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Decía Hari Seldon, el psicohistoriador protagonista de la excelsa trilogía literaria de La Fundación de Isaac Asimov, que a pesar de que no se pueden prever las acciones de un individuo en particular, las leyes de la estadística aplicadas a grandes grupos de personas podrían predecir el flujo general de los acontecimientos futuros.
Asturias, aunque en constante contracción poblacional, sigue siendo un grupo humano lo suficientemente grande como para que las leyes de la estadística marquen tendencias muy fiables. A finales de 2021, con los datos del Instituto Nacional de Estadística en la mano, EL COMERCIO ya anunció que durante el verano de 2022 se caería por debajo del límite simbólico del millón de habitantes, dando por buena una progresión de nacimientos y fallecimientos consistente con las cifras registradas en los últimos años.
Y así ha sido. El Instituto Nacional de Estadística ha publicado hoy las estimaciones de nacimientos por meses hasta octubre pasado y la de defunciones hasta la semana 43 del año. El acumulado es muy significativo en ambos casos.
Por partes. En lo tocante a los nacimientos, los 412 nuevos asturianos nacidos a lo largo de septiembre suponen una suma acumulada desde enero de 3.661 nuevas personas. La cifra tiene una doble lectura. La optimista, que son exactamente 100 más -por fin un repunte, tras más de una década de caída constante- que el acumulado de 2021 hasta septiembre (3.561). La negativa, que sigue siendo la cifra histórica más baja, solo superada negativamente por las de los dos años anteriores, en los que Asturias tuvo sus peores registros de natalidad históricos.
El asunto es aún peor en el caso de los fallecimientos. Asentada como está la estadística de sobre mortalidad debida a la covid (la última semana registrada se produjeron diez fallecimientos debidos a la pandemia), el acumulado hasta la semana 43 del año es de 11.373 fallecimientos, la cifra histórica más alta a esta altura del año, seguida por la de la semana 43 de 2020, con 11.291 decesos, y la anomalía estadística de 2015, en cuya semana 43 se sumaban 11.207 fallecimientos, unos 700 más de la media de los años inmediatamente anteriores y posteriores.
Hacíamos referencia a la psicohistoria de Hari Seldon precisamente con la base de las estadísticas de fallecimientos, que en Asturias han ido en una lenta progresión creciente de año en año desde 2000. Aquel ejercicio se registraron 12.301, y se mantuvieron en suave ascenso durante toda la primera década del siglo, hasta superar los 13.000 por 31 personas en 2009. Esa cifra fue la referencia durante los diez años siguientes, hasta 2019, último año antes de la pandemia, que registró 12.861 decesos.
El impacto de la covid en la mortalidad en Asturias es innegable y ya muy mensurable. En 2020 se acumularon 14.456 fallecimientos, es decir, 1.595 más que el año anterior, y por primera vez se superaban en la historia las 14.000 muertes en Asturias en un año. En 2021, aún manteniéndose por encima de las 13.000, se dieron cifras equiparables (13.340) a las de años prepandémicos como 2015 (13.776) o 2018 (13.199).
Tomada semana a semana, la evolución de 2022 casi calca la de 2020, con cifras ligeramente superiores tanto en nacimientos como en fallecimientos. Asturias suma hasta el inicio de octubre 21 nacimientos más y hasta la semana 43 ha registrado 82 muertes más que en el primer año de la pandemia. En 2020 el año se cerró con 14.456 fallecimientos y 4.771 nacimientos, las cifras más alta y más baja, respectivamente, de la serie histórica. En 2022 todo apunta a que se batirá el récord de decesos, con aproximadamente 14.600, y que muy probablemente el número de nacimientos se acercará, sin llegar a ello, a los 5.000, siendo lo más factible que ronde los 4.900, lo que supondría un crecimiento vegetativo negativo de 9.700 personas durante 2022, lo que situaría la población de Asturias al cierre del año en torno a 997.000 o 998.000 personas, contando con una cifra de saldo migratorio similar a la de los últimos años, positiva por algo más de 2.000 personas por ejercicio.
Valga como referencia la interanual (nacimientos y muertes de septiembre de 2021 a septiembre de 2022). Aquí las cifras son muy significativas y demuestran que la tendencia es firme. En ese periodo, Asturias ha registrado 4.885 nacimientos y 13.914 muertes, lo que supone un crecimiento vegetativo negativo de 9.029 personas en ese periodo.
Por otra parte, Asturias sigue siendo un año más la región con mayor proporción de su población por encima de los 65 años. 27 de cada 100 asturianos tienen más de esa edad, mientras que la media nacional está en apenas 20. Cerca de Asturias en cuanto a envejecimiento se encuentran Castilla y León y Galicia, ambas con 26 de cada 100 ciudadanos en esa franja de edad.
Pero ello no quiere decir que sean estas tres regiones las que mayor esperanza de vida dan a sus ciudadanos. En Asturias, durante 2021, la esperanza de vida al nacer se situó en 82,73 años (85,3 para las mujeres y exactamente 80 para los hombres). Lejos de los datos de la mejor comunidad en este aspecto, que es... Madrid. Precisamente, la capital alberga a una de las poblaciones mejor estructurada demográficamente, con apenas 18 personas de cada 100 por encima de los 65 años, y a la vez aporta una esperanza de vida de 84,63 años al nacer (81,81 para los hombres y 87,13 para las mujeres, en ambos casos la más alta de España).
Por otra parte, uno de los principales indicadores de por dónde se mueve la natalidad es la edad de las madres. Del total de 3.661 pequeños asturianos llegados al mundo entre enero y octubre de 2022, más de dos de cada tres lo hicieron teniendo sus madres de 30 a 39 años. Son 2.431 niños, mientras que por debajo de los 30 años solo se sumaron 767.
La edad media de la madre en el primer parto en Asturias estaba en 2021 en los 31,88 años, una cifra ligeramente superior a la media nacional, de 31,54 años y ya claramente desligada de las estadísticas de nupcialidad, puesto que las asturianas llegan a su primer matrimonio, de media, a los 36 años y los asturianos, cerca ya de los 40 años.
Desligada, pero no sin una cierta relación causal. Dicho de otra forma: Hace décadas lo habitual era que el matrimonio precediese a la maternidad y que hubiese entre ambos una relación directa. Ahora esa relación se desvanece, con la natalidad desplomada, la nupcialidad también en términos históricos mínimos y con la pirámide demográfica completamente invertida, lo que apunta a un gravísimo problema de reemplazo de la población y hacia una comunidad cada vez más envejecida y con menos capacidad de sostener a su población dependiente.
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