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Hacia un ecosistema de innovación transformador
RECONSTRUIR ASTURIAS

Hacia un ecosistema de innovación transformador

Se requiere un notable aumento de la inversión, más colaboración público-privada y capital humano

Lunes, 27 de julio 2020, 13:01

Decía en Asturias el vicepresidente y responsable mundial de la I+D de ArcelorMittal, Greg Ludkovsky, que el laboratorio de la región se ha convertido «en la parte inextricable de la I+D mundial» de la multinacional, creadora del «tiempo de nuestro futuro». Y esa capacidad de «aprender, descubrir y reinventar el mañana», que el ingeniero ruso ha convertido en pilar esencial de su propia calidad de vida, es la que Asturias necesita para la suya, o, lo que es lo mismo, para escalar posiciones en esa calificación europea que la sitúa como región «moderadamente innovadora». Una moderación que, como señalan desde Fade, la dan algunos buenos parámetros en, por ejemplo, materia educativa, pero que tumban otros como esa nefasta cifra de inversión en innovación. El gasto en I+D en Asturias respecto al PIB fue del 0,81% en 2018 (últimas cifras del INE) con 188 millones de euros, mismo porcentaje que en 2017. Está lejos de ese 1,24% de la media nacional –España es uno de los países europeos más rezagados– y muy alejado del 3% que la propia Unión Europea tiene como objetivo (ahora llega al 2,11%). El objetivo del Gobierno regional es llegar al 2% del PIB asturiano al finalizar la legislatura, es decir, destinar 454 millones en cuatro años.

El Índice Regional de Innovación, que analiza 238 regiones europeas, sitúa a Asturias como región moderadamente innovadora, por debajo de la media europea

Lo que todo el mundo tiene claro es que Asturias tiene que ponerse manos a la obra porque va tarde. Aunque «la tradición industrial de la región y la oferta tecnológica disponible suponen unos buenos mimbres como punto de partida», apunta, desde Idonial, su director gerente Íñigo Felgueroso. Se ha ido generando, además, un ecosistema innovador que combina lo público (Universidad de Oviedo, centros de CSIC, Centros Tecnológicos) con lo privado (centros de I+D de ArcelorMittal o ThyssenKrupp) que cuenta con notable reconocimiento nacional e internacional. El pero, señalan desde la siderúrgica, es que «aunque existen estructuras, los niveles de innovación realmente diferencial son bajos y se restringen a pequeñas iniciativas en los campos de las TIC o laboratorios que, siendo muy relevantes, producen un impacto real muy limitado en la región».

La teoría está clara

¿Por dónde hay que empezar? O, mejor enfocada la pregunta, ¿qué es lo que se necesita para darle la vuelta a la tortilla? La teoría está clara: fomento de una cultura innovadora, social y empresarial; incentivar la colaboración público-privada; reducir la burocracia; atraer capital humano que aporte el talento para afrontar desafíos; nuevos modelos de negocio; y, por supuesto, mayor inversión. Y es en este punto donde la patronal asturiana pone el acento en la diferencia entre la evolución de la inversión en I+D en Asturias a nivel empresarial y el gasto de la administración. «La ligera mejora experimentada en 2018 se apoya, en exclusiva, en el impulso del sector privado», señalan. Cuantifican ese crecimiento del peso del gasto empresarial en un 60% (seis puntos por encima del registrado en 2017), y lo contraponen al descenso del 30% del gasto en I+D de la Administración entre 2010 y 2018, a lo que unen «el descenso casi a la mitad de la financiación de la enseñanza superior en este mismo periodo».

Por tanto, disponer de más recursos es la piedra angular para garantizar la competitivad de las empresas y afrontar los nuevos desafíos post-COVID. «Toda aportación que se realiza en materia de I+D conlleva un retorno mucho mayor en términos de nuevas inversiones, mejoras productivas, mejor posicionamiento para abrirse a los mercados internacionales, más riqueza y calidad en el empleo». En definitiva, se necesita «un ecosistema de innovación en Asturias capaz de transformar una industria madura en una moderna y competitiva».

Femetal plantea «'estrategias regionales inteligentes'» que se especialicen y concreten recursos e inversiones «en áreas donde existen claras sinergias con las capacidades productivas existentes y potenciales de la región». La patronal del metal señala a las tendencias tecnológicas de digitalización y descarbonización como «fuente inmejorable» para el desarrollo de tecnologías de «almacenamiento de energía y de generación eléctrica (renovables, biomasa, hidrógeno verde, etc) y también de nuevos modelos de negocio». Y para adquirir esa «masa crítica de recursos» en áreas prioritarias, sus fórmulas son facilitar la transferencia de conocimiento entre los agentes del sistema de innovación y la empresas; reforzar el modelo de colaboración público-privado; estrechar el vínculo entre la política científico-tecnológica y la política clúster; e incentivar la compra pública innovadora como «elemento tractor del desarrollo tecnológico en sectores estratégicos donde la demanda pública tiene un papel relevante frente a la privada: transportes y seguridad».

Se plantea la «urgente, imprescindible e inaplazable necesidad» de la región de cambiar su sistema productivo y «reinventarse»

Los centros tecnológicos comparten el análisis del punto de partida en Asturias y que la innovación y el desarrollo tecnológico son parte fundamental, que no la única, de esa búsqueda de la competitividad empresarial. Para Íñigo Felgueroso, es necesario «reflexionar y analizar» cómo las tecnologías habilitadoras pueden impactar en la generación de valor para la empresa, tanto en productos como en procesos». Asimismo plantea la necesidad de invertir en capital humano, creando una cultural social «que respalde e impulse» este tipo de economía así como fomentando «desde estadios muy tempranos» la cultura innovadora y las competencias STEAM. En su opinión, «se necesitan y se van a necesitar más profesionales formados en las nuevas tecnologías y hay un nicho de crecimiento y desarrollo profesional relevante», una necesidad formativa donde la FP «juega un papel muy importante».

Desde CTIC, Pablo Priesca dice que avanzar hacia esa economía basada en la innovación implica la creación de entornos de colaboración «reales, donde lo nuestro esté por encima de lo mío». También asumir que la innovación «conlleva riesgos (y por tanto hay que asumir la posibilidad de fracaso) e impacto (social, empresarial o territorial)», y que, además de unos recursos humanos «cualificados», se precisa «simplificar y desburocratizar» los programas «que deben tener financiación suficiente público-privada».

Digitalización y descarbonización

El rediseño de la RIS3 (Estrategia de Especialización Inteligente) en el que se trabaja marcará el futuro. Deberá combinar trayectoria industrial, nuevas tecnologías habilitadoras, grandes retos sociales (descarbonización, cambio climático, economía circular o digitalización), sin olvidar la crisis sanitaria. Y, en ese sentido, las ramas emergentes se enfocan hacia el sector de los nanomateriales, el biosanitario, el biotecnológico, la economía circular y la azul, la salud y el envejecimiento, el turismo verde, el agua como elemento clave de los sistemas energéticos del futuro, la tecnología 3D o la red agroalimentaria digital. También hacia la movilidad sostenible y conectada.

Con un «tenemos que huir del mantra de las subvenciones» subraya Enríque Jaimez, desde el Clúster TIC, que el efecto tractor de la administración «debe concentrarse en captar fondos europeos, en conseguir que nuestras empresas participen en los grandes proyectos de innovación financiados por los programas internacionales». A su juicio, «hay solvencia técnica para lograrlo» y es necesario articularlo porque «el dinero está ahí». Además, plantea la necesidad de favorecer «fusiones empresariales» y la generación de «'startups' tecnológicas que rápidamente sean captadas por empresas con más solvencia financiera», lo que beneficiaría al ecosistema.

Motor de cambio

El 'Manifiesto por la Innovación' presentado hace un año por Innovasturias, secundado a nivel político, planteaba esa «urgente, imprescindible e inaplazable necesidad» de Asturias de cambiar su sistema productivo y de «reinventarse y buscar un futuro» para las generaciones venideras, objetivo que necesita «una apuesta decidida por la investigación e innovación como motor único de cambio». En opinión de la directora del Club de la Innovación, Patricia Zapico, la pandemia del COVID-19 «ha sido un cisne negro» que ha obligado a replantear estrategias. Cobra fuerza por ello, en épocas de cambios constantes y tecnologías disruptivas, la innovación en «nuevos procesos, nuevas redes de aliados, canales de venta, nuevas experiencias de clientes y, sobre todo, nuevos modelos de negocio».

Por su parte, desde el Club asturiano de la Calidad, su presidente Jesús Daniel Salas, señala, por un lado, la necesidad de avanzar en gestión o innovación no tecnológica por parte de empresas de reciente creación y las de menor tamaño. «Es la que mayor peso supone en la mejora de la competitividad y que está algo olvidada en el discurso típico de la I+D+i», dice. Y, por lo que se refiere al tema puramente tecnológico, también pone el acento en ese «repensar» modelos de negocio y procesos de las compañias. «La innovación es una cuestión cultural, relacionada con el liderazgo y surge en ámbitos muy diversos y está muy relacionada con las conexiones de una organización y de su ecosistema», asevera. Por último, recuerda la importancia de prestar atención a las macrotendencias, especialmente en el ámbito europeo: «el Pacto Verde Europeo marca un camino en el que la digitalización y la sostenibilidad van de la mano».

Nueva revolución industrial

La opinión de la parte empresarial no difiere de las claves generales ofrecidas por entidades y asociaciones. Respecto a los enfoques para reorientar la economía hacia la innovación, desde ThyssenKrupp, Javier Sesma enfoca hacia la atracción de «macroproyectos tractores» que puedan suponer «nuestra nueva revolución industrial». Deberían ser proyectos, añade, que ayuden a resolver una necesidad e «implantables en un entorno controlado», que puedan atraer inversión empresarial para regenerar el tejido industrial y que generen nuevas competencias de especialización inteligente.

Desde Capsa Food, su director de ecosistemas de innovación, Rubén Hidalgo, «es el híbrido entre empresas establecidas y proyectos de emprendimiento donde se da un contexto naruta de descubrimiento de nuevos motores de crecimiento». Y recuerda que, en esta región, y teniendo en cuenta que las innovaciones «ocurren pegadas a la necesidad», existe una población envejecida «que aspira a una mayor calidad de vida» y un medio rural «que afronta un grandísimo desafío para formarse una presencia en el futuro europeo».

Un técnico comprueba datos en una pantalla informática J. C. Román

La informática como clave del futuro

José García Fanjul Decano del Colegio Oficial de Ingenieros en Informática del Principado de Asturias

Nos proporciona una forma alternativa de organizar eventos, una herramienta para incrementar clientela y facturación. Apostemos por la formación para que los asturianos diseñemos las soluciones y no las compremos.

Es muy posible que todos recordemos para siempre 2020 como un año en el que muchas cosas cambiaron, el año en el que todos tuvimos que quedarnos en nuestras casas durante semanas. La pandemia de la COVID-19, causada por el coronavirus, ha afectado de manera muy importante a nuestra manera de trabajar, nuestra manera de relacionarnos y nuestra manera de vivir. También ha puesto en jaque a nuestra economía, pero lo ha hecho en un momento en el que la revolución de la informática y las tecnologías de la información, la transformación digital, puede ayudarnos a descubrir nuevas formas de trabajar y de relacionarnos.   

La informática lleva décadas haciéndose cada vez más presente en nuestra sociedad y, si prestamos un poco de atención, descubriremos modos innovadores de que nos apoye en el futuro. Hace unos días el Gobierno del Principado, por ejemplo, recomendaba posponer o cancelar cualquier evento que no fuera imprescindible. Seguro que hay actividades para las que la presencia es imprescindible, pero desde el día uno del confinamiento se han celebrado miles de eventos 'online' y muchos han descubierto que esta forma alternativa de organizarlos tiene múltiples ventajas. Yo recomendaría entonces que, en lugar de pensar directamente en posponer o cancelar actividades, pensemos en hacerlas de forma diferente.

Hay muchos ejemplos más en los que las tecnologías de la información nos ayudan, los colegios oficiales de profesionales de la ingeniería informática llevamos años ofreciendo cursos de formación para los ingenieros e ingenieras asturianos. En un momento determinado tomamos la decisión de empezar a ofrecerlos en plataformas 'online' y, desde entonces, no solo recibimos un mayor número de solicitudes para los cursos, sino que también nos llegan inscripciones de profesionales de otras comunidades autónomas. 

La informática también ayuda a los pequeños comercios a incrementar su base de clientes y su facturación, existen multitud de soluciones tecnológicas para hacer llegar sus productos al mundo entero facilitando la recepción y gestión de los pedidos así como la tramitación de los pagos. No hace falta ser Amazon para tener clientes en todo el mundo, pero es necesario pensar de forma innovadora para dejar de hacer lo mismo que se hacía en el siglo veinte.

No estoy diciendo que las tecnologías de la información sean mágicas, claro que no. No basta con cambiar la mentalidad y pensar de forma innovadora, la transformación digital requiere cambiar los procesos en las organizaciones y contar con empresas y profesionales que nos ayuden a lograrlo. Por fortuna, en Asturias estamos sobrados de talento en el sector TIC, acérquense a nosotros y les diremos cómo pueden lograrlo.

Aunque parezca mentira que deba decirse, tampoco estoy descubriendo ningún secreto si les anuncio que vamos a cobrarles por hacerlo. Los ingenieros e ingenieras en informática no somos magos, sino profesionales, profesionales muy valorados. Huyan de quienes prometen mucho a cambio de poco, confíen únicamente en las empresas y los profesionales con trayectorias robustas y conocimientos demostrados. En este sentido cabe hacer una llamada especial a las administraciones públicas para que dejen de adjudicar contratos al más barato y empiecen a valorar de forma determinante las características técnicas de las propuestas que reciben.

Aquellas organizaciones que deciden apostar por su propio futuro aseguran una posición estable en sus presupuestos anuales para el personal, las inversiones y los gastos de mantenimiento en el ámbito de las tecnologías de la información. 

Otro ámbito en el que nos jugamos el futuro de Asturias respecto a la informática es en salvar la brecha digital. Creo que en ese sentido una de las claves está en la educación, los niños españoles no están recibiendo una formación adecuada en informática y existen diferentes informes difundidos por la Sociedad Científica Informática de España, el Consejo General de Colegios Profesionales y las Universidades que han reclamado medidas una y otra vez. Todos los estudios internacionales ponen el foco en las competencias digitales como uno de los elementos diferenciales en la empleabilidad y, mientras tanto, en España seguimos creyendo que basta con organizar cursos de manejo de procesadores de textos. Apostemos por la formación para que los asturianos seamos quienes diseñen y ofrezcan soluciones informáticas en lugar de ser quienes tengamos que utilizar las de otros. 

En estos momentos convulsos, las soluciones informáticas nos han permitido seguir en contacto con nuestros familiares, trabajar desde casa, disfrutar de momentos de ocio, recibir formación 'online' o pedir productos que recibimos en nuestra puerta, con la mascarilla puesta. La mascarilla es el símbolo de nuestra voluntad de protegernos a nosotros y a los nuestros y nos hemos acostumbrado a utilizarla. Debemos acostumbrarnos también a utilizar la informática para encontrar formas innovadoras de afrontar los retos, para asegurar el futuro de las administraciones públicas, las empresas y los comercios. Porque poner el foco en la informática significa iluminar el futuro de Asturias.

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