
25N: Día de la eliminación de la Violencia contra la Mujer
María Jesús Álvarez: «Es una realidad incontestable: el negacionismo de la violencia mata»Secciones
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25N: Día de la eliminación de la Violencia contra la Mujer
María Jesús Álvarez: «Es una realidad incontestable: el negacionismo de la violencia mata»Es una semana intensa para ella, llena de actos públicos. Pero también hay tiempo para parar y reflexionar sobre los 20 años de la ley ... contra la violencia de género. Para analizar cuál es la situación de Asturias y dónde hay que poner las fuerzas ahora. Es el segundo 25N, Día de la eliminación de la Violencia contra la Mujer, de María Jesús Álvarez (Pravia, 1962) al frente de la Dirección General de Igualdad del Principado de Asturias, pero son muchos más sus años de experiencia en este ámbito. Consciente de lo terrible de las cifras que maneja, admite que queda mucho por hacer, pero insiste también en todo lo que se ha avanzado en estas dos décadas.
–Su segundo 25N en la Dirección General. ¿Cómo lo afronta?
–Como cada 25N, haciendo balance y proyectando hacia el futuro. Este año, en el contexto del 20 aniversario de la ley, es una ocasión muy oportuna para ver cuánto hemos avanzado. Porque hemos avanzado y mucho: la violencia de género ya salió del ámbito privado y se aborda desde el ámbito público. Aunque hay cuestiones que no hemos podido abordar o que no han dado el resultado esperado. Además, hay un contexto político e ideológico, con mensajes de la ultraderecha ocupando espacio, y esos mensajes niegan la violencia contra las mujeres. Y esto parece que está incidiendo en las personas jóvenes.
–La unanimidad de hace 20 años ahora sería difícil. ¿Podrá aprobar la Junta General una declaración institucional el 25N?
–Desde la incorporación al ámbito parlamentario de Vox eso se ha impedido. Hemos perdido esa unanimidad que fue también muy importante en el Pacto de Estado, porque cuando algo forma parte de un Pacto de Estado se sitúa en el centro de las políticas públicas y hay un compromiso...
–¿En qué punto está el Pacto de Estado? ¿Toca revisarlo?
–Hay que reeditarlo. Es muy importante blindar los recursos económicos para que, con independencia del ciclo económico y casi añadiría que, con independencia de quién gobierne, estas políticas públicas no pierdan capacidad financiera. Habrá que confiar que salga adelante con el apoyo de una inmensa mayoría, aunque tengo muy pocas expectativas de que se puedan sumar sus señorías de la extrema derecha.
–¿Qué hay que revisar? ¿En qué nos quedamos cortos?
–La violencia persiste, pero al mismo tiempo cambia. Hay nuevas formas de violencia, desde la ciberviolencia hasta violencias económicas o psicológicas más difíciles de identificar. Estamos viendo, además, que está cambiando el perfil de la víctima. En España hay un importante número de mujeres migrantes que tienen realidades personales y culturales distintas, que no tienen más entorno que el maltratador y tienen dificultades para pedir ayuda... Y hay que prestar una atención muy especial a las mujeres con discapacidad y a las que viven en el mundo rural.
–Se habla mucho estos días de la situación de los más jóvenes. ¿Hemos fallado en la educación?
–La ruptura del silencio hace 20 años, que fue un paso de gigante, ahora requiere de un segundo paso. Hay que hacer mucha pedagogía. Frente a los bulos de los negacionistas hay que aportar información rigurosa y datos. Y reforzar la coordinación entre todos los operadores que tienen algo que decir en la prevención, protección y acompañamiento de las víctimas.
–Las iniciativas de denuncia en redes sociales, ¿han ayudado a la sensibilización? Cuando lees algunos testimonios piensas... «a mi también me ha pasado, pero no lo identifiqué con violencia de género».
–Uno de los grandes cambios es, efectivamente, que las mujeres identificamos mejor unos tipos de violencia que hace muy poco tiempo no veíamos. Las jóvenes de ahora, afortunadamente, lo hacen y no están dispuestas a tolerarlo. El consentimiento se ha puesto en el centro, no solo de las normas, sino también de las relaciones interpersonales y sexuales.
–Pero también sufren esas nuevas formas de ciberviolencia.
–Es verdad que a la vez hay una especie de vuelta atrás, en la que perjudican mucho las redes sociales. La realidad está ahí y, frente a eso, solo queda coeducación.
–Las estadísticas dicen que, en los feminicidios, la mayoría de mujeres no había denunciado.
–Según los expertos, hay varias situaciones. Hay mujeres que no identifican que son víctimas de violencia. Las hay que no se sienten en condiciones de denunciar por falta de independencia económica, por miedo a hacer daño al entorno familiar, porque temen no encontrar una respuesta institucional ágil, porque saben que al denunciar el riesgo crece...Sin embargo, en general, las que denuncian y tienen órdenes de protección, salen adelante.
–Ha dicho que nunca sabremos cuántas vidas ha salvado la ley, pero que lo ha hecho.
–Seguro que sí. Y lo que es seguro es que el negacionismo mata. Es una realidad incontestable. Los negacionistas tienen como objetivo desincentivar la confianza de las mujeres en el sistema y mantener el sistema de patriarcado y las relaciones de poder desiguales. Pero es importante que confíen en el sistema, que es el que les ayuda a salvar su vida y a salir de la espiral de la violencia. El sistema no es perfecto, pero estamos chequeándolo permanentemente para que tenga los menores fallos posibles.
–Hablaba de prestar más atención a las mujeres de la zona rural. ¿Cómo?
–Tenemos que mejorar los protocolos de atención para dar mayor confianza a las mujeres de los entornos rurales, en los que el estigma es doble: todo el mundo se conoce, decidir denunciar al maltratador puede suponer dejar atrás su propio trabajo en explotaciones ganaderas... En el medio rural sigue imperando el machismo de forma más importante que en el urbano y es más complicado dar el paso. Hay que trabajar para que estas mujeres identifiquen la violencia y se pongan en contacto con quien puede ayudarlas: el centro asesor, el centro sanitario, los servicios sociales...
–¿Nuevos objetivos?
–Seguir trabajando en la estrategia de prostitución y trata. Tenemos que ser capaces de lograr una mayor sensibilización frente a una violencia siempre oculta. Es una de las formas más graves de violencia contra las mujeres y tenemos que hacerle frente, ayudando a las mujeres a salir y desincentivando el consumo.
–La ruptura del silencio ha llevado a señalar a personajes públicos de la izquierda. ¿Les favorece o puede ser usado por la extrema derecha en su contra?
–La extrema derecha va a utilizar cualquier recurso que considere que es favorable a sus intereses. Pero hay que señalar, por un lado, la importancia de que las mujeres tengamos espacios para denunciar lo que nos pasa. Y, por otro lado, hay un cambio en la respuesta política. Es muy distinta la respuesta que tuvo Nevenka y la que se está viendo ahora. Quizás tenga que ver con que somos partidos de izquierdas, con mayor compromiso contra la violencia. Pero también tiene que ver con la intolerancia social cada vez mayor frente a la violencia que sufren muchas mujeres.
«El nervio, el impulso, la médula ósea, la puso el movimiento feminista», defiende la directora general, recordando que la campaña institucional del 25N rinde homenaje a este movimiento. «Es cierto que el movimiento feminista encontró eco en los partidos políticos de izquierdas y supo sumar al conjunto del arco parlamentario. Por eso el 'fuimos, somos y serán'. Y ese es el mensaje: a pesar de los nubarrones, del populismo, del negacionismo, del auge de la extrema derecha en Europa, en Estados Unidos, aquí... a pesar de eso, no vamos a retroceder. Este tren ya no se va a parar y la consecución de la igualdad es imparable».
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