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DAMIÁN ARIENZA
Asturias iniciará el verano por debajo del millón de habitantes tras perder 3.321 en cuatro meses

Asturias iniciará el verano por debajo del millón de habitantes tras perder 3.321 en cuatro meses

La región sufre la tercera peor evolución histórica de enero a abril y se queda solo 1.178 vecinos por encima de la simbólica cifra

OCTAVIO VILLA

GIJÓN.

Lunes, 13 de junio 2022

El primer cuatrimestre del año es siempre en Asturias el peor para la evolución demográfica. Son meses de invierno, y en otoño e invierno se registran históricamente los peores datos. Menos nacimientos y más fallecimientos.

El año comenzó en la región con la constatación de que volveremos a estar por debajo del millón de habitantes a lo largo de 2022. Asturias sumaba oficialmente apenas 1.004.499 habitantes a 1 de enero de este año, y todos los años desde 1993 ha perdido por la vía del decrecimiento vegetativo más que esos 4.499 habitantes. De hecho, desde 2013 la pérdida es siempre superior a los 6.000 habitantes por año. De forma sostenida, ese diferencial entre nacidos y fallecidos se ha venido incrementando cada año, con el añadido de la sobremortandad achacable a la pandemia de covid.

En el total de los doce meses de 2020, por otra parte, la región registró la cifra más baja de nacimientos desde que hay registros, con 4.771. Pese a la incertidumbre de la pandemia, la cifra se incrementó ligeramente en 2021, con 4.830 bebés, pero de nuevo por debajo de los 5.000.

Son cifras que a principios del siglo XXI, con cierta euforia de ciclo económico positivo pese al fracaso de la aplicación de los fondos mineros para la reindustrialización de Asturias nadie se habría imaginado. De hecho, en 2007, 2008 y 2009 se dieron las cifras de nacimientos anuales más altas de la serie registrada por el Instituto Nacional de Estadística, en el entorno de los 8.000 nacimientos anuales, mientras que la cifra de fallecimientos, con una curva ligeramente ascendente propiciada por el marcado envejecimiento medio de la población asturiana, se mantenía en la primera década del siglo en el entorno de los 12.500.

Cierto es, por una parte, que esta cifra media creció ligeramente durante la década siguiente, pero lo peor no fue tanto esto como dos fenómenos compatibles y muy negativos para la región. Por una parte, un cierto éxodo hacia otras regiones y países de los jóvenes en edad de formar familia. Por otra, un marcado descenso de la natalidad tanto a causa de este éxodo como por el hecho de que los que se quedan tienden a tener menos hijos. Asturias está ya por debajo de la tasa de un hijo por pareja, y los datos del primer cuatrimestre de 2022, aún provisionales, no apuntan a una mejora.

De hecho, enero ha sido el segundo peor enero en nacimientos de la serie histórica; febrero, el segundo peor febrero; marzo, el cuarto peor marzo, y abril ha sido el peor abril de toda la serie. El peor. Y eso es grave, teniendo en cuenta, además, que si enero y febrero de 2021 fueron los peores meses de toda la serie histórica lo fueron no tanto porque naciesen pocos niños, sino porque se registraron, por mor del confinamiento, menos de los realmente nacidos, una circunstancia que se regularizó en mayo, con el fin del confinamiento.

Tan mala ha sido la serie de nacimientos en el primer cuatrimestre del año 2022, y tan elevada sigue la cifra de defunciones, que por esta vía Asturias ha perdido 3.321 habitantes en apenas cuatro meses, dejando así la población oficiosa en 1.001.178 habitantes. Solo 1.178 habitantes por encima del millón. Esto lleva a que la barrera psicológica del millón se perderá a finales de este mismo mes de junio o al principio de julio. Los antecedentes son tercos, y la curva estadística, muy difícil de mover. Y esta recuerda que en mayo y junio de 2020 se perdieron 1.335 habitantes por esta misma vía. Y en 2021 fueron 1.242 los que se restaron. En ambos casos, más que los 1.178 que quedan para bajar del millón. Y 2022 está, prácticamente, calcando los resultados demográficos de 2020 y 2021, al menos en los primeros cuatro meses.

Las bodas, en descenso

La incertidumbre ante el futuro económico y laboral se perfila como la principal causa de la dilación en la toma de decisión de tener un hijo, o incluso en la renuncia a tener descendencia, una opción cada vez más adoptada por las parejas y por las personas individuales también.

Porque la situación tiene condicionantes adicionales. Todo apunta a que el formar una familia tradicional es una decisión también cada vez más en desuso. A lo largo del primer cuatrimestre de 2022, con una cierta normalización de la vida social tras la parte más dura, al menos en cuanto a limitaciones sociales, de la pandemia, se celebraron en Asturias 696 bodas civiles. Por ponerlo en perspectiva, y teniendo también en cuenta que de enero a abril de 2022 se han celebrado bodas postpuestas durante 2020 y 2021, en el periodo equivalente de 1990 se celebraron en el Principado 1.265 enlaces.

En los mismos cuatro meses de 2000, fueron 1.019. Diez años más tarde, en 2010, se celebraron 802 bodas en el primer cuatrimestre y el último año antes de la pandemia, en 2019, fueron 583.

El descenso en la nupcialidad, claro indicativo del deseo de formar una familia, aunque no el único, ya era evidente a lo largo de las dos últimas décadas, y si las bodas repuntaron en 2022 respecto a 2019 se debe solo a que en el primer cuatrimestre de 2020 se suspendieron muchas y apenas se celebraron 336 y al año siguiente fueron 551.

La natalidad no repunta

Y mientras los grupos parlamentarios se tiran los trastos a la cabeza sobre las políticas de fomento de la natalidad, sus enfoques y sus efectos, la realidad es terca. Por el momento, nada de lo que se plantea está teniendo efectos positivos en la forma de un repunte apreciable de la natalidad. Si 2020 (que en cuanto a los nacimientos solo pudo notar el efecto de la pandemia en su último mes) y 2021 han marcado los niveles más bajos de nacimientos de la serie histórica, los cuatro primeros meses de 2022 no hacen presagiar que se vaya a cambiar la dinámica.

Así, en el Principado se registraron en los cuatro primeros meses de 2020 un total de 1.637 partos, por 1.474 en 2021. Y el año en curso se sitúa entre ambos, con 1.585 nacimientos en el primer cuatrimestre. Nada apunta a que se vayan a superar los 5.000 nacimientos en la región a lo largo del año, sino que se encamina a quedarse en el entorno, de nuevo, de los 4.800 nuevos asturianos, mientras que a las cifras de mortalidad, en las que la estadística es aún más estable y menos sujeta a las coyunturas socioeconómicas normales, les pasa algo parecido.

Los decesos son el triple

Solo en los cuatro primeros meses han muerto en Asturias más personas de las que se prevé que nazcan en todo el año. Han sido 4.906 los fallecidos de enero a abril, ambos incluidos, de este año, frente a las 4.885 de las mismas fechas de 2021 y las 5.153 del mismo periodo de 2020. Así pues, la estadística se encamina hacia que los fallecimientos se queden entre los 13.454 del total de 2021 y los 14.550 del total de 2020. En números redondos. Asturias volverá a perder unos 9.000 habitantes en el año, de forma que cuando se conozca oficialmente, la población a 1 de enero de 2023 rondará los 995.000 habitantes, salvo sorpresa por la vía de un inesperado incremento de la inmigración.

Se podría argumentar que es precisamente la inmigración (interna española y también procedente del exterior) la que podría evitar que el simbólico descalabro de perder el millón se concrete ya a finales de junio, pero volvemos a la estadística. En los dos últimos años, el flujo de inmigración y emigración (o de retorno de inmigrantes a su lugar de origen o de su salida hacia nuevos destinos) prácticamente se han compensado para dejar la cifra de habitantes de Asturias nacidos fuera del Principado estabilizada en el entorno de las 45.000 personas. Nada hace presagiar que esto vaya a cambiar de forma significativa en el corto plazo. Lamentablemente.

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