Eugenia García / Gloria pomarada y Monica Rivero
Gijón
Sábado, 12 de junio 2021, 01:30
«¡Basta ya!» ha vuelto a ser el grito más repetido en las calles asturianas. Un clamor que exigía, con rabia, con dolor, el fin de la violencia machista, tras conocerse el asesinato -presuntamente a manos de su padre- de la niña tinerfeña Olivia ... , de que el exnovio de la joven sevillana Rocío Caíz confesara que la mató y descuartizó y de que la Policía Nacional concluyese que la muerte de Elena Livigni al caer de un balcón en Ibiza fue, también, un crimen machista.
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Las concentraciones de repulsa salpicaron toda la región. En Gijón y Siero comenzaron a mediodía, con sendos minutos de silencio frente a ambos ayuntamientos con los que las corporaciones municipales quisieron manifestar su indignación por lo sucedido. A las 20 horas, más de un centenar de personas acudió a la plaza de la Escandalera, en Oviedo, donde tres lápidas recordaban los crímenes de Rocío y las dos niñas de Tenerife y dieciocho crespones negros evocaban a las ausentes, las otras víctimas de esta lacra en lo que va de año.
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«Un maltratador nunca va a ser un buen padre», repitieron una y otra vez en Oviedo, donde hablaron de la violencia vicaria, esa que por desgracia ejemplifican Olivia y Anna, la ejercida por los padres con el único propósito de hacer sufrir a las madres, y donde recordaron que «los huérfanos que se quedan sin sus madres son las otras víctimas del machismo». Precisamente por ello, reclamaron que se aplique perspectiva de género en las sentencias.
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A las diez de la noche, en diferentes municipios asturianos se replicaba el aullido de rabia que resonaba ya en toda España. En Infiestu (Piloña), se concentraron más de sesenta personas que escucharon al colectivo feminista leer un manifiesto en el que calificaban de «feminicidio infantil» la muerte de Olivia y recordaban el ingreso en prisión de Juana Rivas, «una madre que se ha convertido en el símbolo e muchas en la lucha contra la violencia que se sigue ejerciendo conra la mujer a través de los hijos e hijas».
Una violencia, leyeron, «a la que hoy se le pone nombre, violencia vicaria, y que sin etiquetas llevan sufriendo las mujeres víctimas de violencia de género desde que deciden romper su vínculo afectivo con su maltratador con el que tienen hijos en común».
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El colectivo reclamó que «el centro de los procesos de separación y custodia sean los menores», así como que las personas que intervienen en los procesos de valoración sean expertas también en violencia de género y sus manifestaciones«. Exigió »que se escuche a los menores cuando las circunstancias lo permitan« y, ante todo, que »cuando alguien decida quién se queda o comparte la custodia, se valore que no se le ponga en riesgo de maltrato en ninguna de sus manifestaciones«. El colectivo recordó uno a uno los nombres de las víctimas »asesinadas por el hecho de ser mujeres«. »Lo que está pasando nos repele y nos importa«, manifestaron.
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