Asturias cierra el ecuador del verano más lluvioso de las tres últimas décadas

Hasta alcanzar el ecuador de junio, la precipitación acumulada se situaba ligeramente por encima de la media. Sin embargo, fue en la tercera semana del mes cuando esta diferencia se disparó. En los días previos a la entrada del verano, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) activó la alerta amarilla por fuertes chubascos a los que les acompañarían las granizadas y las fuertes rachas de viento. Todos estos fenómenos proporcionaban estampas impropias a modo de preludio de lo que sucedería en días venideros.

A las 5.32 horas del 21 de junio, entraba oficialmente el verano, pero el cambio de estación no afectaba al vestuario. Las temperaturas mínimas se desplomarían hasta los 2,7 grados en Gijón y los 3,6 en Oviedo, mientras que las máximas ni tan siquiera alcanzarían los 16 grados. Para entonces, la precipitación acumulada se situaría en los 150 mililitros, 100 más de lo habitual en la fecha. En este contexto, llegaba el peor julio que se recuerda en muchos años. Solo se pudo disfrutar de cuatro días con predominio del cielo despejado en la mayor parte de la región. El 20 de julio, a las 15 horas, la Aemet registraba la temperatura más alta de todo el verano en la región: 29,7 grados. Fue una excepción, ya que tanto las máximas como las mínimas se sitúan por debajo de la media de los últimos 30 años. El mes de julio tiende a marcar una media ligeramente superior a los 23 grados, pero en este caso, no se superan los 22.

Más significativa fue la diferencia a nivel de precipitaciones. Normalmente, apenas se superan los 75 mililitros, pero durante el último mes se duplicó dicha cuantía. Esto resulta llamativo si se tiene en cuenta que, históricamente, julio siempre ha sido el mes del año en el que menos llueve.

Tras los escasos momentos de sol vividos en julio, los asturianos han depositado su esperanza en este mes de agosto. Sin embargo, los cuatro primeros días han sido suficientes para minar la moral de quien desea poder disfrutar de las playas asturianas. Y de hecho, las previsiones futuras tampoco son alentadoras. Aunque los meteorólogos insisten en la dificultad para realizar previsiones a largo plazo, y de la escasa fiabilidad que puedan tener los datos analizados hasta el momento, existe un consenso en admitir que las nubes serán las protagonistas durante este mes. Incluso, se prevé que las precipitaciones se incrementen respecto a julio, así como el número de tormentas eléctricas.

Ya casi nadie se acuerda de los pronósticos del mes de mayo en los que se vaticinaba un periodo estival más cálido y seco en la región de lo habitual. Ahora, las mejores previsiones quedarían reservadas a la segunda quincena de agosto, especialmente para la tercera semana, cuando los meteorólogos confían en encontrar el verano que se le ha negado sistemáticamente a los asturianos.

Incluso, se prevé que para el mes de septiembre se encadenen varios días consecutivos soleados ya que será en ese momento cuando disminuya la nubosidad que provoca el ciclón de las Azores.

No obstante, los asturianos tienen la esperanza de que mañana tenga lugar el mejor día del verano. El cielo amanecerá completamente despejado y, aunque a lo largo del día incrementará la nubosidad en las zonas del interior, no parece que haya indicios que pongan el peligro el día de playa. Las máximas alcanzarán los 26 grados en Gijón y Avilés y hasta los 27 en Oviedo. Eso sí, a partir de entonces, vuelven las lluvias y se desplomará el mercurio por debajo de los 22.