LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
GIJÓN.
Miércoles, 27 de julio 2022, 00:55
Covadonga es uno de los puntos calientes del verano asturiano en lo que se refiere a afluencia turística, especialmente notable en jornadas donde el sol descansa entre las nubes y decide no ir a la playa. En uno de esos mediodías grises, con la neblina ... moviéndose a sus anchas por las cumbres, dos familias amigas pasean por la explanada de la Basílica. Vienen de Madrid, la ciudad donde residen desde hace años y son rumanos, de Alexandria, en la región de Muntania, próxima a Bucarest. «Estamos pasando en Asturias unos días de descanso, nuestras vacaciones serán a mediados de agosto, pero hemos querido venir aquí para salir un poco del calor que tenemos donde vivimos. Y nos está encantando todo lo que vemos, nos recuerda mucho a nuestro país, sobre todo al norte. Es muy parecido», afirma Alexandro Dulceano, elegido en rápida unanimidad por los demás como portavoz del grupo.
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«Nos quedamos en un hotel en Luarca y cada día salimos de viaje a conocer la región. Unas veces vamos a la costa y otras a la montaña. Nos gusta más lo segundo, porque en las playas el agua está helada. Solemos ir a la zona de Alicante y Benidorm, el clima es mejor y hay sol, pero también se suda mucho y de calor ya tenemos bastante en Madrid, aquí se está muy fresquito y muy a gusto», asegura nuestro interlocutor.
De la impresión que les está causando el Real Sitio, Alexandro elogia -ante el asentimiento general- la belleza del paisaje que rodea el santuario: «Es impresionante todo. Nos hubiera gustado ir a Los Lagos, pero nos han dicho que no podemos subir en coche. La Cueva con la Virgen es muy bonita, también nos ha recordado a los santuarios de Rumanía. Vamos a comer por aquí y por la tarde iremos a la misa. No somos católicos, somos ortodoxos, pero tenemos el mismo Dios y esta basílica, aunque distinta a las nuestras, nos da mucho respeto», apunta. Personalmente, desvela que del entorno asturiano lo que más le ha llamado la atención es la abundancia de vacas: «Yo me crié en el campo y es como si volviese a cuando era pequeño. Me viene el sabor de la leche bebida directamente de la vaca». Y del recuerdo infantil parece natural el salto al capítulo gastronómico: «Me gusta mucho el queso, hemos probado unos cuantos riquísimos. Y hemos comido fabada ayer, nos llenó pero está muy buena, es un cocido como el que hacía mi madre», compara.
Un poco decepcionados se muestran los más jóvenes de la expedición en lo que se refiere a otro de los atractivos del Principado de los que les habían hablado sus mayores: la posibilidad de vislumbrar, aunque fuese de lejos, algún oso. «En las montañas de Rumanía e incluso cerca de algunos pueblos no es difícil verlos. Pensábamos que aquí tal vez sería posible. Un amigo nos recomendó ir a Somiedo, hemos estado en esa zona, pero solo los vimos en las fotografías de la oficina de turismo», relata Alexandro. Es la única contrariedad que se van a llevar de su escapada veraniega al paraíso natural. Por lo demás el portavoz de los excursionistas, resume su valoración de la estancia con rotundidad: «Del uno al diez, a Asturias le doy un once. Volveremos».
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