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«Sé que no puedo parar esta guerra, pero al menos me gustaría aportar mi grano de arena», decía ayer, desde Cracovia, la gijonesa Covadonga Solares, quien ha puesto en marcha una campaña para recaudar fondos y artículos de primera necesidad para Ucrania. Esta iniciativa ... le nació de la impotencia, al ver que la paz se resquebrajaba, a solo dos horas y media en coche de la que es su casa desde hace un año. «Me levanté el viernes con muchísima congoja y con ganas de buscar la manera de ayudar», explica.
Esta estudiante vio entonces que el Ayuntamiento de Cracovia estaba haciendo una colecta de productos y ella confiesa que se lo tomó como algo personal. «Lo primero que hice fue ir con mi dinero y con el de mi familia, pero me parecía poco, así que se me ocurrió aprovechar el poder de las redes sociales para hacer algo más grande», cuenta. Lo que no sabía es que en tan poco tiempo su proyecto se convertiría en «algo gigantesco», de hecho, ya lleva más de 30.000 euros recaudados.
Con ese dinero, compran alimentos, ropa, mantas, medicinas y generadores eléctricos que van directos a Leópolis, una de las mayores ciudades del país, a la que pueden hacer llegar muy rápido la ayuda y donde, además, muchos ucranianos están refugiados, al ser un punto algo más alejado del conflicto bélico.
Asimismo, a raíz de empezar a mover esta campaña, una amiga asturiana, Nerea Prado, se puso en contacto con ella para promover una recogida de productos en nuestra región. «De esa manera, surgió una red de apoyo brutal en el Principado y ahora estamos buscando alguna empresa de transportes que nos ofrezca camiones para traerlo a Cracovia y así llevarlo hasta la frontera», explica. «Se nota que la sociedad asturiana quiere ayudar a Ucrania porque algunos puntos de recogida de los que tenemos por la región ya están llenos», celebra.
Y la solidaridad se extiende tanto que hasta un polaco, afincado en La Felguera, se ofreció a conducir hasta allí, para asegurarse de que la ayuda llegue a tiempo. «Todo lo vamos a hacer de una manera altruista y transparente, ya que es una gran responsabilidad para mí manejar estas cantidades de dinero», asegura la gijonesa.
Y, pese al trajín que está viviendo estos últimos días, Solares está intentando mantener la cabeza fría. «En un principio, sentí mucho miedo porque dos horas y media no es nada y un conflicto de esa magnitud puede escalar, pero estamos queriendo vivir en calma y sin olvidarnos de que somos esa primera línea de recepción de todos los refugiados que están llegando a Polonia», señala. «El miedo se me mezcla con la necesidad de ayudar», subraya la gijonesa y se reafirma en sus principios inquebrantables: «Tenemos que hacer todo lo que podamos para echar una mano a Ucrania».
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