El arzobispo advierte de la «tendencia totalitaria de querer controlarlo todo y a todos»

Ante una abarrotada basílica, con el presidente del Principado, Adrián Barbón, en primera fila, el arzobispo abordó también el aborto y la eutanasia. De esta última sostuvo que se trata de un «derecho al suicidio desesperado o al homicidio encubierto con los enfermos o ancianos en fase terminal, en lugar de acompañar con cuidados paliativos una vida que es digna hasta el final». Dijo además ver con «dolor» cómo «se aprueban leyes que matan abaratando el aborto de los no nacidos y desprotegiendo a las mujeres más jóvenes desde normativas con desamparo parental». Lamentó asimismo que se emplee «la mentira impunemente y sin sonrojo al gestionar la gobernanza».

En su recorrido por cuestiones políticas sostuvo que «si el objetivo es destruir al contrario haciendo enemigos de los que son simplemente adversarios, entonces la política se enrarece, se pervierte y se hace violenta, con la tendencia totalitaria de querer controlarlo todo y a todos, desde los medios de comunicación hasta los jueces».

No faltó tampoco un repaso a la actualidad internacional, desde la guerra en Ucrania al «insólito ataque a los cristianos» en Nicaragua y el «populismo dictatorial» de Venezuela. Y recordó que «hay otras guerras en curso, pero no son noticia cuando no tienen que mercadear con gas sino simplemente se declaran para dar salida al armamento que les caduca como obsoleto, como nos recuerda el Papa Francisco».

Tras el parón de la pandemia, a Covadonga regresó la tradición del ramo, a cargo este año de Tapia de Casariego. De efectuar la ofrenda, integrada por productos locales del mar y del campo, se encargaron la alcaldesa, Ana Vigón, y una representación de catorce vecinos, tanto particulares como integrantes de la asociación de jubilados y Fraternidad. Al igual que a lo largo de toda la novena, la imagen de la Virgen procesionó por la explanada arropada por numerosos fieles y entre aplausos en su camino hacia la Santa Cueva, donde tuvo lugar la oración y bendición final. El acompañamiento musical lo pusieron la Banda de Gaitas Ciudad Cangas de Onís, la Escolanía y el organista Fernando Álvarez. Para la ocasión se recuperó tras 35 años la pieza 'Santa María' de Leoncio Diéguez.

Al Real Sitio acudieron devotos de la Santina llegados incluso desde Nueva Orleans, así como una amplia representación política e institucional, desde el ámbito de la justicia al militar. En el santuario se desplegó además un dispositivo de seguridad con múltiples especialidades de la Guardia Civil.