Francés Boya

«No tiene sentido tener las mismas normas para municipios de montaña que para los de 20.000 habitantes»

Francés Boya, presidente de la asociación esMontañas, advierte de que «habrá muchos territorios que serán absolutamente irrecuperables» si las administraciones no impulsan el desarrollo de estas comarcas

Isabel Gómez

Miércoles, 10 de mayo 2017, 17:26

Asturias está en el ojo del huracán de la despoblación. La crisis demográfica que asola miles de pueblos en toda España afecta sobremanera a las zonas de montaña, obligadas a encontrar el equilibrio entre la gestión de los recursos públicos, la conservación ambiental y la consolidación de alternativas de futuro. Para diseñar estrategias que faciliten la consecución de este objetivo nació, a finales de 2013, la Asociación Española de Municipios de Montaña (esMontañas), que agrupa ya a más de doscientos ayuntamientos, veintidós de ellos asturianos. Desde este miércoles, la entidad celebra su tercer congreso en Potes (Cantabria), en el que se hablará de población, economía y fiscalidad. Se trata, explica su presidente, Francés Boya (Les, Lleida, 1960), de consensuar propuestas para, por y desde la montaña que faciliten la elaboración de políticas que revitalicen estos territorios. Porque, asegura, aún hay muchas cosas que salvar.

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-¿Cuáles son los objetivos de este tercer congreso de esMontañas?

-Queremos abordar un tema que es vital en un momento muy complejo: los problemas de demografía. Es esencial abordar todo lo relacionado con el desarrollo de una economía adaptada y capaz de dar respuesta a los retos de la montaña, ver de qué forma adaptamos las normativas, los servicios públicos o la fiscalidad a estas zonas que requieren de un tratamiento singular.

-Esa singularidad de la montaña respecto a otras zonas rurales, ¿en qué se traduce?

-Una zona rural en el área de influencia de una ciudad no tiene la complejidad que tienen estos espacios de gran valor ambiental con pequeñas agriculturas que han ido conformando un territorio, una identidad, y que, en cierta manera, representan un valor patrimonial muy alto para el conjunto de la sociedad. En este momento nos movemos entre los extremos de la conservación más absoluta, de los que defienden que todo tiene que quedar como fosilizado para que estas zonas se conviertan en una especie de museo (lo que es absolutamente inviable), y desarrollos muy agresivos que tampoco responden a una lógica de conservación de la cultura y la biodiversidad que atesoran los territorios de montaña. Frente a esto, nosotros creemos que, desde los propios territorios, hay que articular una respuesta que tenga en cuenta sus valores, lo que aportan al conjunto de la sociedad y que, a la vez, permita articular una vida digna para la gente que quiera vivir en ellos, con oportunidades que puedan desarrollarse de acuerdo al siglo XXI.

-¿Y cuál sería su motor económico? ¿El turismo?

-Cada territorio debe decidir hacia dónde orientar su futuro, pero es cierto que los territorios de montaña necesitan jugar en la transversalidad de diferentes actividades que se complementen para alcanzar la especialización en el ámbito de la agroalimentación, del turismo de experiencias Esto no está reñido, como sucede en Italia o Francia, con aplicar el I+D en estos territorios y ser capaces de dar valor añadido a sus producciones y, al mismo tiempo, ser innovadores en determinados ámbitos, incluso en la industria. El objetivo es no tratar a estos territorios como si fueran zonas marginales, a las que solo se puede ir de fin de semana. Nuestro lema es para el para, por y desde la montaña, que reivindica la voluntad de repensar el papel de estos territorios en el conjunto del Estado.

-Italia, Francia ¿hay modelos a imitar en el exterior?

-Son países, como también Suiza o Austria, que han desarrollado normativas específicas para los territorios de montaña, que ordenan y regulan su desarrollo. Aquí eso no ha sucedido, a pesar de que el 40% del territorio de España es zona montañosa, y, desde nuestro punto de vista, es un problema, porque si no reconoces la singularidad es muy difícil que reconozcas medidas de impulso para estas zonas tan singulares.

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-¿Y no hay ningún avance en ese sentido?

-Valencia está estudiando la posibilidad de hacer una política fiscal específica para luchar contra la despoblación y Cataluña se está planteando una ley para las zonas de montaña Estamos viendo algunos pasos en esta dirección, en parte gracias a que se han articulado una serie de movimientos en este ámbito. La sociedad ha entendido que la demografía es un tema muy importante para la gestión de los territorios y que la situación demográfica, sobre todo en algunas zonas, no tiene parangón en Europa. No tiene sentido que España sea un territorio tan desequilibrado desde el punto de vista de la población y para evitarlo hay que hacer políticas. Ahora, al menos, el debate está planteado y nosotros debemos dar otro empujón para que los grupos políticos entiendan que hay que tomar medidas.

-Leyes específicas, fiscalidad propia ¿son las propuestas de esMontañas para la estrategia demográfica nacional?

-Sí. En este congreso vamos a presentar una guía para la gobernanza de las zonas de montaña que habla de fiscalidad, de los servicios públicos, de la participación en los fondos públicos o de cómo abordar el tema de los pequeños municipios, porque no tiene ningún sentido que este país tenga unas normas que sean exactamente iguales para un municipio de montaña de doscientos habitantes que para uno de 20.000 situado en la costa. Hay que singularizarlos porque las realidades no son las mismas, hay que facilitar la gestión de estos municipios y hay que buscar formas de dar respuesta a las necesidades de las poblaciones con modelos que se ajusten a estas realidades.

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-¿Y encuentran receptividad en los grupos o abundan los recelos?

-(Risas) Hay de todo y, en función del debate, cada grupo se posiciona según su criterio. Nuestra fuerza está en ser una asociación muy transversal, con administraciones de todos los signos políticos, y hay partidos más reformistas que, por ejemplo, se abren más a plantear el tema de una ley para los territorios de montaña y otros que les cuesta un poco más. Sin embargo, la sensación que tenemos es que nos ven como un asociación útil que puede ser de ayuda para este trabajo y para llevar la voz de territorios que están poco representados políticamente y tienen poca capacidad de opinar.

-¿Hay tiempo para abordar los retos de los municipios de montaña?

-Hay tiempo, pero el reloj marca ya los últimos compases de muchos pueblos. Si no hay una reacción rápida y eficaz por parte de las administraciones, habrá muchos territorios que serán absolutamente irrecuperables. Es una reflexión que tiene que hacer el país. Si queremos conservar estos espacios, estas agriculturas que encierran joyas gastronómicas, culturas e identidades hay que ponerse manos a la obra y no podemos esperar más; si lo que queremos, y la tendencia del mundo va por ahí, es acabar viviendo en ciudades contaminadas y donde es prácticamente imposible plantearse la diversidad como un valor de nuestro siglo, pues es tan fácil como no hacer nada. Nosotros somos partidarios de que haya una reacción y de ponernos a trabajar en busca de una solución. Algunos sitios, desgraciadamente, no la van a tener, porque ya están tan agotados desde el punto de vista poblacional, pero aún hay muchas cosas que salvar y muchos territorios que pueden encontrar alternativas.

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