Aníbal Vázquez, en 2011, cuando fue elegido alcalde de Mieres por primera vez. JESÚS MANUEL PARDO
Aníbal Vázquez Político

El abuelo que fue picador allá en la mina y alcalde

El alcalde mierense por mayoría absoluta desde 2011 hasta su muerte, en 2023, es «reconocido como uno de los regidores más queridos»

Chelo Tuya

Gijón

Domingo, 8 de septiembre 2024, 02:00

Y Mieres se quedó sin flores. No es una frase hecha. Ni una exageración. Lo cierto es que, en los días posteriores al 12 de noviembre del año pasado, las floristerías del concejo vendieron toda la mercancía. Había muerto Aníbal Vázquez (Ujo, 1954). A dos semanas de cumplir los 69 años.

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Había muerto el alcalde de Mieres. El alcalde por antonomasia, el que llegó al cargo en 2011 y del que solo lo apartaría su muerte. Un puesto en el que acumuló mayorías absolutas y por el que «ha sido reconocido de modo unánime como uno de los regidores más queridos del municipio».

El entrecomillado aparece la exposición de motivos del Principado para concederle la Medalla de Asturias. El mayor reconocimiento de la región. Uno que rinde honores a un hijo y padre de picadores mineros. A un abuelo que fue picador, allá en la mina, y alcalde de Mieres. Y sin costar un euro al erario público.

Porque Aníbal Vázquez fue siempre tan defensor de los servicios públicos como vigilante de que no fueran objeto de abuso. Y con la trasparencia por bandera, suyas son algunas frases como 'Ni Ibex 35, ni polles' para rebatir a alguien que ponía en duda la brecha salarial que condena a las mujeres a cobrar menos por trabajar lo mismo que los hombres. Brecha en la que Asturias es líder del país.

Una conciencia social que mamó desde la cuna. Cuando apenas tenía cuatro años, una riada obligó a la familia a dejar Ujo para mudarse al barrio de San Pedro, en Mieres. Él mismo recordaba aquel viaje, «en un caballo y un carru en el que diben cuatro coses, mi padre, mi madre, mis güelos, el mi hermanu y yo».

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No era mucho mayor, tenía 13 años, cuando tuvo que dejar el colegio para ponerse a trabajar. La enfermedad de su padre le impedía seguir como picador y se vio sin poder trabajar y con una pensión escasa.

Trabajó para un tratante de ganado, repartió cartas del Banco Bilbao y se deslomó en la construcción hasta que, a los 18 años, entró en el pozo Llamas, en Ablaña. Combinó la mina con el deporte, ya que fue un destacado jugador de fútbol-sala en el San Martín, un equipo que militaba en Tercera División.

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Cuando echaba una mirada atrás, Aníbal Vázquez sonreía, porque, reconocía, por esa época «tuve la gran fortuna de conocer a Belén». Su mujer, su amiga, su compañera de vida. La madre de sus hijos, Susana y David, y la abuela de sus nietos, Daniela y Joel.

Pozu Nicolasa

Pero mucho antes de que llegaran los guajes que le convirtieron en el «güelu más feliz», el veinteañero Aníbal Vázquez pasó al pozu Nicolasa. Palabras mayores. Y época convulsa.

Era 1977 y empezó a moverse entre el sindicalismo y la política. Se convirtió en el secretario de acción sindical de Comisiones Obreras. Y comenzó a colaborar con el Partido Comunista. En 1986 pasó a ser militante de Izquierda Unida, una coalición de izquierdas que acababa de fundarse. En el sindicato llegó a ser responsable nacional de Seguridad y Salud Laboral. En IU, su alcalde más emblemático.

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El que, prejubilado de la mina, IU convirtió en cartel de las elecciones municipales de 2011. Y con él, rompió la coalición el techo de cristal que tenía en Mieres, dominada por los socialistas. Después siguió ganando las elecciones, todas con mayoría absoluta. Desde el primer día dejó claro que «no cobraría ni un euro» del Ayuntamiento. Decía que con su pensión de minero «tengo de sobra».

En septiembre de 2015 se convertía, además, en vicepresidente segundo de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). A comienzos de 2016 tuvo que hacer frente a un tumor de próstata, cuya operación y posterior tratamiento le obligaron a estar unos meses de baja. Volvió a sus funciones en mayo, dispuesto a continuar siendo alcalde.

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Y lo logró. Pero no fue lo único. Porque además de sindicalista y militante comunista, Aníbal Vázquez fue un auténtico dinamizador de la vida social mierense. Creó y presidió Tertulia 17, una sociedad centrada en temas culturales y gastronómicos en Mieres. Nació de las citas habituales de Aníbal y un grupo de amigos en el bar L'Abellugu. Tanto hablar «de lo divino y de lo humano» dio pie a una asociación con vocación gastronómica, pero que «se convirtió en un elemento dinamizador de la vida cultural de Mieres».

Un efecto tractor que él transmitía a través de las ondas, puesto que participó activamente en las tertulias de Radio Parpayuela. Ya en el siglo XXI, junto a varios amigos, creó en 2002 la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, desde donde luchó por el patrimonio del concejo y por organizar la mejor cabalgata de Reyes para los pequeños de la casa. No dejó la presidencia hasta que IU le propuso dar el salto a la política y presentarlo como candidato a la Alcaldía de Mieres.

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Minero, sindicalista, comunista, tertuliano, alcalde, marido, padre, abuelo... De todos los títulos, y sin desmerecer ninguno, Aníbal Vázquez se quedaba con el último. Abrazado a Daniela y a Joel se le vio en la celebración de su última victoria política. Su cuarta como alcalde y su tercera consecutiva con mayoría absoluta. «Lo que queda es seguir trabajando. Esto no para», dijo. Solo el cáncer impidió que cumpliera su palabra.

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