Borrar
Directo La Congregación de Cardenales se reúne hoy para preparar la elección del nuevo Papa
Anita Sirgo, la resistencia de plomo y tacón

Anita Sirgo, la resistencia de plomo y tacón

La Historia también fue de ellas. Las huelgas mineras que plantaron cara al franquismo no pueden entenderse sin figuras como la de la langreana, sorda del oído izquierdo tras un episodio de tortura policial

Arantza Margolles

Martes, 16 de enero 2024, 00:51

«La vida, como el cielo, era de plomo». La frase es de Alberto Vázquez en 'Los llazos coloraos' (2019), cómic ganador del IX premio 'Alfonso Iglesias' y guía indispensable de las movilizaciones mineras que, desde finales de los años 50 del pasado siglo, plantaron cara al franquismo desde Asturias. Anita Sirgo, impensable lo contrario, es uno de los hilos conductores de esta narración. Porque la vida era de plomo, pero también del carbón de los pozos mineros y el óxido que comenzaba a cubrir ya un régimen político tambaleante como la estaca de Llach, fue la generación de Anita Sirgo -fallecida ayer a los 93 años- la que perdió el miedo en 1957.

Ese año, con la autarquía empujando al abismo a España, prendió la llama de la huelga en el Pozo María Luisa; previamente también se habían sucedido los disturbios en la universidad madrileña. Anita Sirgo tenía 27 años y hacía menos de una década que estaba casada con Alfonso Braña, minero en el Pozo Fondón. Antes de todo aquello, el plomo: la madre, Ana, presa en el campo de concentración de Arnao; un tío asesinado, Fidel; Avelino, el padre, que se echó al monte para no volver. Eran los protagonistas prototípicos de un primer franquismo marcado por la posguerra, el hambre y la represión. En 1959, el Plan de Estabilización -la economía española se liberalizó, dejando abandonada a su suerte a la minería- y la entrada de los tecnócratas al Gobierno pusieron fin a aquella época.

Ahora, la Historia sería de mujeres como Anita. Ellas (también) hicieron temblar al poder. En la primavera de 1962 comenzó a arder en las cuencas mineras una 'lumbre' que calentaba 'España entera', aunque en esa canción a Chicho Sánchez Ferlosio se le olvidase mencionarlas a ellas. Sin embargo, fueron Anita Sirgo y tantas otras quienes repartieron la propaganda comunista que hizo prender la huelga; que sostuvieron a las familias de los presos políticos y que tiraron maíz, como si de gallinas se tratase, a los esquiroles. Un año después de la 'Huelgona', las autoridades acusarían a Sirgo de tener 'una conducta antisocial irreductible' y 'actitud desafiante y provocativa'.

Irreductible sí que era. En vida, Anita Sirgo nunca tuvo empacho en reconocerlo. 'Toi mediu sorda de les hosties que me dieron por no cantar', decía en cada reunión en la que apareciese alguien que todavía no conociera su historia. Lo estaba del oído izquierdo, concretamente, por una paliza que le dieron junto a la mierense Tina Pérez y a los maridos de ambas. Intentaban hacerles delatar a otros mineros y a Horacio Fernández Inguanzo, que entraba y salía de España desde el exilio francés con relativa comodidad, tal era la coordinación de aquella oposición comunista que se movía sobre zapatos de tacón. No lo hicieron, y Anita salió medio sorda (y con el pelo cortado al ras) del entuerto. Tina, sin embargo, comenzó a morir ese día.

Lo haría definitivamente en 1965, a los 36 años, estando Anita en Francia. En una de las muchas huelgas que siguieron a la de la mano y el candil picassianos, la de Lada le había estampado un taconazo en la cara a uno de los guardias que pretendían reprimir la movilización. El exilio fue obligado. Ella lo sintió. De vuelta a España, nunca dejaría de contarlo. Ayer, el mismo día en que murieron la histórica comunista langreana Maruja Ramos y el socialista Celestino Martínez, nos dejó también Anita Sirgo, pero no su recuerdo. Este camina todavía firme por nuestra historia, cabeza alta, mentón arriba y a golpes de tacón.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Anita Sirgo, la resistencia de plomo y tacón