Secciones
Servicios
Destacamos
COVADONGA DEL NERO
GIJÓN.
Lunes, 8 de febrero 2021, 01:17
Hace un año comenzó en la otra punta del mundo, en Wuhan, una epidemia que poco, o nada, hacía presagiar que se convertiría en una larga y dura pandemia en todos los rincones del planeta. Desde entonces, se aunaron todos los esfuerzos humanos, logísticos, económicos y sanitarios para tratar de frenar los contagios y los fallecimientos que provoca este nuevo coronavirus. Y, como siempre sucede cuando se pone todo el esmero en cerrar un agujero, se dejaron al descubierto muchos otros. Uno de esos «grandes olvidados» fue la salud mental. La covid-19 ha traído consigo unos efectos psicológicos en la población general difíciles de sanar. El insomnio y la ansiedad han sido, y son, las más comunes consecuencias de esta pandemia.
«La manifestación psicológica más intensa se ha desarrollado en síntomas de ansiedad y psicofisiológicos. Es decir, la pérdida de sueño, el insomnio», explica Julio Bobes, catedrático de la Universidad de Oviedo en el área de Psiquiatría. Estas son las conclusiones de las tres primeras encuestas que han evaluado, desde el mes de marzo, los efectos agudos de la pandemia de la covid-19 en la salud mental; en el último sondeo recopilaron 6.418 respuestas.
La primera de las consecuencias psicológicas del coronavirus, remarca el catedrático, es que los más afectados siguen siendo los propios enfermos mentales, en los que ha habido una mayor «agudización» en todos los aspectos. Pero en cuanto a la población general, «sana mentalmente o, al menos, sin haber sido diagnosticada con anterioridad», además de la pérdida de sueño y la aparición de cuadros de ansiedad, también le ha afectado en otros aspectos de su vida. Entre ellos, la sexualidad y el apetito. «Gran parte de la ciudadanía ha cogido peso en los últimos meses, debido a que ha reducido su movilidad, por lo que el gasto energético ha disminuido también», asegura Bobes.
En cuanto al perfil de las personas que más están sufriendo, a juicio de la psicóloga Angélica Rodríguez, especialista en situaciones de crisis y emergencias, son los sanitarios y la gente joven. «Las personas de entre 18 y 35 años son los más afectados por este tipo de patologías». Y las enumera: ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático y, ante todo, insomnio.
«Cuando comenzaron los estudios preliminares de hace un año, ya existían unos datos alarmantes de ansiedad e insomnio», razona Rodríguez. Y el problema se afianza e, incluso, crece, ya que «todo apuntaba a que la salud mental era una parte derivada de la pandemia a la que había que hacerle bastante caso». «No se le ha prestado la atención que había que prestarle y las consecuencias están pasando factura», justifica.
Por otra parte, la gran variedad y el cambio constante de restricciones que vive la población desde hace meses aumenta el desconcierto, pero no son los grandes «culpables» de los problemas de salud mental. «Venimos desde el verano con tanto desconcierto que esto no está agudizando a niveles extremos las consecuencias psicológicas», afirma. «Ya conocemos y prevemos lo que va a suceder y esto ayuda a que el cerebro se acomode».
Angélica Rodríguez, además, explica que «curiosamente» las personas más mayores son las que están demostrando un mejor poder de aceptación ante los vaivenes que está generando el coronavirus. «Aceptan mejor lo que viene, no tienen esa rebeldía. Pueden sufrir la pena de no poder ver a los hijos, pero se acomodan a una videollamada con facilidad». A pesar de ello, «la soledad es la mayor merma que suelen tener encima».
Esto sucede en mayor medida en los jóvenes porque, según la psicóloga, deberían estar viviendo una vida que no están pudiendo llevar a cabo. «Su momento evolutivo se ha truncado». Esta situación ha llevado a la ciudadanía, concluye Julio Bobes, a un aumento de consumo de sustancias adictivas, tanto drogas -sobre todo, psicoestimulantes como la cocaína, el cannabis y las anfetaminas- como alcohol -no solo en bebidas fermentadas, sino también destilada-.
En cuanto a los propios enfermos mentales, la red de salud mental pública «ha dejado de responder». «La salud mental siempre está en un segundo plano y ahora no sé ni en qué plano está», explica Rodríguez. Esto ha provocado el aumento a niveles desorbitados en las consultas privadas, sobre todo en la gente joven. «Si no tienen dinero, lo llevan mal», afirma. «Llevo reclamándolo mucho tiempo. Si no tienes dinero, la salud mental va a quedar relegada a atención primaria, a que por teléfono se te de un psicofármaco».
Ambos profesionales aconsejan una serie de comportamientos y actitudes para sobrellevar de mejor manera la situación. Entre ellos, es importante ponerse horarios en el día a día, realizar actividades con desgaste físico, medidas de relajación, evitar las pautas no saludables, ser cortoplacistas y realistas, realizar planes que nos den un 'feedback' positivo y el autocuidado personal.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.