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Un charco de sangre sobre el asfalto de la CN-8 identifica el punto preciso en el que ocurrió, en el que por primera vez en décadas un oso atacó a un humano en Asturias. La víctima es Carmen S., mujer de Sonande (Cangas ... del Narcea), 75 años en el mismo pueblo, fuerte y de cuidar el huerto. Había terminado de cenar y daba su paseo habitual. Caminaba sola, ayudada por una vara. Unos 200 metros por detrás estaba su yerno, José Rodríguez Fernández. Conociendo su ritmo, le había dado ventaja. Eran las 21.30 cuando el oso salta a la carretera. Se vieron de frente y lo que pasó por la cabeza del animal nadie lo sabe, pero todos hacen sus cábalas. Se irguió sobre sus cuartos traseros y propinó un zarpazo en la cara de la canguesa, que se desplomó sobre el suelo.
La escena ocurrió ayer y lo que sigue es un carrusel de ambulancia, agentes, familiares inquietos y miedo. «Llevábamos tiempo viendo que cada vez había más osos y eran más atrevidos, que cualquier día podía pasar, y ha pasado», concluye un sanitario del Hospital Carmen y Severo Ochoa. Dentro cosieron a la víctima y le tratan el dolor a la espera de poder operarla de una rotura de cadera.
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El golpe se lo llevó ella, pero también lo sienten vecinos como Marcelino Frade. Hace unas semanas colgó en redes sociales un vídeo en el que se observaba cómo un oso se acercaba a su casa y, tras toparse al perro 'Popy', emprendía la huida. «Yo no tenía miedo pero viendo lo que pasó... esto ya no ye como antes», relata. Inés Suárez, hermana de la víctima, confirma que los osos «ahora andan por todos los sitios, se meten por los pueblos». Nació también en Sonande y recuerda que plantígrados «siempre los hubo, pero antes desaparecían al ver a una persona, ahora no le tienen miedo a nada».
El Principado estaba, a su manera, preparado para que esto ocurriera. Hace unas semanas la Fundación Oso Pardo presentó un informe indicando que la población osera crece a ritmos del 10%, ocupa cada vez más territorio y lo esperable es que la interacción entre osos y humanos empiece a dar problemas. Aplicando el protocolo diseñado para estos casos, esta mañana la zona fue inspeccionada por agentes del Seprona de la Guardia Civil, guardias del medio natural del Principado, colaboradores de las entidades que más trabajan con la especie. El alcalde de Cangas del Narcea, José Víctor Rodríguez, reclama «más presencia de la patrulla oso» en la zona para repeler los ataques que ya se están produciendo a frutales y ganadería.
La presencia de los uniformados en la zona busca apaciguar los ánimos y algo más. El primer edil detalla que persiguen al autor del ataque. «Si es una hembra se entenderá que protegía una cría, si es un macho hay que valorar su agresividad». No es tarea fácil. Por estos montes habitan varios ejemplares y del autor del suceso solo se sabe que era grande. Caso de identificarlo si muestra tendencias hostiles y vuelve por zonas pobladas se procurará ahuyentarlo; si es necesario se extraerá para ubicarlo en una zona alejada a las viviendas y de más fácil control. «Sacrificarlo es la última opción», concede.
Entre quienes participan en el despliegue hay tensión, pero también estoicismo. Asumen que es complicado dar con el animal. Mientras lo intenta, la especie da muestras de seguir su propia lógica. Esta mañana un ejemplar se paseó tranquilamente en la misma carretera del ataque, ante la sorprendida mirada de los agentes.
En Sonande se mira ahora con desconfianza hacia los árboles de alrededor, pero también más allá. De la ciudad han llegado periodistas de todos los medios de comunicación a los que cuentan que aquello es un paraíso natural, sí, pero con carencias que el ataque recuerda. «Habría que hacer como antes, cuando se ahuyentaba a los osos con petardos y piedras, pero ahora parece que son ellos más importantes que las personas», clama Inés Suárez. «Ahora ya se ha metido en los pueblos y va a costar echarle. Además para pagar las ayudas cuando atacan al ganado y los frutales siempre dan muchas, muchas vueltas», lamenta Rodríguez Fernández. «Tienes que poner ahí que cobertura en el teléfono tenemos según dónde y que internet no llega y así no hay quien venga aquí», añade Vicente Rodríguez.
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