E. C.
Miércoles, 28 de junio 2017, 02:30
La autorización planteada por el PP para permitir la navegación en los embalses de Tanes y Rioseco, en el parque natural de Redes, ha concitado un amplio consenso en la Junta General pese a la opinión contraria del consorcio que gestiona el abastecimiento de aguas en la zona central de Asturias.
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Al término de la ronda de comparecencias para abordar la proposición de ley del PP ningún grupo se opuso de forma explícita a esta posibilidad, aunque han pedido que se introduzcan limitaciones, como en el caso de las embarcaciones de motor, inicialmente no contempladas en la propuesta de los populares.
Así, para el director conservador del parque de Redes, Rubén Rodríguez, esta autorización debería ir precedida de un estudio previo que determinase la compatibilidad de este uso con la conservación del espacio protegido y su capacidad para absorber la actividad económica que podría generar.
Rodríguez compareció en la Cámara junto a la consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez, quien recuerda que la ley de creación del parque de Redes fijaba entre sus objetivos la preservación de la calidad de las aguas de unos embalses que abastecen al 80% de la población de Asturias.
Además, recuerda que es la normativa estatal la que prohíbe el uso de ambos embalses, cuyo fin principal es el abastecimiento de agua para el consumo, para este tipo de usos lo que podría dar lugar a un conflicto competencial con la administración central, que estaba citada a comparecer a través de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico aunque finalmente no acudió a la convocatoria.
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Tanto a este posible conflicto competencial como a la incidencia de esas actividades en la calidad de las aguas se refirió por su parte el gerente de Cadasa, Tomás Lobo, que insiste en que esa prohibición la han mantenido gobiernos de distinto signo desde la puesta en servicio de ambos embalses en 1978, dieciocho años antes de que se crease el parque natural de Redes.
A su juicio, hasta ahora Tanes y Rioseco aportan agua «de extraordinaria calidad» y autorizar usos recreativos y lúdicos en los mismos «les quitaría una fortaleza para añadir una debilidad» con la que se iría «en contra» de la tendencia general en otros países respecto a la utilización de embalses de este tipo.
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Se trata, subraya, de masas de agua de muy poco volumen en comparación con embalses de otras cuencas también destinados a abastecimiento y en los que sí se permiten dichas actividades cuyo impacto sobre la calidad del agua «no se puede determinar».
«Esas actividades acaban teniendo infraestructuras complementarias como pantalanes, embarcaderos o establecimientos de venta de bebida o comida», advierte tras incidir en que resulta muy difícil controlar la correcta desinfección de las embarcaciones que llegan a agua «y el trasiego de chanclas o remos».
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Esta circunstancia, generó, dice, pérdidas millonarias en la cuenca del Ebro con la expansión de una especie invasora como el mejillón cebra y ha recordado que las recomendaciones de la OMS plantean proteger el agua «bruta» para tener que invertir menos en potabilizarla.
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