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DAVID SUÁREZ FUENTE / OLAYA SUÁREZ
Jueves, 11 de febrero 2016, 03:16
Hugo Álvarez, el padre del pequeño de 20 meses que el pasado lunes desapareció arrastrado por una ola en la playa de Frejulfe, se encuentra en casa, a tratamiento médico y rodeado de su familia para tratar de sobrellevar este duro golpe que le asestó la vida. Álvarez, no obstante, sacó fuerzas ayer para agradecer el trabajo que realizan los operativos de búsqueda a través de un mensaje enviado a EL COMERCIO, en el que indica que «quisiera agradecer a todo el equipo de rescate el trabajo que están haciendo intentando encontrar a mi hijito».
Espera que ese trabajo dé el fruto por todos deseado. En su conmovedor mensaje, añade que quiere «pedir a Dios y a la mar que me lo devuelvan lo más pronto posible para poder darle el entierro y la despedida que se merece». Sus palabras finalizan agradeciendo el interés y las múltiples muestras de apoyo y solidaridad que está recibiendo la familia en todos estos días.
En el camino del Cañón, en la localidad de El Espín, en Coaña, donde se encuentra la casa del pequeño, todos aguardan angustiados. Mientras, unas 30 personas siguen peinando la playa de Frejulfe sin descanso. Ayer hasta la costa se acercó Dina García, tía abuela del niño, que mira al horizonte con la esperanza de atisbar algún movimiento, pero, al igual que todos estos días, en vano. A su alrededor, sus perros, 'Izak' y 'Troly', corretean por la arena ajenos a todo.
«Los padres y los abuelos están totalmente destrozados y quienes lo vivieron en primer plano, el abuelo y el padre, están en una situación psicológicamente mala», relata a este periódico, sin retirar la vista de la mar. «Ellos no dicen nada, están a tratamiento en casa y no hay mucho más que decir. La fatalidad de un día que nunca pensaron que iba a pasar, porque les parecía que la distancia era suficiente, pero la mar es como es...».
Dina cuenta cómo se desencadenó el fatal accidente: «El día que ocurrió todo decidieron venir a Frejulfe porque mi sobrino venía habitualmente a hacer fotografías. Les gustaba ver el mar, disfrutar de la arena, como alguien más que saca a sus hijos y dice 'vamos a dar una vuelta'. Fue un día fatídico». Dejaron el coche en el aparcamiento de la playa y bajaron por el camino más al oeste del arenal, cerca de las rocas conocidas como Peñarrubia. Dina explica que «estuvieron calculando que les sobraba tiempo para pasar a esa parte antes de que llegara la ola. Y decidieron pasar. El abuelo llevaba al niño en brazos. No se percataron de que venía una ola y se llevó al niño y al abuelo. Mi sobrino se tiró al agua y pudo sacar a su padre a tierra, pero vino otra ola y lo volvió a llevar. Se volvió a tirar a por el padre pero el niño ya... Nada más». Y es que Dina apunta que su cuñado «en ningún momento se dio cuenta. Es más, pensó que tenía tiempo suficiente para pasar este trecho de aquí (señala el lugar del siniestro). Ahora no dice nada. Todo es llorar, tristeza. Es un sinvivir. Se le acabó el mundo».
Abuelo aficionado a la pesca
Al abuelo no le es ajena la mar. No en vano es muy aficionado a la pesca y conoce a la perfección las corrientes de la zona: «Mi cuñado es una persona que toda la vida tuvo lancha, es un pescador de roca y de lancha. Nunca pensó que le iba a sorprender una ola de esta manera, pero la mar es así y tenemos que pensar que son fenómenos que no controlamos y hay que tenerles un respeto mucho más allá de lo que podamos tener con la vista. Viene una ola, no te la esperas y esa ola te acaba arrastrando. Mi cuñado es una persona muy experta y le fue a pasar a él».
Toda la familia está muy afectada por el accidente. Dina García, muy conocida en Navia por regentar el bar La Isla, apunta que la desaparición del pequeño Hugo ha truncado sus proyectos de vida. «Habían regresado ahora definitivamente de Perú», explica. «Mi sobrino llevaba unos años en Perú, se había casado allí y tenido este hijo. Allí había trabajado como guardia jurado de una empresa y luego puso una empresa de su propiedad, pero decidieron venir definitivamente a España porque en Perú la situación está muy mal, tanto a nivel laboral como en general».
Y en ese proyecto de nueva vida el eje central era el pequeño Hugo, «un niño muy majo, que estaba empezando a hablar, de 20 meses. Un niño con unos ojos preciosos y un carácter que era algo fuera de lo normal. ¡Una inteligencia...! Una cosa llena de vida, todo era nuevo para él; la familia, el entorno... Un crío con una alegría terrible, muy inteligente. Un corre para acá y corre para allá por todas las casas», explica emocionada Dina, sin apenas moverse del sitio con la mirada clavada en la mar.
Y continúa diciendo que «le gustaba jugar, venir a la arena, lo típico de un crío, estar al aire libre y jugar». Pero es que, además, «el niño conoció la mar aquí, en Asturias. Ellos ya habían venido en verano y las playas a las que solía venir la familia eran las de Navia y Frejulfe».
Su peluche favorito
Como todos los niños de su edad, Hugo también tenía su juguete favorito. En su caso, Dina explica que «tenía un peluche. El peluche está en casa porque aquel día decidieron coger el coche y venir a la playa sin más». Y ese peluche se puede convertir en una de las referencias de toda la familia para recordar al pequeño, aunque su tía abuela reconoce que, «en el momento en el que están, los padres miran, pero no ven. Están totalmente confundidos con la situación. No terminan de creérselo porque es muy reciente. Esto será el despertar de cada día y la amargura del día. Se encuentran como se puede encontrar cualquier familia a la que le pasa algo así».
Pero es que Hugo también dejó en casa el disfraz que iba a utilizar al día siguiente para celebrar el Carnaval. Dina cuenta que «les gustael Carnaval y, de hecho, tenían el disfraz hecho para él porque esto sucedió el lunes y el traje lo tenía preparado en casa para ponerlo el martes. Era como de pantera, de un animal de peluche».
Dina García también agradece los esfuerzos que se están haciendo para localizar el cuerpo del pequeño y es que los responsables de Bomberos de Asturias informan directamente a su hijo de cualquier novedad, ya que actúa como enlace con la familia. Cuenta que «nos dijeron que se extendió la vigilancia a 75 kilómetros de costa. El jefe de Bomberos de Asturias, el coordinador de todo, nos da un parte a las ocho de la tarde y a las nueve de la mañana, aunque desgraciadamente, el trabajo no ha dado fruto».
Y es que desde que el pequeño fuera arrastrado por las aguas solo se encontró su abrigo. «Lo primero que perdió en el agua fue un abrigo de lana hecho por su madre, que fue lo primero que se vio desde tierra al poco tiempo de que la mar se lo llevara. Iba vestido con el clásico pantalón, un polo y un gorrín», relata Dina mientras sigue fija en la mar, con sus perros correteando a su alrededor, pero sin que se adivine si mira o, simplemente, tiene perdida la vista en la lejanía. En la playa, los equipos de rescate siguen peinando el arenal y las rocas sin resultados.
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