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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Lunes, 22 de abril 2019, 02:24
Andreas murió el 24 de abril de 2017 tras pasar cuatro días ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La autopsia reveló que la causa del fallecimiento había sido una meningitis linfocitaria sumada a una miocarditis, que no fue diagnosticada ni tratada. La joven, de 26 años, fue considerada paciente psiquiátrica porque, según su familia, pesó más el hecho de que hubiera antecedentes familiares de enfermedad mental. Durante su ingreso, que pasó de voluntario a involuntario cuando la chica expresó su intención de abandonar la planta de psiquiatría, se le aplicó contención mecánica -es decir, estuvo atada a la cama- durante 75 horas.
Conocer este detalle llevó a la asociación Hierbabuena de pacientes de salud mental a concentrarse los 24 de cada mes en la plaza de la Escandalera para protestar por la aplicación de una medida que consideran «una tortura».
Pocos meses después de la muerte de Andreas, en marzo de 2018, la Consejería de Sanidad presentó un 'protocolo de contención de pacientes' para todos los profesionales de la red del Servicio de Salud del Principado (Sespa). El documento, que venía a unificar criterios de actuación, dice que «los pacientes con contención mecánica total pueden estar en esta situación hasta 72 horas». Tres menos de las que, en su día, estuvo Andreas. Su caso «dejó en evidencia que no había ningún protocolo común a todas las áreas sanitarias», critica el presidente de Hierbabuena, Jesús Senén Ramírez, quien habla de casos de pacientes «a los que se tuvo hasta ocho días atado. Eso te tiene que traumatizar para toda la vida», añade.
Ahora ese protocolo existe, pero la mayor parte de las asociaciones de pacientes y familiares del Principado lo rechazan. Las instrucciones redactadas por un grupo de trabajo multidisciplinar de profesionales con el apoyo de varios comités de bioética «no han cambiado nada. La cosa sigue igual, es decir, mal. Las contenciones mecánicas se llevan a cabo de forma indiscriminada y arbitraria», opina el presidente de Hierbabuena. Coincide con él la presidenta de la asociación de familiares y personas con enfermedad mental de Asturias (Afesa), Carmen Solar. «Un caso como el de Andreas no se puede repetir. Hicieron ese protocolo sin contar con nosotros y ya les dijimos que no. No queremos que la contención mecánica se aplique bajo ningún concepto. Ni física ni farmacológica. La contención tiene que ser verbal, como se hace en otros países. Lo otro nos parece inhumano. Contenciones, cero», insiste.
Tanto para Solar como para Ramírez, el caso de Andreas pone de manifiesto que «en salud mental, los pacientes siguen siendo tratados como si no fueran ciudadanos con plenos derechos». Dice la presidenta de Afesa no entender «cómo se produjo ese error tan grave». Cómo Andreas fue ingresada en psiquiatría cuando lo que tenía era una enfermedad orgánica. «Qué tendrá que ver que la madre sufra esquizofrenia». Su impresión, dice, «es que ante un paciente con enfermedad mental, lo físico pasa a ser considerado secundario por los médicos».
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