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Quema de rastrojos, ayer, en Deva (Gijón).
El Seprona sospecha que las quemas incontroladas fueron la principal causa de los fuegos

El Seprona sospecha que las quemas incontroladas fueron la principal causa de los fuegos

Las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento apuntan a una imprudencia como el origen de la mayoría de los siniestros

M. MENÉNDEZ

Miércoles, 30 de diciembre 2015, 00:23

Las primeras investigaciones realizadas por los efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil sobre el origen de los cientos de incendios que durante los últimos diez días azotaron Asturias apuntan más a imprudencias, sobre todo para la regeneración de pastos, que a una intencionalidad de pirómanos, aunque esta posibilidad tampoco se descarta.

Los primeros informes remitidos por el Seprona a la Fiscalía revelan, según Efe, que la mayor parte de los incendios se debieron a la quema incontrolada de rastrojos. Y es que el fuerte viento que sopló sobre la región en los últimos días podía arrastrar rescoldos hasta a 30 kilómetros de distancia, según apuntaron desde la Fiscalía.

Por el momento solo ha sido detenida una persona como presunta causante de uno de estos fuegos. Se trata de un ovetense que, debido a una imprudencia, generó un incendio de pequeñas proporciones en el monte de La Corolla, en Villaviciosa. El hombre, que fue arrestado en pleno monte después de que diera aviso a los servicios de emergencia de la existencia del incendio, fue puesto en libertad. Las pesquisas del Seprona en este caso apuntan a una quema de rastrojos que se descontroló o a unas colillas mal apagadas.

Hace varios días que están totalmente prohibidas las quemas en toda la región, pero debido a la escasez de lluvias, la sequedad del terreno y, fundamentalmente, al fuerte viento de componente sur, estas prácticas derivaron en cientos de incendios. Según la Fiscalía, en otros meses de diciembre estos fuegos no fueron relevantes en Asturias, pero este año se propagaron con más virulencia. En las investigaciones de la Guardia Civil se concluye, además, que muchos de estos incendios se declararon en zonas comunales donde el ganado puede pastar libremente, lo que apunta también a la posibilidad de que se hicieran quemas para generar nuevos pastos para la próxima primavera, cuando el ganado abandona sus establos.

Greenpeace y los ganaderos

De la misma opinión que el Seprona es la organización ecologista Greenpeace, que en su sitio en internet advierte de «que nadie busque conspiraciones, oscuros intereses o cambios de uso del suelo» en el origen de estos incendios. Greenpeace recuerda que, según la Estadística General de Incendios Forestales de España, en los meses de febrero y marzo se producen el 63% de los fuegos y el 46% de la superficie quemada.

La organización conservacionista asegura que «detrás de estos incendios forestales está una parte del sector ganadero, ya lo han dicho también los expertos, que matizan la información pidiendo que no se hagan juicios rápidos ni que se culpabilice a todo el sector. Y, precisamente, porque la mayor parte de los incendios de invierno son provocados por ganaderos, más del 80% de lo que se quema es superficie forestal no arbolada, principalmente matorral».

Aunque Greenpeace reconoce que se trata de una práctica «tradicional», apunta que «lo que no es objeto de discusión es el carácter delictivo de las quemas que se producen sin permiso. El principal problema es que, si tradicionalmente queman zonas de matorral, los incontables incendios de los últimos diez días han afectado a masas arboladas, incluso en zonas muy sensibles, como es el parque natural de Redes, uno de los hábitats de especies tan escasas como el urogallo cantábrico.

Para evitar estos incendios, Greenpeace reclama una mejor gestión de la lucha contra el fuego con una dotación económica acorde con las necesidades. Además, pide labores de limpieza para eliminar los matorrales.

La generación de incendios forestales supone un delito que, dependiendo de las circunstancias, está penado con entre uno y 20 años de cárcel. Si es intencionado con peligro para la integridad física, la pena va de 10 a 20 años; si es intencionado en bosques o masas forestales, de uno a cinco años; intencionado sin propagación, de seis meses a un año; por negligencia sin propagación, sin pena; en bosques privados, de uno a cuatro años, y por imprudencia grave, según cada caso con penas en su grado inferior.

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