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ANUARIO 2020: Asturias se enfrentó a una enseñanza 'online' para la que no estaba preparada
ANUARIO 2020

Asturias se enfrentó a una enseñanza 'online' para la que no estaba preparada

La covid obligó a reinventar el sistema educativo. El curso acabó desde casa y comenzó con incertidumbres, distancia y mascarillas

Olga Esteban

Gijón

Miércoles, 30 de diciembre 2020, 13:02

Un fin de semana. Ese es el plazo que tuvieron los centros educativos asturianos para reinventarse. El jueves 12 de marzo, guarderías, colegios e institutos habían tenido actividad normal. Todos, salvo algunas excepciones: el coronavirus se había colado ya en algunos centros educativos aquella fatídica semana. Muchos se fueron a casa a las dos de la tarde sin saber que ya no volverían al día siguiente. Ni mucho menos podían imaginar que no volverían en lo que quedaba de curso. Aquel jueves por la tarde el Principado ordenó la suspensión de cualquier actividad docente presencial y 150.000 alumnos de todos los niveles (no universitarios), miles de docentes y de familias, se enfrentaron a un sistema para el que Asturias no estaba preparada: la enseñanza 'online'.

535 centros (439 públicos, 66 concertados y más de 30 privados) cerraron sus puertas y se vieron obligados a abrir las pantallas, sin que muchos supieran cómo hacerlo. Mucho desconcierto, órdenes y contraórdenes aquellos primeros días. Hasta tal punto, que en un primer momento se indicó que los docentes sí continuaran acudiendo de forma presencial a los centros, algo que se comprobó incongruente. Aquel fin de semana España entera quedó confinada y los pupitres se quedaron vacíos, con carpetas y mochilas olvidadas y una fecha sin cambiar en las pizarras. Jueves, 12 de marzo de 2020.

Entre el lunes y el martes siguiente, muchos centros educativos comenzaron su su nueva docencia, la docencia 'online'. La Consejería de Educación había ordenado mantener la actividad, si bien advirtió desde el inicio que sería para repasar, no para adelantar materia. No se podía adelantar: había una parte importante del alumnado que no tenía conexión a internet o medios para conectarse. Se puso sobre la mesa la brecha digital.

«Ruego que, con total sinceridad, los directores y directoras nos digáis cómo estáis, cómo lo veis y sentís y cuáles son los principales retos que tenemos», les pedía la consejera Carmen Suárez a los directores unos días después del cierre. La respuesta fue que faltaban medios y formación, que las plataformas digitales no estaban preparadas para algo así y que había niños que se iban a quedar descolgados. La preocupación era aún mayor entre los alumnos de segundo de Bachillerato, que veían cómo el curso más importante, el de la EBAU, se les complicaba.

La ley Celaá sale adelante en plena pandemia

En el curso de las mascarillas y las clases en cuarentena, el resto del mundo educativo no se ha paralizado. De hecho, todo lo contrario. El Gobierno ha sacado adelante la reforma educativa, la Lomloe o 'ley Celaá', polémica como todas, sin consenso como todas. El propio presidente del Principado, Adrián Barbón, ha lamentado que «el gran mal de la democracia es la falta de consenso en la legislación educativa». Sea como fuere, y pese a que los sectores contrarios, especialmente la escuela concertada, han solicitado posponer el debate, esto no ha sucedido.

Porque una de las cuestiones más controvertidas de la nueva ley es precisamente el papel de la concertada, a la que se retira la fórmula de «demanda social» para justificar el aumento de conciertos. La ley priorizará en todo momento la red pública. Esta situación, dicen la concertada, cercena la libertad de elección de las familias. Se prohibe que dichos centros cobren cuotas y se eliminan los conciertos con los colegios que segregan por sexo.

En cuanto a los contenidos, se da más libertad a las comunidades autónomas para redactar una parte del curriculum de las materias y la asignatura de Religión deja de contar para la nota media. No tendrá, además, una 'asignatura espejo'. Se incorpora una nueva materia, Valores Cívicos y Éticos.

Hay otros dos temas que han levantado ampollas. Por un lado, el tratamiento que se le da al castellano, que deja de ser 'lengua vehicular' en las comunidades con lengua cooficial, donde ambos idiomas serán 'vehiculares'. Y, por otro, la cuestión de la educación especial. La Lomloe apuesta por reforzar la atención al alumnado de educación especial en los centros ordinarios, lo que ha hecho temer a muchas familias que en un plazo medio de tiempo se vaya a optar por el cierre de los centros especiales.

La nueva ley flexibiliza también las circunstancias para poder promocionar de curso y convierte en aún más excepcional la repetición. Además, apuesta por aumentar las plazas del primer ciclo de educación infantil, promover la formación del profesorado, potenciar la Formación Profesional y promover la equidad del sistema educativo.

Aunque durante las primeras semanas se mantenía la esperanza de que las aulas reabrieran en el último trimestre, pronto quedó claro que no sería posible. El curso terminaría 'online' con la única excepción de los alumnos de segundo de Bachillerato, que pudieron regresar, de forma voluntaria, para clases de repaso. Esa vuelta fue el 'ensayo' para el nuevo curso. Señalización, distancias, grupos pequeños, mascarillas, geles y toma de temperatura. Mientras, se sucedían los debates sobre cómo calificar el último trimestre. Se eliminaron los máximos de asignaturas para promocionar, repetir se convirtió en más excepcional que nunca y las tareas realizadas desde casa solo servían para subir nota.

El trabajo continuó en los centros durante todo el verano para organizar el inicio del curso 2020-2021, más complicado que nunca. Tanto, que se retrasó hasta finales de septiembre. Los escolares asturianos volvieron con entradas escalonadas, con mascarilla a partir de los 6 años, en grupos burbuja de máximo 20 alumnos hasta segundo de Secundaria... A partir de tercero de ESO, en los centros en los que no se puede garantizar la distancia de 1,5 metros entre alumnos, se han establecido turnos para ir a clase. Es el curso de la enseñanza semipresencial para los mayores y de los grupos internivel. Con todo, y pese a las numerosas dudas, los centros educativos han aguantado el primer trimestre más complicado de su historia.

La Universidad estrenó la evaluación telemática, con 3.000 exámenes

La actividad presencial volvió a suspenderse de nuevo al final del primer trimestre por el empeoramiento de las cifras de la covid

La Universidad de Oviedo ha hecho historia este año. Porque a la obligación de adaptarse a la enseñanza 'online', como el resto de etapas, tuvo que sumar también la evaluación telemática. La institución académica programó casi 3.000 exámenes mediante este sistema, ante la imposibilidad de garantizar, en el momento de las convocatorias, que se pudiesen organizar de forma presencial. campus universitario del Milán.

La Universidad de Oviedo supo pronto lo que era la propagación del virus. Aquella semana del 9 de marzo ya se tuvieron que suspender las clases en el Milán, ante la aparición de los primeros positivos. El campus fue el primero en ofrecer aquella extraña imagen de silencio y edificios cerrados que luego se extendió a toda la enseñanza asturiana. No solo eso, sino que la Universidad vio también como uno de sus equipamientos, la residencia universitaria de Mieres, se convertía en refugio para positivos leves o asintomáticos que no tenían un lugar mejor para pasar el aislamiento.

En la Facultad de Comercio y Turismo, con separación. Arnaldo García

Pero más allá de todo eso, la vida universitaria debía continuar y, lejos de la situación del resto de enseñanzas, aquí sí se adelantaba materia y había que evaluar al alumnado. Mientras el rector, Santiago García Granda, era optimisma y alababa el buen funcionamiento de la enseñanza telemática, los estudiantes hacían públicas sus cartas explicando todo lo contrario e incluso se organizó una protesta a través de los redes sociales, bajo el lema 'UniOvi nos abandona'. Lamentaban que algunos docentes apenas habían contactado con sus alumnos durante los meses de enseñanza 'online'.

Sea como fuere, el 12 de mayo 6.700 universitarios hicieron historia en Asturias. Fue la primera jornada de exámenes 'online', una modalidad hasta entonces impensable incluso para las instituciones que basan sus enseñanzas en la distancia. Hubo que adaptar y mejorar las plataformas telemáticas y redactar un reglamento específico. Incluso se obligaba a los estudiantes, si el profesor así lo solicitaba, a dejar la webcam encendida para comprobar la habitación. Lo cierto es que finalmente todo fue bien. En aquella primera jornada se celebraron 259 exámenes. Hubo algún problema técnico, pero la mayoría de las pruebas salieron bien. Más tarde fue posible realizar algunos exámenes de forma presencial, con todas las medidas de seguridad: aforos limitados, distancia, mascarilla, gel... Y así es como empezó también este curso, hasta que un empeoramiento de la situación obligó a la Universidad a volver a cerrar sus puertas de forma temporal.

Por otro lado, y debido a la pandemia, la institución se ha visto obligada a retrasar las elecciones al Rectorado, que debían haberse celebrado en abril. La última fecha fijada es el 12 de febrero.

La EBAU más multitudinaria adaptó su estructura, amplió sedes y registró mejores notas

En junio se presentaron casi 5.000 estudiantes, un millar más que el año anterior. Un 95,17% aprobó, la nota media fue más alta y se logró un 10

Si la cita con la selectividad está siempre plagada de nervios, la edición de 2020 con mucho más motivo. Los estudiantes que se presentaban llevaban sin clases presenciales desde marzo, a muchos ni siquiera les había dado tiempo a terminar el temario del curso, la EBAU se había retrasado, había cambiado la estructura y las sedes... Llegaban con mascarilla y pelo recogido, las mesas estaban debidamente separadas, y había más normas que nunca. Fue la EBAU de la covid. Una EBAU más multitudinaria: 4.975 alumnos estaban citados a la convocatoria ordinaria, un millar más que el año anterior. El propio rector, Santiago García Granda, admitía que las circunstancias excepcionales se habían notado y que «seguramente hay más estudiantes que han pasado el curso».

Las notas confirmaron que no era una edición normal: la selectividad registró los mejores resultados desde la implantación de este sistema en 2017. La convocatoria de junio obtuvo la mayor tasa de éxito, con un 95,17 % de aprobados, dos puntos y medio más que en 2019. La nota media alcanzada fue un 7,401, la más alta de las cuatro ediciones de la prueba con esta denominación, EBAU. Además, se logró el primer 10 de la prueba asturiana.

Prueba de la EBAU en el Palacio de los Deportes de Gijón. Damián Arienza

En julio, medio millar de jóvenes acudieron a la segunda convocatoria, mucho más tranquila por haber demostrado la primera que, pese a la covid, todo había ido bien. Tampoco cambiaron los resultados: más aprobados y mejores notas.

Durante el curso pasado y pese a que los centros de enseñanza permanecieron cerrados durante meses, en ningún momento se planteó la posibilidad de organizar una EBAU 'online'. Será presencial, decía el Gobierno una y otra vez. No había plan B, insistieron. Se flexibilizaron fechas y estructura, pero nada más. Justo lo contrario a lo que está sucediendo ahora con el debate sobre la próxima edición de la prueba de acceso a la universidad. Esta vez sí se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una EBAU telemática, pese a que los centros educativos están aguantando mejor de lo esperado la incidencia del coronavirus.

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