«Hasta hace no tanto, éramos una región eminentemente agrícola, y prácticamente lo hemos perdido todo». Así se expresa el director general de Infraestructuras Rurales y Montes de la Consejería de Medio Rural y Ordenación del Territorio, Fernando Prendes, quien está a cargo de ... una de las principales apuestas que en el sector primario se ha planteado para esta legislatura el consejero, Alejandro Calvo, la de «recuperar para la agricultura las vegas de los ríos y para los aprovechamientos forestales muchos montes ahora improductivos».
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Hasta ahora «los procesos de concentración estaban anquilosados, centrados en la zona de Tineo y Cangas del Narcea, y ahora hemos ido aplicando otro criterio». Se trata de centrarse allí donde el gasto pueda producir unos mejores efectos socioeconómicos, con fijación de población en el entorno rural y con actividad económica sostenida. Por ello, se avanza en las concentraciones parcelarias en las zonas de vegas fluviales (en las que los limos de las riberas proporcionan los mejores terrenos de cultivo de la región) y en los aprovechamientos forestales. Más de la mitad de las actuaciones en curso de concentraciones parcelarias se están llevando a cabo en vegas fluviales y en montes de aprovechamiento forestal. Por el momento, otro tipo de concentraciones parcelarias, especialmente en zonas de media y alta montaña, se están posponiendo, al priorizar aquellos.
En las vegas fluviales, Asturias tiene hoy en producción aproximadamente «entre 2.000 y 2.500 hectáreas», afirma Prendes, lo que supone apenas un 0,2% del total del territorio asturiano, y su meta es «concentrar otras 2.500 o 3.000 hectáreas en ocho años», anota el director general. Doblar la superficie destinada a cultivos en las vegas en dos legislaturas, por un lado y, por otro, generar interés por los terrenos de vega de otras cuencas fluviales de la región.
¿Por qué las vegas fluviales? Porque, por una parte, permiten cultivos con un alto valor añadido (kiwi, aguacate, frutos rojos) y, por otra, en general son zonas en las que, sufriendo como todo el territorio la crisis demográfica, aún queda población joven, en edad de trabajar, y las infraestructuras de comunicación viaria y telecomunicaciones son de aceptables a buenas.
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La labor de la consejería se está centrando en este sentido en las vegas bajas del Nalón y del Narcea, si bien «el cambio climático nos está favoreciendo en esto. Zonas en las que antes no se podría haber plantado kiwi son ahora perfectas para ese cultivo por el ascenso de las temperaturas, y ahora se puede plantar hasta Belmonte por una parte y hasta Cangas del Narcea por otra».
En el curso bajo del río Navia hay también un buen ejemplo de reactivación de las vegas, con plantaciones ya de una apreciable extensión de varios tipos de faba y nuevos cultivos como el aguacate, si bien los emprendedores rurales suelen echar en falta que las administraciones les faciliten una ventanilla única para los trámites previos a la puesta en marcha de explotaciones, en lugar de perder meses en trámites en hasta siete instancias diferentes.
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Mejores terrenos, por una parte; mayor impacto socioeconómico, por otra, y también inversiones menores. Como ejemplo, Fernando Prendes anota que «en Bueño (Ribera de Arriba), la concentración de 257 hectáreas de tierra muy fértil se puede hacer por unos 200.000 euros, porque básicamente consiste en crear dos pistas. En los pueblos de montaña de Cangas del Narcea, para una extensión similar, la inversión sería cuatro veces mayor». Ocurre lo mismo con las concentraciones en áreas de aprovechamiento forestal de eucalipto o castaño, con la particularidad de que al valor económico de la madera de ambas especies se suma ahora el de su valor como recaptadores del CO2 atmosférico.
Y nuevos cultivos. Se trata no solo de revertir la tendencia a la desaparición de los cultivos de huerta y frutales tradicionales de Asturias, sino de explorar, como ya están haciendo importantes empresas y emprendedores agrarios vinculados al territorio, cultivos de alto valor añadido como el kiwi, el aguacate, los frutos secos y los frutos del bosque, entre otros. «Son productos que siguen teniendo un alto valor de mercado, y hay grandes empresas haciendo cola para hacerse con terrenos de vega asturianos para iniciar nuevos cultivos».
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De hecho, comienza a ser urgente una renovación del censo agrario del Principado, cuya última actualización ha cumplido ya doce años. En aquel momento, apenas 22.285 hectáreas de las más de un millón que componen el territorio asturiano se destinaban a cultivos en tierras labradas, con un acusado descenso (de unas 5.000 hectáreas) en los diez años que habían pasado desde el anterior censo.
Para ponerlo en contexto, eso implica que poco más del 2,2% del territorio asturiano se dedica a los cultivos de huerta, frutales y cereales, con una de las tasas más bajas del país. De otra forma: el terreno que toda Asturias dedica hoy a este tipo de cultivos equivale a la superficie de pastos del concejo de Cabrales.
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«Los asturianos éramos agricultores y hemos, por una parte, abandonado la huerta y, por otra, muchos se han centrado en el ganado de carne porque da menos trabajo que el de leche», anota el director general. De hecho, «de las 400 solicitudes de nueva incorporación que tenemos, unas 300 son para ganadería de carne y solo unas 20 para ganadería de leche».
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