Los premiados posan con responsables de EL COMERCIO y autoridades.

Tributo a la Asturias del compromiso

EL COMERCIO entrega sus galardones ante centenares de invitados en el Teatro Jovellanos

AZAHARA VILLACORTA

Martes, 21 de febrero 2017, 21:34

Si hay una palabra que define a los cinco galardonados que ayer tarde recibieron los Premios EL COMERCIO ante centenares de invitados en una gala dirigida con maestría por Pachi Poncela y Bárbara Munárriz y amenizada por el buen folk de La Bonturné en el gijonés Teatro Jovellanos esa es compromiso. Compromiso con sus oficios, con Asturias, con sus gentes y, en suma, con el futuro, como resaltaron en sus discursos el director de este rotativo con casi 140 años de historias entre sus páginas, Marcelino Gutiérrez, y el presidente de su Consejo de Administración, José María González.

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Con ese espíritu nacieron precisamente unos galardones que concede la Redacción, recordó Gutiérrez: «Con el deseo de reconocer la mejor Asturias, representada en unos premiados cuyos logros y, sobre todo, sus valores, queremos reivindicar como una referencia para el futuro».

Empezando por Saúl Craviotto, el incombustible piragüista, el hombre forjado palada a palada que recogió el galardón de Deportes de manos de Noelia Iglesias Prada (encargada de Relaciones Externas de Mercadona en Asturias y Cantabria) y Carlos Prieto (jefe de Edición de EL COMERCIO). Alguien que, en palabras de Marcelino Gutiérrez, «por encima de sus éxitos deportivos, nos ha descubierto que en el podio existe un escalón para aquellos que son capaces de elevar el listón del ejemplo y demostrar que en los valores del deporte se forjan mejores personas».

Lo saben, bien de cerca, gentes como su entrenador, Miguel García, que, en su vídeo de presentación lo definió, fundamentalmente, como «un tío noble, muy noble». Ese que, en mitad de la seriedad que exige el entrenamiento diario, «tiene esa pizca de simpatía y de cachondeo que hace que, en la convivencia, sea muy fácil compartir días de trabajo». Un extremo corroborado por su compañero de fatigas en la piragua Carlos Pérez, que, además de su espíritu de trabajo, destacó la humildad de quien, pese a ser el deportista español en activo con más medallas olímpicas, «no se cree más que nadie. Es uno más. Trabaja como cualquiera y eso lo hace grande». En días laborales y festivos, mañanas y tardes, recordó su mujer, Celia García, «en los que el mayor sacrificio es, sin duda, dejar de pasar tiempo con la familia».

Durante su intervención, el medallista olímpico se mostró verdaderamente agradecido por el galardón y también porque su corazón está anclado en el Principado: «Estos reconocimientos me hacen mantener la motivación y seguir luchando a diario. Esta tierra me ha dado todo. Paz, tranquilidad y felicidad. Me siento muy orgulloso de ser asturiano y de representar a Asturias», explicó

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Y con esa misma entrega trabaja el equipo que integra Prodintec, cuyo director general, Íñigo Felgueroso, recibió el premio en la categoría de Empresa. Un galardón entregado por Ángel M. González, director adjunto de este diario, y Julio Valle, gerente de CM Asturias, a esa fábrica de futuro con sede en Gijón que es «un lujo y una suerte para Asturias», destacó el director general de la Federación Asturiana de Empresarios (Fade), Alberto González, para quien se trata de «un ejemplo muy claro y muy eficaz de colaboración público-privada».

Porque, como subrayó Eva Pando, directora del Idepa, «Asturias tiene un reto, que es obtener un liderazgo en la industria a través de la tecnología» y, con ese horizonte, «Prodintec es nuestro buque insignia». Un mascarón de proa, añadió Ignacio López, presidente de su patronato, gracias «un equipo joven, comprometido, apasionado por su trabajo».

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Fue Íñigo Felgueroso quien se subió a las tablas del teatro para representar a Prodintec y donde aprovechó para agradecer a toda la plantilla su implicación. «Es importante hacer cosas y comunicarlas», resaltó, además de halagar el interés de EL COMERCIO de difundir la cultura innovadora.

Idéntica pasión a la que le pone Gonzalo Suárez, más que merecido premio de Cultura, que, a sus 82 que parecen 20, recogió la obra Matinal creada ex profeso por Pelayo Ortega para estos galardones de manos de Goyo Ezama (director gerente de EL COMERCIO) y María de Álvaro (jefa de Edición de este diario).

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Y es que si hay alguien que puede presumir de «una exigencia brutal consigo mismo y con los demás» ese el Gonzalo Suárez, reconoció su hermano Carlos, para quien el cineasta y escritor incombustible «es, sobre todo, la coherencia, la tozudez, el entusiasmo». Una vitalidad que, a decir del actor Carmelo Gómez, le ha granjeado el elixir de «la eterna juventud». Porque, aventura el intérprete, «quizá el hecho de tener esa vinculación con el mar le ha hecho querer pisar siempre donde uno se hunde».

Estamos ante un «intelectual inclasificable, libre e inteligente, como debe ser la cultura», defendió el director de EL COMERCIO, una rara avis que sigue manteniendo el ancla en su casa de Llanes, donde sus vecinos lo definen como «un paisanu de pueblu». De esos que «pasean» y se paran a cruzar unas palabras». Pies en tierra que lo vio nacer, resumió Marcelino Gutiérrez, para un talento que «lo abarca todo, del periodismo al cine o a la literatura». Y que han provocado que, «en su filmografía, los paisajes y el alma de su Asturias se han hecho universales».

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«La cultura es el mejor antídoto contra aquello que nos envilece», en manos, en este caso, de quien «ha dicho de sí mismo cosas como que es un irreductible, que quiso cambiar el cine y el mundo y añadió con humildad que no pudo hacerlo. Y, no es por llevarle la contraria, pero nosotros le entregamos este premio porque estamos convencidos de que ha hecho mejores el cine y el mundo», sostuvo Gutiérrez.

Con la simpatía y cercanía que le caracteriza, Gonzalo Suárez pidió a los reponsables de EL COMERCIO que cada año entregue sus premios. «Le debo tanto al periodismo.... El estilo lo encontré a través del ejercicio del periodismo. Escribir hechos reales. Lo añoro», manifestó durante su discurso.

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La velada llegó entonces a uno de sus momentos más emotivos: ese en el que Leticia Álvarez (jefa de Área de Gijón y Asturias de este diario decano) y Diego Oliveira (director de Marketing) hicieron entrega de su reconocimiento a la Acción Social a Pedro Puente, director de Accem, que subió al escenario acompañado por Berg Janoian y su madre, Araxi, refugiados iraquíes de origen armenio que llegaron a Asturias huyendo de la guerra y que encontraron un puerto en la organización que cumple un cuarto de siglo luchando por los más desvaforecidos.

Accem y su batalla incansable por los derechos humanos son ya Premio ELCOMERCIO «porque través de ellos Asturias no solo ha tenido la oportunidad de expresar su solidaridad, sino lo que aún es más importante: porque su voz frente a la discriminación, el discurso del odio y las fronteras convertidas en prisiones de nuestra humanidad es hoy, por desgracia, más necesaria que nunca». Yporque, como rubricó el Padre Ángel, «las personas que de verdad trabajan y a las que les duele el corazón de ver cómo sufren otros» son las que demuestran con su trabajo que «un mundo mejor es posible».

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Ese es también el espíritu con el que se recuperan veinte años estos galardones, «en una coyuntura ensombrecida por la incertidumbre, en un momento en el que el miedo intenta construir nuevos muros» que solo lograrán derribarse gracias a quienes, día tras día, «demuestran que el éxito es compatible con los principios, que la tecnología cobra sentido cuando mejora nuestras vidas, que el esfuerzo y la honestidad son mejores cimientos que los atajos, que los otros no son más que nosotros mismos y que la cultura es, sin duda, el mejor camino hacia la libertad».

«Dibujemos juntos un mundo mejor». Con esa frase cargada de esperanza y buenhacer, recogió Accem su galardón. «Hay que espantar a los fantasmas del pasado: desconfianza, miedo y recelo. Europa no puede retroceder».

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Y esos son los valores que encarna José Andrés, «que ha cocinado la receta de su éxito sin renunciar a sí mismo, que ha superado fronteras desde la fortaleza de sus raíces asturianas, que ha convertido a la gastronomía en un lazo de unión y que tantas veces ha demostrado que la comida es un extraordinario argumento para la solidaridad».

El director de EL COMERCIO y su director general, Julio Maese, entregaron su premio, el de Proyección de Asturias, al chef que encarna del sueño americano. Porque, en palabras de su colega Nacho Manzano, «no hay modelos como él, no existen». O en las de Pedro y Marcos Morán, «no solo es uno de los genios de la cocina de vanguardia con su españolidad por bandera, sino que además realiza un trabajo por los más desfavorecidos increíble». Lo rubrica Ferrán Adriá, otro de los grandes:«Hay gente que supera el estatus de su profesión y José Andrés es uno de ellos. Quien piense en él como un cocinero se equivoca. Lo que significa para el mundo son valores humanos».

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José Andrés fue el último galardonado en recoger su premio. Un premio que suma a su palmarés con cariño e ilusión porque Asturias «es una tierra que quiere a la gente, aunque defiendas a alguien que compara un cachopo con una croqueta. La gente aquí te da cariño al andar», reconoció.

En representación del Principado, el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, y por parte del Ayuntamiento de Gijón, la alcaldesa, Carmen Moriyón, fueron los encargados de cerrar el emotivo acto. Aunque fue el 'Asturias, patria querida' quien cerró con broche de oro la gala de los premios de EL COMERCIO.

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