Asturias rinde honores en Vetusta a los 'hijos' franceses de Ana Ozores

«Elle avait cru sentir le ventre froid et gluant d'un crapaud sur sa bouche». Muchas personas conocen el final de 'La Regenta', pero pocas se sabrán de memoria la frase con la que Leopoldo Alas, Clarín, cierra su gran novela. Y menos en francés. Entre ese pequeño colectivo de conocedores a fondo de las idas y venidas de Ana Ozores y los hombres que marcan, para mal, su vida, –Víctor Quintanar, Fermín de Pas y Álvaro Mesía, sin olvidar el protagonismo final del nauseabundo Celedonio– están, sin duda, dos hispanistas y catedráticos franceses.

Ambos están considerados como los mayores expertos mundiales en Clarín, que es lo mismo que decir que son los mayores expertos mundiales en la obra del mejor retratista de una ciudad en la que no nació, pero vivió, escribió y murió. En la Oviedo que él rebautizó Vetusta.

Son Yvan Lissorgues y Jean François Botrel las enciclopedias vivas sobre el autor y su novela de excepción, cuya primera edición cumple ahora 140 años. Una obra que, en su importancia en la literatura española de todos los tiempos, solo se ve superada por El Quijote. Y que sitúa a su creador a la altura de Miguel de Cervantes, puesto que su Ana Ozores nada tiene que envidiar, en cuanto a personaje principal, al enloquecido y arruinado hidalgo Alonso Quijano.

Argumenta el Ejecutivo de Adrián Barbón que la distinción de Hijo Adoptivo se reserva en el Principado «para quienes hayan destacado por sus servicios en beneficio de Asturias sin haber nacido en la comunidad» y hay un reconocimiento unánime en que ambos catedráticos han destacado por eso mismo, por servicios en beneficio de la región que inspiró 'La Regenta'. Tanto, que podrían ser los hijos que nunca tuvo la desdichada Ana Ozores.

El mayor de estos hijos adoptivos, Lissorgues, nació en Aveyron en 1931. Su 'hermano' de conocimiento, Botrel, lo hizo en 1942, en Rennes. El primero dedicó su trabajo de doctorado a Clarín, sobre el que también ha publicado libros y artículos. Botrel, por su parte, ha publicado sobre Clarín varias obras, que llevaron a este catedrático emérito de Lengua y Cultura Hispánicas en la Universidad Rennes 2 a recibir, en 2005, la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica.

No le faltan distinciones a Lissorgues. Catedrático emérito de la Universidad de Toulouse-le Mirail, en 1989 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y tres años después que Botrel, clonó su distinción. Desde 2009 tiene en su poder la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica.

Quiere la vida y sus vueltas que ambos, expertos en un autor perseguido por la Iglesia y vetado por el obispo de Oviedo en 1885, Ramón Martínez Vigil, reciban el mayor reconocimiento que da el Principado a personas no nacidas en la región en la misma ceremonia en la que un cardenal se convierte en Hijo Predilecto.

Y de la mano de ambos nació «Leopoldo Alas, La Régente et L'évêque», auténtica joya bibliográfica, no solo por su calidad, sino porque se trata de una edición limitada de cien ejemplares. Y tanto de su letra como de su verbo, la figura de Clarín se ha hecho más inmensa de lo que era. «Clarín es más universal que Galdós», defiende Lissorgues, «En Francia, los autores españoles más conocidos son Cervantes y Clarín», dice.

Porque de Alas no interesa solo cómo lo cuenta, sino lo que cuenta. «Mi interés por Clarín se debe a que un universitario español que estaba de lector de idiomas en mi liceo dijo que en España no se podía trabajar sobre Clarín, pero que lo hiciera un francés a lo mejor era posible», recuerda Jean François Botrel.

Porque la Vetusta cateta y asfixiante que retrató Clarín en su obra no gustó a quienes tenían en su mano que la ciudad dejara de ser, precisamente eso, cateta y asfixiante. Y extendieron una sombra con la que pretendieron taparle, cual vientre viscoso y frío de un sapo. O, en francés, le ventre froid et gluant d'un crapaud. Pero, en ambas lenguas, en vano.

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