ANUARIO 2020

La pandemia que arrasó con el modelo de residencias

Geriátricos. ·

El coronavirus se ha llevado a 5 de cada 100 usuarios de centros para mayores. El futuro del sector pasa por espacios más pequeños y personalizados

Jueves, 31 de diciembre 2020, 09:49

El 29 de febrero, en una residencia asturiana se detectó el primer caso de coronavirus. Pero eso no se supo hasta mucho después. Hasta meses después. Cuando los rastreos epidemiológicos detectaron el origen del virus en la red geriátrica asturiana. Aquel día, aquel 29 ... de febrero, la vida siguió con la 'normalidad' de antes de la pandemia. De hecho, no fue hasta el 11 de marzo cuando Asturias registró el primer fallecido por la covid. Avelino Uña, jefe de estudios de la Fundación Masaveu, murió el 11 de marzo. La segunda muerte tardó en llegar, pero ya abrió una espita imparable.

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El 18 de marzo falleció una mujer de 95 años, usuaria de la residencia pública de Grado. Y tras ella se disparó una pandemia que se ha llevado a más de setecientos residentes en geriátricos, contagiado a cerca de 4.000 personas vinculadas a estos centros (entre residentes y trabajadores) y que, desde luego, se ha llevado por delante al modelo residencial geriátrico.

Porque, casi seis de cada diez fallecidos en Asturias por coronavirus vivía en una residencia. Aunque desde el Principado, las consejerías de Salud y de Derechos Sociales y Bienestar han quitado hierro al porcentaje, ya que los fallecidos se sitúa alrededor del 5% del total de 13.600 usuarios de las 243 residencias abiertas en la región, lo cierto es que el modelo residencial ya no volverá a ser igual.

Centros de mayores

243

total de centros de mayores

29

de gestión pública directa

8

de gestión pública indirecta

59

con plazas concertadas

El nuevo diseño es, en realidad, viejo. Lleva en los cajones de políticos y empresarios desde hace años, cuando los expertos en geriatría comenzaron a alzar la voz contra los macrocentros para mayores y en la necesidad de que la fórmula habitacional para las personas mayores que, por su situación personal o sanitaria, ya no puedan seguir en su domicilio pasen a residir en un lugar lo más parecido a un hogar.

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El 5% de los 13.600 usuarios de centros sociosanitarios perdió la vida tras contagiarse de coronavirus

Un proyecto dormido que la covid ha despertado a empujones y con el ejemplo, curiosamente, del modelo que se pretende erradicar: la Residencia Mixta de Pumarín. El centro gijonés, que en su día fue levantado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) es el mayor centro de la red pública asturiana, la que gestiona Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA). Y el de toda la región.

El ejemplo de la Mixta

Con sus 461 plazas, divididas en diez plantas, la imagen de la residencia gijonesa choca con el diseño de los nuevos centros que plantean los expertos. Sin embargo, el hecho de que la covid haya pasado por las instalaciones sin causar más daños que algún contagio puntual, sirve de ejemplo del modelo que marcará el futuro del sector geriátrico: habitaciones individuales distribuidas en plantas que puedan convertirse en estancas en caso de necesidad.

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Plazas en residencias

15.164

en total con 20% libres

3.317

plazas públicas

2.212

plazas concertadas

Parece el fin de las habitaciones dobles, salvo para el caso de las solicitadas por parejas, y, sobre todo, el de las estancias de triple capacidad, como todavía tienen algunos centros como la residencia pública de Grado. El centro en el que comenzó todo.

Justo antes de decretarse el estado de alarma, el 12 de marzo, fue el último día en el que se permitió el acceso de familiares al centro moscón, una residencia pública muy arraigada en la villa. El día 19 se produjo la primera muerte. Tras ella llegarían veinte más, así como más de 80 contagios, entre residentes y trabajadores. Además de la medicalización del centro por parte del Servicio de Salud del Principado (Sespa).

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Trabajadores y contagiados

Trabajadores

7.500

total de la plantilla de las residencias

Trabajadores

2.000

contratados en centros públicos

Contagiados

2.872

residentes

Contagiados

1.081

trabajadores

A partir de ahí, el número de fallecidos, contagiados y centros afectados no dejó de crecer. Durante los primeros días de aquella primera ola, parecía que solo la red geriátrica pública estaba afectada. Tras Grado, la residencia Palacio del Villar, en Castrillón, se convirtió en el segundo foco de contagios y víctimas, hasta llegar a los diez decesos y cinco residentes aún enfermos.

En la residencia pública de El Cristo, en Oviedo, donde trabaja el profesional que dio positivo en Grado (compatibiliza ambas residencias), la situación pareció controlada inicialmente, aunque finalmente hubo cinco fallecidos. A ellas se sumaron, con cuentagotas, las residencias Santa Teresa, Naranco y El Trisquel de Oviedo; Clara Ferrer, de Gijón; la de Arriondas, la de Laviana, la de Riaño, hasta llegar a Pravia, concejo con mayor tasa de casos.

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Más de 7.500 personas trabajan en los 243 geriátricos de laregión, que tienen libres el 10% de sus plazas

El protocolo covid obliga ahora a los centros a dejar sin ocupar plazas para poder crear una zona de aislamiento

Mientras la covid se propagaba por la red pública, desde la privada las patronales Ascege yAarte advertían: «Es solo cuestión de suerte que nosotros no tengamos casos, porque la falta de medidas de seguridad las tenemos todos».

Y la suerte se acabó en abril. A partir de ese momento, hasta el fin de la primera ola, más de sesenta de los 243 centros residenciales para mayores de la región tuvieron algún brote. En la segunda ola, las cifras se repitieron, aunque con otros protagonistas. Por alguna razón que están estudiando los epidemiólogos, la segunda ola no volvió a estrellarse contra los centros a los que ya había anegado la primera vez.

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Bolsa de empleo vacía

Los argumentos para el despliegue del virus durante la primera ola se centraron en el desconocimiento de la enfermedad, su rapidez y forma de contagio, así como la falta de sistemas de protección. Los Equipos Individuales de Protección (EPI) desaparecieron del mercado y las mascarillas y guantes duplicaron su precio. En la primera ola, en los geriátricos privado se confeccionaron batas hasta con bolsas de basura. En los públicos, el comité de empresa acusó al ERA de impedir a los trabajadores utilizar mascarilla «para no asustar a los residentes».

La plantilla de Nuestra Señora del fresno, de Langreo, se confinó con los residentes. Juan Carlos Román

En la segunda ola, los argumentos cambiaron. Aprendida la lección, los almacenes se llenaron de guantes, batas, gorros y mascarillas para el uso diario. Se blindaron las residencias, con prohibición de entrada y salida en caso de contagio y se obligó a los centros, públicos y privados, a reservar el 5% de sus plazas. El ERA elevó al 8% esa tasa y bloqueó 400 habitaciones. Pero los contagios se sucedieron, al igual que las muertes.

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La explicación de los epidemiólogos es que el virus entró, de nuevo, en las residencias de mano de las plantillas. No se trató de una acusación, sino de una descripción de la situación: si las residencias están blindadas, los usuarios no salen y los rastreos indican que ningún familiar llevó el virus al centro, la única opción son las plantillas.

Los usuarios de la residencia pública de Grado fueron homenajeados tras superar la primera ola José Vallina

Grado: de brote principal en la primera ola a Moscón de Oro

«Premiamos a quien se preocupa por la salud de las personas». Amigos de Grado, la entidad fundadora del galardón Moscón de Oro justificaba así que, este año, el geriátrico de la villa, la residencia pública de Grado, haya recibido su máxima distinción.

Un premio que llegó después de que el centro se convirtiera en el principal foco de contagio de la covid durante la primera ola de la pandemia. La pregunta '¿Qué pasó en la residencia de Grado?' fue la más repetida durante aquella primera irrupción del coronavirus en el país y que obligó al confinamiento. Porque en el geriátrico se contagiaron casi todos sus 84 usuarios. Murieron 21.

El Principado ha pedido siempre esperar al fin de la urgencia sanitaria para dar una respuesta, urgencia que aún sigue sin fin. Sin embargo, la respuesta que ofrecen los sindicatos del comité de Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA) es rápida y unánime: faltó prevención (había rotación de profesionales externos) y faltó protección. Fallos corregidos. En la segunda ola, Grado quedó libre de la resaca.

Una opción que las patronales geriátricas avalan, siempre defendiendo al personal. «Más de 7.500 personas entran cada día en las residencias asturianas. Es imposible controlar el virus». Sobre todo, porque las zonas de aislamiento obligatorias nacieron condenadas al fracaso: «Tenemos disponibilidad de espacio, pero no de plantilla».

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Una bolsa de empleo vacía, con petición de enfermeras hasta en Portugal, sin respuesta positiva, complicó el control de la segunda ola de contagios. Y marcó, definitivamente, el principio del fin del actual modelo residencial. El Principado ya trabaja en dos experiencias piloto para el año que viene. Las empresas están dispuestas a escuchar, pero, advierten, es necesario disponer de personal. Y evitar que una tercera ola vuelva a empapar al sector.

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