El director de la biblioteca de la Universidad de Oviedo, Ramón Rodríguez. FOTOS: PABLO LORENZANA

250 años de saber recogido en un millón de libros

La biblioteca de la Universidad celebra la efeméride en 2020, año en que también se jubila su director, Ramón Rodríguez | Inaugurada en 1770, fue arrasada por completo en la revolución del 34. El ejemplar más antiguo de sus fondos bibliográficos es un códice del siglo XIII

LAURA MAYORDOMO

OVIEDO.

Martes, 7 de enero 2020, 17:19

Entró a trabajar por primera vez en la biblioteca de la Universidad de Oviedo como becario en 1969. Y el próximo mes de febrero, tras superar el medio siglo de dedicación a los libros de la institución académica, se despedirá de ella. En estas semanas, además de trabajar en el libro que recogerá la historia de la biblioteca desde 1934 -cuando fue arrasada durante la revolución de octubre- hasta nuestros días, su director, Ramón Rodríguez, prepara una exposición y vídeo conmemorativos de los 250 años de historia de la biblioteca, que podrán verse a principios de 2020. Casualidades de la vida, la efeméride y su jubilación coincidirán el próximo año.

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Rodríguez, que es también director del Ridea, es memoria viva de la biblioteca del Edificio Histórico, sobre cuyos tres primeros siglos de existencia escribió su tesis doctoral. Rodeado de los libros que en su día conformaron la biblioteca de los condes de Toreno, en un despacho que guarda «un perfecto desorden», cuenta que los 250 años que se conmemorarán en 2020 son los transcurridos desde que la biblioteca universitaria abrió sus puertas en 1770, gracias al legado testamentario del ingeniero militar ovetense Lorenzo Solís y la aportación de la Junta General del Principado, que permitieron levantar un primer piso en las alas oeste y sur del Edificio Histórico para albergar esos primeros fondos bibliográficos que ya a finales del siglo XVIII alcanzaban la nada desdeñable cifra de 12.000 volúmenes. Aunque ya desde su fundación, en 1608, contaba la Universidad de Oviedo con una 'librería universitaria' -«un espacio grande con pocos libros», principalmente donados por los propios profesores- que fue «insignificante» hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

Arriba, biblia francesa en escritura gótica sobre vitela (piel de animal joven). Está fechada entre los siglos XIV y XV. A la izquierda, 'El Marañón', manuscrito autógrafo de finales del XVI. De Diego de Aguilar y de Córdoba, y a la derecha, 'El Baladro del sabio Merlín con sus profecías', incunable impreso en Burgos en 1498. P. L.

Expoliada por los franceses

Fue entonces cuando ese proyecto de biblioteca surgido del movimiento ilustrado empezó a despuntar, incorporando fondos de gran valor. Pero con la guerra de la independencia llega el primer «tropezón» para la institución académica y su biblioteca, al llevarse los franceses varios libros importantes y una colección de monedas que habían pasado a la Universidad tras la expulsión de los jesuitas de España.

La biblioteca universitaria ya había incorporado las de los monasterios de Corias, Valdediós y san Vicente de Oviedo cuando, el 13 de octubre de 1934, la revolución acabó con todos los fondos de la que por entonces era ya biblioteca provincial universitaria y con los de la de la Facultad de Derecho, que había abierto en 1777. Tan solo sobrevivieron a las bombas algunos de los ejemplares cedidos por el catedrático de Física José Ramón de Luanco y Riego a la joven biblioteca de la Facultad de Ciencias. El resto simplemente desapareció, como ocurrió también con el archivo universitario. «Fue un drama», resume Ramón Rodríguez.

Pero en menos de diez años, gracias en buena medida al trabajo de la Asociación de antiguos alumnos y amigos de la Universidad de Oviedo, se logró su recuperación. Y entre 1942 y 1943 se pudo reabrir la biblioteca, «paradójicamente», señala su actual director, con más joyas bibliográficas que las que custodiaba antes del 34. Llegaron libros cedidos por muchos países, desde México a Alemania; se adquirieron bibliotecas particulares de incalculable valor, como la de Roque Pidal y Bernaldo de Quirós -nieto del primer marqués de Pidal-, con 22.000 ejemplares por los que se pagó medio millón de pesetas de la época -«valía mucho más», reconoce Rodríguez- y se incorporaron otros cerca de 9.000 libros legados por los condes de Toreno.

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Entre esos 100.000 libros con los que reabrió se encuentran algunos ejemplares únicos y auténticas «joyas» bibliográficas como 'El Baladro del sabio Merlín con sus profecías', un incunable impreso en Burgos en 1498 o 'El Marañón', manuscrito original y autógrafo de Diego de Aguilar y de Córdoba, de finales del siglo XVI. El libro más antiguo que se custodia entre sus paredes es un códice del siglo XIII.

Hoy, la red universitaria, con la del Edificio Histórico a la cabeza, la integran 112 trabajadores y catorce bibliotecas -cuatro en el campus del Cristo, tres en Llamaquique, la de Psicología, la de Humanidades (en el campus del Milán), la de la Escuela de Minas de Oviedo, la del campus de Mieres y la del campus de Gijón y la de la Facultad de Comercio (Universidad laboral). Entre todas suman un millón de libros.

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