«Malas condiciones no, terroríficas»

«Malas no, terroríficas». Los cuatro miembros del equipo de Salvamento Marítimo que participaron en el rescate de los náufragos tardarán en olvidar las condiciones a las que ayer se enfrentaron para salvar la vida de siete de los doce marineros del pesquero gallego 'Gure Uxua'. Olas de diez metros y vientos de hasta cien kilómetros por hora, golpes de mar y bruma a escasa altura fueron los ingredientes de una operación que, según Alejandro Busto, jefe de Salvamento Marítimo de Gijón, «se ha convertido, sin duda, en una de las más difíciles de los últimos años».

El pésimo estado de la mar causó el naufragio, pero también complicó el rescate, en el que se coordinaron tanto servicios de salvamento de Gijón como gallegos, sin duda, una de las claves del éxito de la operación.

El aviso llegó a la Torre de Salvamento a las 15.20 horas. De inmediato, cuatro de los integrantes del retén de guardia José Ramón Cruz (operador de grúa), Iván Ortega (piloto), Fidel Cantos (rescatador) y Jorge Fernández (comandante) pusieron en marcha el Helimer Cantábrico. Los vientos huracanados precisaron una programación del vuelo al detalle. El tránsito, desde la base a las coordenadas facilitadas por los marineros antes de que el pesquero se fuera a pique, fue de unas setenta millas. Un recorrido realizado con la máxima tensión, debido a la tempestad, pero también con la concentración que requieren este tipo de actuaciones al límite y para lo que los rescatadores del Helimer están entrenados.

A las 16.50 horas sobrevuelan ya la lancha en la que se encuentran los marineros del 'Gure Uxua'. La escena «es tremenda». Ni rastro del pesquero. Y en una lancha, los doce marineros. En maniobras de aproximación, la guardacostas de Galicia con base en Viveiro que ya ha iniciado el rescate de los primeros pescadores. El helicóptero gallego, de menor tamaño que el asturiano, logra sacar a sanos y salvos a cinco de los hombres. El resto del trabajo queda, por su capacidad, para el Helimer Cantábrico.

Tras evaluar la zona y las condiciones, el comandante ordena el descuelgue de uno de sus hombres por la misma cuerda por la que tendrá que ir izando a los siete pescadores que zozobran en la lancha y aguardan impacientes a ser llevados a tierra. «En esos momentos, la velocidad del rescate es fundamental», explica Busto. Hay que tener en cuenta que los marineros en ese momento ya se encuentran exhaustos tras intentar, primero, salir de esa situación por sus propios medios y después, porque la mar los tiene a su merced. Cuando el séptimo pescador entra en la aeronave la alegría es «inmensa». Pero no se puede perder un solo segundo. La prioridad es trasladar con rapidez a los supervivientes al hospital y comprobar que se encuentran bien. «Algunos sufrían hipotermia severa, era evidente y, sobre todo, estrés y un shock total, pero en general la primera impresión fue buena. En ese viaje de regreso a la base nos limitamos a arroparles y hacerles unas preguntas sencillas, pero nada más».

De nuevo en guardia

A las 17.40, dos horas y veinte minutos después del arranque del operativo, el Helimer aterriza de nuevo en la base de El Musel. Los marineros en mejor estado son trasladados a Jove; dos, más afectados por las bajas temperaturas, a Cabueñes. «Siento orgullo y satisfacción», señalaba Busto al final del día, pero «esto para nosotros significa que mañana volvemos a estar en alerta».

Rutina para el equipo de héroes del Helimer, pero no para el común de los mortales, por lo que las felicitaciones llegaron a Salvamento Marítimo desde muy distintas vías. La alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, no tardó en enviar la suya: «Quiero dedicar una líneas para transmitir la satisfacción que tenemos por el exitoso rescate de tripulantes del pesquero que se ha hundido en aguas asturianas. Los felicito públicamente por el gran trabajo que han hecho y que hacen siempre. Ya no se entiende Gijón sin el Helimer». Por eso estos hombres de Salvamento Marítimo son medalla de plata de la ciudad desde 2014.

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