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JOSÉ M. CAMARERO
MADRID.
Lunes, 24 de diciembre 2018, 02:08
Última llamada para acogerse al nuevo bono social eléctrico antes de que llegue el 31 de diciembre, la fecha propuesta por el Gobierno para que quienes se beneficiaban de las ayudas vigentes desde hace casi una década -con varias modificaciones de por medio- puedan solicitar su descuento en la factura con el nuevo sistema. En el caso de Asturias, aún se encuentran en el limbo 8.788 personas de las 21.883 que se benefician de este descuento. Así lo constataron fuentes de EdP, que tiene un 80% de consumidores en la región. Hay que sumar también a aquellos usuarios pendientes de hacerlo en la segunda comercializadora en volumen, Viesgo -propiedad de Repsol desde el pasado mes-, con alrededor de 77.000 clientes. La compañía ha tramitado 2.250 solicitudes tanto de renovación como de alta en este programa desde finales de 2017.
En total, en España son, al menos, unos 1,85 millones de titulares de contratos de luz quienes están a punto de perder la rebaja del 25% que se les aplica en la parte de consumo de sus recibos. Son los usuarios a los que se les acaba el plazo para acogerse a la nueva modalidad de bono social, que se encuentra en vigor desde principios de año y que es la única a la que se podrá acceder a partir de enero. Este colectivo, que aún goza de la subvención estatal anterior, está formado por un grupo muy heterogéneo de hogares cuyo número ha ido descendiendo con el paso de los años, al no cumplir con los requisitos legales establecidos para el antiguo bono social. Llegaron a ser más de 3,1 millones de beneficiarios en el año 2010. Pero desde entonces, los perceptores han ido descendiendo hasta un nivel que posiblemente a día de hoy sea inferior a los 1,8 millones, la última cifra disponible relativa al mes de julio, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Quienes no lo soliciten a su compañía eléctrica antes de Fin de Año, dejarán de percibirlo en enero. En cualquier caso, podrán seguir pidiendo el nuevo bono en otro momento.
Este grupo de consumidores ya ha tenido dos ultimátum del anterior Gobierno y del actual para cambiarse de sistema ante la liquidación del que estaba en vigor. El primer plazo cumplía el pasado 8 de abril, seis meses después de que el anterior Ministerio de Energía aprobara el decreto sobre la renovación del bono social. En el primer trimestre del año apenas fueron 350.000 los usuarios que solicitaron esta ayuda, en buena medida como consecuencia del desconocimiento sobre la misma por falta de información. Por eso, el Ejecutivo amplió el plazo otro medio año, hasta el pasado 8 de octubre. En ese periodo se adhirieron unos 400.000 hogares más, una cifra todavía insuficiente, a juicio de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien entonces optó por autorizar una nueva prórroga hasta esta Nochevieja. A día de hoy, hay 1,1 millones de beneficiarios y se están gestionando otras 400.000 solicitudes para obtenerlo.
La decisión de prorrogar los plazos hasta final de año estaba enmarcada en un contexto de precios de la electricidad que rozaban los máximos anuales después de un verano muy seco -sin apenas aportación de hidroeléctricas y eólicas, las energías que más abaratan el precio diario de la luz-, un repunte de los precios de los derechos de emisión de dióxido de carbono y un alza de materias primas como el petróleo. Entonces, Ribera optó por suspender dos impuestos a la generación, así como ampliar el plazo para acogerse al nuevo bono social por parte de familias que, como las que lo disfrutaban hasta ahora, pudieran tener ese descuento, sí así procedía.
Porque en el Ministerio de Transición Ecológica admiten que no todos los beneficiarios que aún goza del antiguo bono social accederían al nuevo. Muchos hogares tienen rentas superiores a las establecidas ahora para acogerse a la ayuda de la luz. Se trata de titulares de contratos eléctricos que accedieron al anterior sistema por tener una potencia inferior a tres kilovatios, independientemente de sus ingresos.
En cualquier caso, el Gobierno ya trabaja en una nueva vuelta de tuerca al actual sistema de ayudas para pagar la factura de la luz. Se trataría de ajustar este beneficio destinado a familias vulnerables con criterios aún más ligados a la situación económica por la que atraviesan los hogares.
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