios. A las 9 de la mañana del domingo, mediante un comunicado oficial, Adrián Barbón anunciaba lo que ya se ... sabía: que cesa a la consejera de Educación, Carmen Suárez, tras dos años difíciles y con una situación de confrontación con la plantilla docente que ya no tenía vuelta atrás. El relevo llega el mismo día en que se cumplen dos años de la toma de posesión de Suárez y del resto de consejeros del Gobierno de Barbón y dos meses después de que EL COMERCIO adelantara el cambio.
La segunda decisión que faltaba por confirmar era quién recogería el testigo. Y tampoco en esto se ha salido Barbón del guion. Ha optado por alguien de la casa, teniendo en cuenta lo complicado del momento y de que una persona ajena a la consejería asumiera la organización del nuevo curso escolar, aún marcado por la pandemia. Así, Lydia Espina, actual directora general de Planificación e Infraestructuras Educativas, ha sido la elegida para reconducir la gestión educativa del Principado y hacerlo desde «el diálogo, el acuerdo y la búsqueda de lo mejor para los intereses de Asturias». Espina, que llegó a su cargo el pasado mes de febrero, sabe de lo convulso de la consejería. De hecho, llegó a su puesto para sustituir a Cristina Vega, que dejó el cargo tras haber sustituido a su antecesora, Ana Isabel López Isla, que había dimitido en verano. Tres directoras generales en cinco meses. Y no habían sido los únicos cambios en el equipo, en el que la gestión del primer curso de la pandemia pasó factura. También había habido relevos en la jefatura de gabinete, con la salida de Pedro Pablo Rey Rodil y la entrada de Blanca Esther Aranda y en la dirección general de Personal Docente, tras la dimisión de Miguel Ángel Barón y la entrada de José Manuel López Guerrero.
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Lydia Espina conoce, por tanto, y a la perfección, la difícil tarea que tiene por delante. Porque ha vivido junto a Suárez en estos últimos meses el desgaste del puesto. La ya exconsejera, que llegó al cargo cuando ya podría haber estado disfrutando de la jubilación como inspectora, tarea a la que dedicó la última parte de su vida laboral, siempre en el ámbito de la educación pública, tuvo que enfrentarse a lo que nadie había previsto: una situación histórica y dramática a causa del coronavirus. Y si la relación con la comunidad educativa ya no había arrancado bien, en ese inicio del curso 2019-2020, todo empeoró después.
Pero es que, además, Carmen Suárez tuvo en casa a la mayor oposición. Sus desencuentros con UGT marcaron su mandato desde el principio y el sindicato se convirtió en el que más y más fuerte ha criticado su gestión y ha pedido su dimisión. A eso sumaron los desencuentros con los docentes, las polémicas decisiones de la pandemia como la semipresencialidad y las aulas internivel, la sentencia que anuló sus decisiones sobre la atención a los niños con Necesidades Educativas Especiales, la falta de acuerdo sobre los interinos, la carrera docente...
La consejera había llegado a admitir los errores cometidos y a pedir perdón tras las numerosas peticiones de dimisión, los dos intentos (fallidos) de reprobación en la Junta General y el cuestionamiento continuo por parte de docentes, familias, directores... También reconoció los fallos el presidente del Principado y, aunque públicamente defendió a su consejera, hace meses que abrió la puerta al relevo. En su comunicado de ayer, Barbón explicó algo sorprendente: el relevo, dice, «responde al compromiso que (Suárez) adquirió conmigo al principio de esta legislatura para estar al frente de su responsabilidad durante los dos primeros años del mandato». Según eso, el cambio estaría decidido desde el principio. Pero lo cierto es que nunca nada se había sabido de este supuesto compromiso ni se había hecho referencia a él durante toda la crisis.
Barbón sí ha querido destacar el «trabajo, dedicación y compromiso» de la consejera durante estos años. «Ha sido un período especialmente duro y complejo, marcado por la pandemia, en el que se han cometido aciertos y errores, pero en el que se ha demostrado que Asturias cuenta con un sistema educativo público robusto y capaz de afrontar circunstancias extraordinariamente adversas».
A Lydia Espina le ofrece «todo el apoyo para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante» y, entre ellos, además del tan reclamado diálogo (lo que más pidieron ayer sindicatos y partidos políticos al conocer el relevo) destaca «avanzar hacia una mayor conexión entre formación y empleo para poder afrontar los importantes retos que supone un mercado laboral en transformación por el impacto de la revolución tecnológica y el protagonismo de la innovación».
Pero la lista de tareas pendientes de Lydia Espina al frente de la Consejería de Educación es mucho más larga y compleja y el trabajo empieza ya.
1. Organización del curso
Las instrucciones están aprobadas pero el Consejo Escolar del Principado, al completo, las ha rechazado. Y es lo primero que piden, su revisión. Creen que las medidas no están ajustadas a la pandemia. Piden mantener los refuerzos de profesorado y las ratios reducidas por aula, así como dejar la distancia de seguridad en 1,5 metros. Todos los sectores creen que, en la actual situación y con las actuales instrucciones, la presencialidad comprometida no está garantizada. Para ello, la comunidad reclama unos fondos adicionales que el Gobierno regional rechaza mantener.
2. Negociación con la comunidad educativa
No es casualidad que Adrián Barbón mencione el «diálogo y el acuerdo» como objetivos de esta nueva etapa. La comunidad educativa lleva tiempo quejándose de eso. Especialmente complicada está la relación con los sindicatos docentes, con los que dicen que no se han negociado las cuestiones importantes. A finales de curso, los sindicatos mayoritarios ofrecieron una rueda de prensa conjunta mostrando su malestar.
3. Atención a la diversidad
Una dura sentencia puso en duda la atención a los alumnos con Necesidades Educativas Especiales durante este último curso, en el que se había suprimido la atención intensiva. Está por ver qué cambios se introducirán en septiembre, ya que Carmen Suárez había anunciado unos refuerzos que no se han concretado aún.
4. Acuerdo de interinos
La gestión de la interinidad es uno de los grandes retos de la consejería, en un momento en que la tasa de temporales en la plantilla supera con mucho el 30%. Pero es que, además, los sindicatos reclaman desde hace tiempo un nuevo acuerdo de interinos que ponga fin a muchos de los obstáculos que ahora tienen. A eso se suma el envejecimiento de la plantilla docente en Asturias. Urge un plan para afrontar la salida de miles de profesores en los próximos años.
5. Evaluación docente
Polémica desde el principio, porque ni siquiera todos los sindicatos están a favor. Su paralización provocó el primer enfrentamiento con UGT y ANPE y su reanudación, el enfrentamiento con el resto de centrales. Pero es que, además, el segundo tramo ha dejado fuera a muchos aspirantes.
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